Gabriela Rodríguez
“Un beneficio que la opresión ofrece a los opresores, es que el más humilde de ellos se siente superior…”
Simone de Beauvoir
La esperanza que estamos viviendo ante la victoria electoral de movimientos políticos que cambiaron muy positivamente el tablero del poder, se ve ensombrecida por guerra sucia y actos de violencia que se dieron paralelamente en ciertos territorios, como en el que yo vivo. Además de los más burdos actos de violencia, María Rojo, la candidata por Morena a la alcaldía de Coyoacán, fue víctima de violencia política en razón de género.
En nuestras propias narices vimos cómo personal del gobierno de la delegación y personeros del PRD agredieron a las candidatas Claudia Sheinbaum y María Rojo, además de amenazar a la gente para imponerse como ganadores en la elección. Cerca de 300 vecinos de Coyoacán reunieron las pruebas y testimonios de compra descarada del voto, amenazas de perder permisos comerciales y programas sociales, así como agresiones físicas y sicológicas que fueron entregados a la candidata Rojo en un mitin, para que presentara denuncias ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade). Vamos a acabar con la impunidad y con estos hampones de Coyoacán, afirmó en ese encuentro Alejandro Encinas, candidato triunfador a la diputación de otro distrito coyoacanense, y al parecer, futuro subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración del próximo gobierno federal.
En esta demarcación la guerra sucia fue espesa y llegó a subir de tono en los pasados días de campaña. Toda vez que las encuestas colocaban arriba a María Rojo para gobernar Coyoacán por segunda vez, durante el día y la noche la amenazaron de muerte, echaron balazos afuera de su casa, enviaron provocadores para pintar y tapar la fachada de su casa con carteles que la calumniaban hasta de asesina. Hasta el día de hoy, María teme por su integridad. Los perredistas Mauricio Toledo, Raúl Flores y el futbolista Manuel Negrete (el último es candidato opositor del PRD y PAN) han sido señalados como perpetradores de la compra de votos, difamación, hostigamiento electoral y hoy confirmamos que a esas agresiones se suman actos de violencia política en razón de género.
Tal como presentó ante el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) la maestra Geru Aparicio Aviña en peritaje sicológico-victimológico, el cuerpo y la imagen de María Rojo como actriz fueron utilizados para desprestigiarla, lo cual no sólo afectó su candidatura, sino que también fue una agresión hacia todas las mujeres que buscan ejercer sus derechos políticos. En postes cercanos a las casillas electorales y en todas nuestras casas se distribuyeron pancartas y volantes cuestionando la moral sexual de la candidata, reprodujeron recuadros de películas que protagonizó la muy reconocida actriz mexicana, se editaron escenas eróticas tratándolas como si fuesen cine porno, sin el menor escrúpulo ni claridad conceptual: María en ropa interior, desnuda, semidesnuda, y en escenas sexuales explícitas que son aceptables y legales en el marco del cine comercial para adultos. A raíz de la campaña, María Rojo fue afectada en menoscabo en sus derechos de personalidad, mediáticos y políticos; se violentó su dignidad, integridad física y mental, así como su patrimonio moral y político. Además de obstaculizar el reconocimiento y triunfo electoral de la candidata, la campaña trastoca a todas las mujeres y desincentiva la participación política de las mismas. Como Estado, la Fepade tendría que garantizar y proteger los derechos políticos de las mujeres, así como sancionar y reparar el daño que afectó a María Rojo. Se trata de una violencia simbólica que fortalece la misoginia y el menosprecio a la sexualidad de las mujeres, actitudes que encuentran eco en una sociedad que no termina de aceptar ni el erotismo ni el poder femenino.
Twitter: @Gabrielarodr108
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