Pedro Echeverría V.

2. Obviamente a Carstens, con 27 años ocupando altos y variados
cargos en el Banco de México, cobrando estratosféricos salarios y
recibiendo buenas donaciones o regalos de gobiernos y empresarios “por
sus favores” de cuidar sus intereses, nada le desespera. Está convencido
de que en México y el mundo sí se van a registrar cambios, pero muy
lentos; así como que la desigualdad social no desaparecerá y que el
dominio imperial se suavizará a través de las décadas; que por todo ello
no existe razón alguna para desesperarse. No le preocupa mucho que en
México el 90 por ciento de la población viva en la pobreza y la miseria;
tampoco que un puñado de grandes empresarios controle la riquezas del
país. Piensa que así es la estructura política, económica y social del
mundo y que tendrán que pasar muchas décadas para comenzar a cambiarla.
3. Revisando el currículum de Carstens me encuentro que es un
técnico, un especialista, un teórico del campo de la economía. No habla
de política ni se mete a opinar de otros campos porque como todo buen
profesionista o técnico sólo conoce -y creo que bien- esa rama. Recuerdo
cuando pregunté a un médico sobre la cantidad de niños que sufrían esa
enfermedad, el presupuesto que se dedicaba a ella, etcétera; me
respondió: “no sé, sólo se curar”. La realidad es que no sé por qué
renunció Carstens: porque le ofrecieron una mejor chamba; porque tuvo
enfrentamientos internos o, de plano, porque se avecina una crisis
severa que no quiere enfrentar. De todas maneras con Carstens o sin él,
México sigue tan jodido como antes: a) sin crecimiento, b) sin
inversiones, c) creciendo el desempleo, d) emigración a los EEUU,
desplome del peso, etcétera. (2/XII/16)
alterar26@gmail.com
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