Eduardo Ibarra Aguirre
Desde cualesquiera ángulos que se observe, resulta injustificable la acción de trasquilar a supervisores e inspectores de la Secretaría de Educación Pública en Comitán, Chiapas, por militantes de una organización campesina vinculada a las autoridades municipales.
Igualmente injustificable es que en automático el titular de la SEP por medio de cinco tuits, la mediocracia que lo acompaña por convicción y/o comisión, así como parte de la comentocracia reaccionen a coro condenando los lamentables sucesos.
En tanto, la visión que plantea la revisión de la reforma educativa por su naturaleza laboral y administrativa tiende a multiplicarse y la exigencia por el diálogo gana partidarios entre personas ajenas al conflicto, vinculadas a la academia y la investigación del tema educativo. Sólo que las autoridades no muestran interés en escucharlas y cuando se produce algún encuentro, Aurelio Nuño ignora las opiniones que le exponen y "tira línea" sin entender que aquéllos son los expertos.
No sugiero que una mano invisible de la SEP o Los Pinos movió el tinglado del oligopolio, y por ello resulta más preocupante la propensión de los colegas a echar más leña a la hoguera, cuando su obligación es informar, compartir las opiniones de los actores del conflicto y ofrecer contexto; nada más, pero nada menos. Conducta que con muchas dificultades se abre paso.
También es criticable la reincidencia de algunos dirigentes y activistas de la CNTE en Chiapas, Guerrero y Oaxaca en las acciones vandálicas. Tales prácticas terminaron por aislar al movimiento respecto de los padres de familia en la Ciudad de México, aunque en el repunte de la movilización mostrarían lo contrario Chiapas y Michoacán.
Queda claro que tales acciones no son privativas de los trabajadores de la educación disidentes del súper corrupto oficialismo que representa Juan Díaz en el Sindicato Nacional, apapachado por los que todavía presumen "Mover a México". Para donde se fije la vista, en las movilizaciones de los trabajadores franceses contra la reforma laboral de Francois Holland o los estudiantes chilenos, grupos realizan acciones violentas; como sucede en Venezuela pero en este caso para el oligopolio son defensores de "la democracia y la libertad", mientras los mexicanos son caricaturizados como delincuentes. Los mismos métodos medidos con distintas varas.
Más allá de la inmediatez, todo indica que es urgente que las partes "acepten comenzar un proceso de diálogo sin condiciones previas en el que concedan, unos, moderar sus demandas, y los otros, realizar modificaciones en la impugnada normativa con la que se pretende regir la relación laboral entre los profesores y el Estado", como bien sugiere el diario que más cercano está al reclamo magisterial y, en general, al movimiento social.
Y, en efecto, también resulta "necesario que se contengan las voces que desde los medios atizan el conflicto y buscan crear un clima de linchamiento social en contra de los docentes inconformes", a la vez que "se prescinda de la retórica antigubernamental en el entorno de las organizaciones y movimientos sociales que apoyan al magisterio movilizado".
Porque, postula bien La Jornada: "El exacerbar los ánimos en la presente circunstancia no conducirá al triunfo de ninguna de las partes sobre la otra y puede causar, en cambio, un daño mayúsculo a la precaria estabilidad institucional del país". Y tal daño, agrego, no beneficia a las mayorías.
Acuse de recibo
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