Destaca que los recursos asignados al FONE en 2017 equivalían a la
deuda pública del país o al total de pensiones a cargo del gobierno
federal. No obstante, dicho fondo creado en 1998 siempre fue manejado
con opacidad y con este se paga el sueldo del 80 por ciento de los
trabajadores de sistema público de educación básica y normal para un
millón 750 mil 292 plazas que ocupan 956 mil 282 personas.
En un principio las plazas las controlaba el gobierno federal, pero a
partir de 1963, con los cambios a la Ley Federal de los Trabajadores al
Servicio del Estado, se le otorgó el manejo del 50 por ciento al
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y en 1992, con
la descentralización educativa, los gobernadores de los estados también
entraron a la repartición del tesoro laboral, es decir, el pago de la
nómina.
Una década más tarde, con la reforma de Enrique Peña Nieto del 2013
con la cual se creó la Ley General del Servicio Profesional Docente, se
le arrebató al SNTE el manejo del 50 por ciento de las plazas ya que a
partir de la nueva norma se estableció que estas se otorgarían mediante
concursos de ingreso y promoción. A los gobernadores también se les sacó
de la jugada ya que la Ley de Coordinación Fiscal les quitó la
posibilidad de controlar los recursos de la nómina del magisterio.
El negocio de la nómina y el manejo de las plazas ya no lo tuvo ni el
SNTE ni la disidencia magisterial integrada en la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación (CNTE) y tampoco los gobernadores.
Dicho negocio, señala la reportera Sonia Del Valle, generaba una
economía millonaria.
“De acuerdo con especialistas como José Raúl Portillo, Premio
Nacional de Finanzas Públicas 2013 por su análisis sobre el fondo
educativo, señalaban que el FONE genera economías cercanas a los 20 mil
millones de pesos al año”, señala Del Valle en su investigación.
Explica que una “economía” se da cuando un maestro se jubila y el
Estado ocupa la nueva plaza. La diferencia entre la plaza del maestro
jubilado que era de 50 mil pesos con los 10 mil pesos que puede costar
ocupar la nueva plaza da una diferencia de 40 mil pesos. Dicha
diferencia o “economía” era desviada por los gobernadores para realizar
otros programas sociales con fines políticos o electorales.
La opacidad en el manejo de los recursos federales por parte del SNTE
y de los gobernadores dio lugar a una enorme maquinaria de corrupción, a
un negocio millonario con el que se enriquecieron líderes sindicales,
se financiaron campañas electorales y se entronizaron a políticos en los
niveles más altos del gobierno.
Por cierto… El negocio de la educación es solo una
parte de la gran investigación de Sonia Del Valle, exreportera del
diario Reforma, cuya tesis “El Juego de Juan Pirulero. La política
educativa en México”, con la que se tituló en la maestría de periodismo
político de la escuela Carlos Septién García, aporta muchos elementos de
análisis dignos se ser retomados. Uno de ellos es que las reformas
educativas de los últimos cuatro gobiernos olvidaron al principal actor:
los alumnos. Porque lo que se atendieron fueron los intereses de
maestros, líderes sindicales y gobernantes.
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