Pedro Echeverría V.
1. Diría Agustín Carstens, “no pasa nada, estén tranquilos y verán
que todo regresa más o menos a su estado actual”; eso ha representado
para mí la expresión de Carstens del “simple catarrito” cuando la
mayoría de los economistas ante una “crisis” saltan desesperados
anunciando que no saben lo que pasará. Hace poco mi amigo Paco Taibo,
respondiendo a mi pregunta acerca de lo que sucedía con el derrumbe de
las izquierdas en México y el mundo, mi aconsejó a “no hacer análisis
inmediatistas sino a ver las cosas a largo plazo”. Pienso que Carstens,
con todos sus especialismos en economía desde 1989, y que siempre haya
representado los intereses de la gran burguesía mexicana y del imperio
de EEUU, su pensamiento de ver que “no pasa nada, que toda hay que
tomarlo con calma confiando en que se va a componer”, le ha dado mucha
solidez.
2. Obviamente a Carstens, con 27 años ocupando altos y variados
cargos en el Banco de México, cobrando estratosféricos salarios y
recibiendo buenas donaciones o regalos de gobiernos y empresarios “por
sus favores” de cuidar sus intereses, nada le desespera. Está convencido
de que en México y el mundo sí se van a registrar cambios, pero muy
lentos; así como que la desigualdad social no desaparecerá y que el
dominio imperial se suavizará a través de las décadas; que por todo ello
no existe razón alguna para desesperarse. No le preocupa mucho que en
México el 90 por ciento de la población viva en la pobreza y la miseria;
tampoco que un puñado de grandes empresarios controle la riquezas del
país. Piensa que así es la estructura política, económica y social del
mundo y que tendrán que pasar muchas décadas para comenzar a cambiarla.
3. Revisando el currículum de Carstens me encuentro que es un
técnico, un especialista, un teórico del campo de la economía. No habla
de política ni se mete a opinar de otros campos porque como todo buen
profesionista o técnico sólo conoce -y creo que bien- esa rama. Recuerdo
cuando pregunté a un médico sobre la cantidad de niños que sufrían esa
enfermedad, el presupuesto que se dedicaba a ella, etcétera; me
respondió: “no sé, sólo se curar”. La realidad es que no sé por qué
renunció Carstens: porque le ofrecieron una mejor chamba; porque tuvo
enfrentamientos internos o, de plano, porque se avecina una crisis
severa que no quiere enfrentar. De todas maneras con Carstens o sin él,
México sigue tan jodido como antes: a) sin crecimiento, b) sin
inversiones, c) creciendo el desempleo, d) emigración a los EEUU,
desplome del peso, etcétera. (2/XII/16)
alterar26@gmail.com
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