Lev M. Velázquez Barriga*
La Jornada
La idea de materializar una
sola agenda mundial que estandarice los sistemas educativos nacionales,
hegemonizando los principios empresariales de la calidad y la
evaluación como medio para alcanzarla, ha sido una tarea sistemática de
las multinacionales que representan al neoliberalismo a escala global,
algunas veces condicionando el financiamiento a la intervención de los
bancos mundiales y regionales, otras imponiendo el poder de las
oligarquías en esquemas que se disfrazan de cooperación y construcción
de políticas públicas, una más legitimando los intereses del capitalismo
mediante los organismos internacionales.
La síntesis más reciente (2015) de esta agenda mundial de educación
del neoliberalismo es el Objetivo para el Desarrollo Sostenible Número 4
(ODS4), porque los esfuerzos del Banco Mundial, del Banco
Interamericano de Desarrollo y de la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económicos, arribaron de manera protagónica a los espacios de
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (en inglés Unesco), definiendo el rumbo educativo que
atenderá las demandas del capitalismo del siglo XXI durante los próximos
15 años.
Para Luis Bonilla Molina, especialista en la Unesco, el ODS4
evidencia la hegemonía actual del neoliberalismo educativo en la construcción de políticas educativaspero también del proceso neocolonizador que posibilita la
disolución progresiva de las autonomías conceptuales y operativas de los Ministerios de Educación nacionales(http://otrasvoceseneducacion .org/ archivos/256021) que terminan siendo incapaces de construir alternativas basadas en la historia plurinacional de cada país y en las pedagogías propias de la tradición latinoamericana, o bien, basadas en las cosmovisiones originarias.
Esta neocolonización conceptual y falta de autonomía ha sido muy
visible en los gobiernos neoliberales y la Cuarta Transformación no es
la excepción a la regla. En todo el proceso de la reforma no han sido
capaces de defender la narrativa del
bienestar social; lo mismo sucedió con los aliados parlamentarios, el Partido del Trabajo presentó una iniciativa de ley que proponía la descolonización de los saberes y los conocimientos, la emancipación social y la comunalidad indígena como un eje fundamental de la educación, pero finalmente se inclinaron por un dictamen que desechó casi por completo su propuesta, aceptando lo que ya venían promoviendo en educación temprana los partidos del Pacto por México y las organizaciones de la sociedad civil empresariales. Ni siquiera pudieron resignificar las conceptualizaciones del discurso de la derecha, tan sólo parafrasearon lo que ya está en el ambiente de la reforma educativa de globalización económica.
Cuando el Presidente de México celebra que la cámara de Diputados
haya aprobado el dictamen porque con esto se da marcha atrás a una
imposición que vino del extranjero, está engañando a los mexicanos. El
proyecto de decreto que fue turnado a la Cámara de Senadores contiene
los rasgos esenciales del
Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanasque desde el sexenio de Peña Nieto fracturó la esencia del artículo tercero para forzar ahí la regulación de las relaciones laborales de la carrera docente y los directivos, en donde las evaluaciones son el instrumento principal para alcanzar la calidad, tal cual ha pregonado el discurso hegemónico de la agenda mundial para las reformas educativas.
También recupera los conceptos que el empresariado internacional
hegemonizó mediante el ODS4, pero que fueron esterilizados para no
sembrar ninguna rebeldía o demanda de justicia social; es así como
educación inclusiva y equitativa de calidad promueven la estandarización
de las diferencias cognitivas, de los contextos escolares, de la
formación de especialidades docentes, para que todo pueda ser evaluado
bajo parámetros de certificación uniformes y para que la diversidad de
género desemboque en igualdad de oportunidades y derecho a la
apropiación homogénea de aprendizajes y las habilidades necesarios para
la economía global. En la misma lógica, otros conceptos como la
educación para la paz y el desarrollo emocional, sitúan la violencia en
los factores individuales para no atender los estructurales, la
resolución de conflictos interpersonales tiene como trasfondo el
desarrollo de las competencias necesarias para modelos empresariales que
tienden a la autonomía y la dispersión de los trabajadores, en cuyas
circunstancias no hay otra opción más que autorregular su propia
explotación.
Mientras algunos celebran la cancelación de la reforma administrativa
y laboral, su carácter punitivo o el reconocimiento de la educación
inicial, la oligarquía internacional sabe que con la reforma en proceso
está disputando con ventaja el control de la totalidad: de la política
educativa; la organización gerencial de la escuela; el currículo
focalizado en el desarrollo de habilidades laborales; la elaboración y
orientación por competencias de los materiales educativos; la formación
instrumental, despedagogizada y despolitizada de los docentes para
facilitar la asimilación de la subjetividad neoliberal en la escuela, la
precarización en el trabajo y la meritocracia en la profesionalización;
pero todos estos procesos atravesados por el discurso de la calidad y
la excelencia; medidos, certificados y estandarizados por las
evaluaciones que se definen en órganos autónomos nacionales o
multilaterales en donde las corporaciones económicas están a la cabeza.
* Doctor en pedagogía crítica
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