MÉXICO, 12 may (IPS) - A pesar del riesgo potencial que representan las fuentes radiactivas "huérfanas", extraviadas o en desuso, México carece de un control pleno sobre esos materiales utilizados en la medicina o la industria.
Un ejemplo de esta situación es una unidad de cobalto-60, dañina para el ambiente y la salud humana, contenida en un aparato de radioterapia marca Picker, modelo C-8, en desuso y localizado en la norteña Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos, según pudo averiguar IPS.
La ubicación y el retiro de esa fuente fue parte de un proyecto de recuperación de fuentes perdidas o vetustas implementado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas inglesas), con sede en Viena.
Para ello, el organismo internacional contrató a la empresa estadounidense Neutron Products Inc, encargada de reunir y desarmar en su país los materiales de este tipo procedentes de los países americanos ubicados al sur del río Bravo.
"Cuando esas fuentes están registradas, la autoridad tiene un estricto control muy adecuado. El problema viene cuando muchas de ellas entran por vías no legales.
Si se quiere comprar una máquina para tomografías y se quiere evitar los costos de importación, se adquiere de contrabando", señaló a IPS Benjamín Ruíz, académico de la Facultad de Química de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
La Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS), dependiente de la Secretaría (ministerio) de Energía, es la responsable de supervisar todas las actividades relacionadas con materiales radiactivos.
La Gerencia de Seguridad Radiológica, de la CNSNS, ha emitido en los últimos años al menos 1.897 licencias para posesión de este tipo de materiales. Pero la fuente de cobalto-60 citada no figura en sus registros ni hay un responsable técnico del manejo de ella.
"Las fuentes grandes están bien controladas!", aseguró a IPS Juan Eibenschutz, director general de la CNSNS. "En los 10 años que llevo en el cargo se habrán dado casos de tres o cuatro fuentes muy pequeñas perdidas y no recuperadas", añadió.
El problema con estos materiales que están fuera del radar gubernamental es que terminan en las ventas de chatarra, que luego son adquiridos por la industria metalúrgica.
Precisamente fue esa la causa del accidente, el peor registrado en la historia de México, ocurrido a mediado de los años 80 con una unidad de radioterapia que contenía cobalto-60 y que había sido traída de contrabando en 1977 desde Estados Unidos por pedido del privado Hospital de Especialidades de Ciudad Juárez.
Esa máquina fue vendida en 1983 por dos empleados del hospital a la chatarrería el Yonque Fénix, que a su vez la trasladó a la entonces empresa estatal Aceros de Chihuahua, que la usó para producir piezas metálicas y luego distribuirlas en 16 de los 32 estados mexicanos. Las autoridades afirmaron en 1985 que se detectaron 17.636 construcciones con varilla contaminada.
La empresa Tubos de Acero de México derritió en junio de 2008 cesio-137, un isótopo potencialmente nocivo, en una fábrica en el sudoriental estado de Veracruz, sin que la acerera pudiera rastrear el origen del material.
"La industria tiene temas pendientes en el depósito de fuentes radioactivas selladas, plan de cierre de instalaciones y el transporte de materiales radioactivos", declaró a IPS Edmundo de Alba, asesor del Instituto Nacional de Ecología y miembro del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.
La CNSNS efectuó en febrero 37 inspecciones a instalaciones radiactivas, por debajo de la meta estipulada de 55. Atendió, además, una emergencia radiológica, sin especificar el tipo de suceso.
Al menos 7.733 personas trabajan con fuentes de radiación, según el ente supervisor, que en los últimos años ha investigado 42 casos de exposición a dosis atípicas.
Desde 1999, el Proyecto de Recuperación de Fuentes Externas de Estados Unidos, administrado por el Laboratorio Nacional de Los Álamos, ha recogido 24.029 fuentes radiactivas abiertas en ese país, 479 en Perú, 431 en Chile, 127 en Brasil, 36 en Ecuador, 19 en Argentina y dos en Uruguay, pero ninguna en México.
Desde 1984 ha habido accidentes de consideración en México, El Salvador, Costa Rica, Perú, Bolivia, Chile y Brasil.
La empresa Neutron Products Inc no respondió a la consulta de IPS y la IAEA adujo que todos sus expertos están concentrados en la atención al accidente nuclear en la planta japonesa de Fukushima, luego del terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo pasado.
La forma de evitar filtraciones es que la autoridad "hiciera una inspección adecuada en todos los hospitales de los servicios que ofrecen, en cuáles hay necesidad de equipos con fuentes radioactivas y que el administrador demuestre cómo lo compró, cuándo, cuáles son sus planes de manejo", según Ruíz.
"El problema de identificar las fuentes es que no hay un registro de las fuentes que existen", enfatizó el experto.
En 2010, la base de datos sobre tráfico ilícito de la AIEA recibió al menos 222 notificaciones de incidentes, como posesión no autorizada e intentos de venta y contrabando de material radiactivo y robo o extravío de fuentes.
"Existen algunos incidentes que han obligado a incrementar el control e información internacional de fuentes", indicó Eibenschutz.
El gobierno mexicano y la AIEA suscribieron en diciembre pasado el Marco Programático Nacional, un tratado que estipula la cooperación técnica entre los Estados parte y el organismo, para el periodo 2011-2015.
Las áreas prioritarias incluidas son energía nuclear y manejo de desechos radiactivos, radiación y seguridad nuclear, así como salud humana, seguridad alimentaria y gestión del agua y protección ambiental. (FIN/2011)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario