La transición
▲ Los profesores que verdaderamente sostienen la educación superior en México carecen de un sueldo justo, no pertenecen a programas de apoyo y en muchos casos no cuentan con las prestaciones básicas de ley, asegura Manuel Gil Antón, investigador de El Colegio de México. En la imagen, la fachada de la Universidad de Guadalajara.
En México existe una profunda de-sigualdad entre los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y aquellos académicos de tiempo parcial, cuyas condiciones laborales son lamentables, aseguró Manuel Gil Antón, de El Colegio de México.
Además, consideró que haber sacado el dinero de la lógica contractual y transferirlo a los llamados bonos de productividad ha generado una grave segmentación en el gremio académico y de investigación en el país.
Explicó que hay una primera clase, con sueldos de 46 mil pesos mensuales, en promedio, de los cuales 50 por ciento no es contractual, sino producto de esos bonos; ahí es donde están los miembros del SNI.
En segundo término, agregó Gil Antón, está la clase turista, con un ingreso promedio de 23 mil pesos mensuales.
Y en tercer lugar, en el inframundo, dijo, están los profesores que verdaderamente sostienen la educación superior en México. Ellos son casi 320 mil de los 400 mil académicos que hay en el país. A ellos les pagan por horas, 80 pesos por clase, en promedio, en caso de pertenecer a universidades públicas, 150 en las privadas y 50 pesos en las populares.
Durante el seminario Mercados, Privatización y Gestión en Educación Superior en México, realizado en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el especialista en educación superior sostuvo que estos últimos profesores no sólo carecen de un sueldo justo, sino que no pertenecen a ningún programa de apoyo y en muchos casos no cuentan con las prestaciones básicas de ley.
Además, señaló, “no tienen años sabáticos, van corriendo de un sitio a otro para cubrir horas-clase que les permitan tener un sueldo decente, se les ve calificando en el Metro, durmiendo poco, preparando clases sin que se pague un peso por ello.
En un comunicado de la UAM, el especialista dijo que tras elegir el sistema de bonos de productividad, también se modificaron los requisitos para la actividad y esto orilló a los profesores a doctorarse y a destinar más tiempo a la investigación, lo cual provocó el descuido de la calidad en la docencia, publicando sólo por cantidad sin la preocupación de eventuales lectores y aceptando ser evaluado para ser merecedor a los bonos adicionales.
Foto La Jornada
De la Redacción
Periódico La Jornada
Viernes 20 de julio de 2018, p. 5
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