Guillermo Almeyra /II y último
Los mexicanos no siguieron a un hombre que les hizo una promesa como tampoco lo hicieron antes con tantos otros meros formuladores de promesas: siguieron a un hombre que los llamó a una acción y que se daba cuenta de que sólo con la movilización popular podía vencer al poder y llegar al gobierno. Morena empezó ser creíble en sus primeros tiempos cuando comenzó a organizar núcleos de base y tenía aún un lenguaje y una dirección de centroizquierda.
AMLO canalizó la voluntad de millones de personas de imponer de modo pacífico –con las elecciones– un cambio social que conservase todo lo que están perdiendo. Marcos-Galeano muestra por eso una vez más su desprecio por el pueblo mexicano porque el finquero, es cierto, sigue siendo el mismo (el capital financiero internacional) pero el cambio de capataz y de mandamases le ha sido impuesto por la rebelión contra los capataces y por el miedo de los capitalistas a la movilización y la organización de los trabajadores. Esa fue la causa de la división de la burguesía y es un insulto al pueblo mexicano creer que, como las ratas, sigue la música de las promesas de un flautista de Hamelín.
Ahora mismo, antes de que AMLO asuma su cargo, los ejidatarios de Atenco, en lucha añosa contra el aeropuerto que quería Fox, los mineros escandalizados por las declaraciones de Romo sobre las zonas económicas especiales o grupos de estudiantes universitarios exigen ya aclaraciones y medidas concretas.
El pueblo no siguió una promesa y mucho menos aún las promesas derechistas y las prendas que AMLO dio al poder. Por el contrario, encontró una posibilidad inmediata y factible de acción aunque fuese mediante una votación masiva y sin precedente para evitar el fraude acostumbrado.
AMLO vive actualmente su periodo de gracia y cuenta –por ahora– con el apoyo de parte de la derecha de los capitalistas, de los moderados, del centro izquierda y de la izquierda reformista, además de los indígenas, campesinos y obreros que votaron esperando imponer un cambio. Como Madero reúne a ex gobernadores porfiristas como Carranza (en este caso políticos priístas y panistas), pero también a los Villa y a Zapata de hoy. En Chiapas AMLO logró 71 por ciento de los votos: ¿son finqueros o borregos los que lo votaron a pesar de los ex PRI y ex PRD que integraban su lista? Ganó también en casi todo el país: ¿fue gracias a la incorporación a Morena de viejos enemigos acérrimos, derechistas e impresentables, como dicen algunos en Morena?
Sus votantes tienen motivación propia y sopesan los actos del neopresidente. Su apoyo a Peña hasta el último minuto, por ejemplo, o la recepción de los saludos de Salinas, Fox, Calderón y Peña, multiasesinos y enemigos del pueblo, o el no haberse reunido prioritariamente con los de Atenco, con los familiares de los 43 de Ayotzinapa o con los mineros en lucha como primera medida de un presidente electo, son simbólicos y no pasan desapercibidos y AMLO debería conocer el peso tienen los símbolos...
Un país dependiente, sometido a Estados Unidos militarizado, con casi un cuarto de millón de muertos y desaparecidos en los pasados sexenios, otro cuarto de sus habitantes en la pobreza y 15 por ciento en la indigencia no se arregla con medias medidas ni con negociaciones turbias con los causantes del desastre ni en unos pocos años. Sobre todo cuando la guerra comercial iniciada por el loco de al lado tendrá enormes recaídas sobre la frágil economía mexicana y cuando el capitalismo espera desarrollar la inteligencia artificial y no necesitar más ni siquiera los miles de millones de parias que pueblan los países con mano de obra super abundante y baratísima y ni se preocupa por el desastre ambiental. ¿Cuál es la estrategia de AMLO a largo plazo?
Los votantes de AMLO todavía no desataron el paquetey no ven su contenido. ¿Como Zapata romperán con el nuevo Madero? ¿Éste les enviará un Huerta para someterlos? ¿O podrán hacer comprender al AMLO-Madero que su línea actual lleva directamente a Huerta incluso con pacto de la embajada gringa?
Después del momento del voto, llegó el de la organización de la relación de fuerzas que la votación reveló. Los comités de Morena o de las organizaciones sociales deben ser organizadores en sus lugares respectivos de un censo de problemas y necesidades y estudiar con qué se podría contar para empezar a construir soluciones. Sin esperar a nadie, hay que comenzar a construir la nueva casa-México, desde los cimientos mismos y de acuerdo a lo que convenga a sus habitantes y no al gran capital. Las transformaciones no serán obra de los futuros ministros o gobernadores sino de quienes las necesitan y votaron para empezar a hacerlas posibles. La oligarquía ha recibido un golpe pero está ahí, agazapada y por eso es necesario también construir Juntas de Vigilancia y Defensa. Porque, parafraseando a Brecht, el viejo vientre inmundo es aún fértil y las estirpes de Huertas, en México, aún no han acabado.
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