Deuda creciente hundió a Pemex
Al máximo con Calderón y EPN
Contra viento y marea, el
presidente López Obrador intenta reflotar a Petróleos Mexicanos (Pemex)
para que la ex paraestatal retome el camino productivo, erradique la
corrupción, reconstruya sus finanzas y contribuya al desarrollo
nacional. Cierto es que la tarea es por demás complicada, aunque no
imposible.
Quienes en gobiernos anteriores se mantuvieron silenciosos ante el
constante deterioro de la ahora empresa productiva del Estado, ahora
ponen el grito en el cielo por el notorio deterioro de Pemex y achacan
culpas a la administración entrante, con todo y que
nosotros no teníamos nada que ver con el gobierno (anterior), pero nos toca pagar los platos rotos (por) una política económica ineficiente caracterizada por el saqueo y la corrupción(AMLO dixit).
Seis gobiernos neoliberales al hilo destrozaron a Pemex, siempre en
aras de abrir brecha para lograr su anhelada privatización energética
sin dejar de exprimir (corrupción incluida) y, paralelamente, endeudar, a
la empresa.
Como bien advierte el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas
(CEFP) –de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes–, Pemex ha
requerido de recursos adicionales (obtenidos mediante deuda) para su
operación, debido a diversos factores, entre los que destacan, en primer
lugar, su función de financiamiento del Estado mexicano, que implica un
régimen fiscal oneroso, el cual, a pesar de haberse flexibilizado al
paso de los años, continúa siendo muy gravoso para la empresa, hecho
que, combinado con las necesidades de altos montos de inversión, propios
del sector, y aunado a la falta de una adecuada planeación financiera,
ha generado una tendencia al endeudamiento de la empresa.
En años recientes (concretamente entre 2010 y 2018) esta situación se
acentuó, debido a la creciente declinación de la producción petrolera y
a la alta volatilidad de los precios de exportación. Y en materia de
endeudamiento se aprecia que las condiciones financieras en términos de
plazo y costo no fueron las más favorables debido a que se hicieron
diversas colocaciones a plazos menores de cinco años y mayores tasas de
interés, lo que podría estar afectando la situación financiera de la
empresa.
Hasta antes de la reforma energética la contratación de
deuda de la ex paraestatal estaba a cargo del gobierno federal, pero
administrada y registrada por ella. A partir de 2015 se otorgó a Pemex
un régimen especial, con mayor autonomía, para acudir a los mercados
financieros y contratar financiamiento, con lo que el gobierno federal
dejó de ser el garante financiero de su débito.
Desde 2010 la deuda de Pemex observó una tendencia creciente, acentuada a partir de 2013 (año en que se presenta la reforma
energética al Congreso), debido a factores como el incremento de
requerimientos para mantener en línea los gastos de inversión con los
planes de negocio, la reducción de la producción y una caída
generalizada del precio de los hidrocarburos.
Entre 2010 y 2018 las obligaciones financieras de Pemex se
incrementaron a una tasa media de crecimiento anual de 12 por ciento en
términos reales, pero llegó a 18.5 sólo con Peña Nieto. Destacaron los
ejercicios fiscales de 2014, 2015 y 2016, con avances de 31.1, 27.6 y
25.4 por ciento en términos reales, respectivamente.
De 2010 a 2018 el saldo de la deuda de Pemex se multiplicó por tres,
al pasar de 649 mil millones a poco más de 2 billones de pesos (casi un
billón 300 mil millones corresponden al sexenio peñanietista, el de la reforma
energética), de los que alrededor de 86 por ciento es deuda externa y
el resto interna. En ese periodo el costo financiero aumentó, en
promedio, 4.4 por ciento en términos reales.
Y todo ello se registró entre 2010 y 2018, no a partir de diciembre de 2019.
Las rebanadas del pastel
Con el peor resultado de su historia, el neofranquista
Partido Popular se hundió en las elecciones españolas, lo que constituye
una excelente noticia. El PSOE sería el ganador (sin mayoría absoluta
para formar gobierno), lo que quién sabe si es una buena nueva. Podemos
puede ser la diferencia.
Twitter: @cafevega
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