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Deben recibir trato adecuado en sector salud
Por Anayeli García Martínez
México, DF, 10 may 11 (CIMAC).- Ser portadora del VIH no impide ejercer la maternidad libre y voluntaria, afirma Luz, una mujer que en 2004 fue diagnosticada con el virus y quien hace un año se convirtió en madre por segunda vez.
“Cuando me enteré que tenía VIH no quería saber nada. Estaba triste, enojada… Después, cuando me dijeron que estaba embarazada, me dio miedo. ¿Y si (el producto) tenía una malformación o estaba infectado?”, relata Luz.
En 2004 su esposo se enfermó gravemente. Un mes antes de que muriera se enteró de que él tenía Sida. Luz se hizo la prueba para saber si había adquirido el virus… resultó positiva. Llena de enojo y rencor decidió olvidarse de su vida sexual.
De inmediato se sometió al tratamiento antirretroviral y acudió a talleres donde, cuenta, le enseñaron a canalizar sus emociones y le hablaron de las infecciones de transmisión sexual (ITS), de otras enfermedades y de los derechos sexuales y reproductivos.
En opinión de Alejandrina García Rojas, coordinadora del programa Mujeres y VIH de la organización Salud Integral para la Mujer (Sipam), existe la falsa creencia de que las mujeres con VIH no pueden ejercer su vida sexual y que no pueden ser madres.
La especialista explica que en el imaginario popular el VIH/Sida se relaciona con lo sexual y con la muerte, razón por la cual las mujeres portadoras del virus son discriminadas y optan por no ejercer su maternidad pese a que pueden hacerlo de forma segura.
Datos del Consejo Nacional para la Prevención y el Control del VIH/Sida (Censida) indican que para diciembre de 2010 había 225 mil personas con VIH, de las cuales 0.2 por ciento eran mujeres. Es decir, por cada mujer contagiada hay 4.6 hombres. Sin embargo no hay cifras exactas de mujeres positivas y embarazadas.
No obstante, García Rojas señala que la mayoría de estas mujeres viven con el estigma del VIH, un virus que se transmite a través del semen, secreciones vaginales o sangre. Una mujer embarazada puede transmitirlo al producto durante el parto, momento en que se generan heridas microscópicas en ambos.
Si bien la vía perinatal es un factor de riesgo, la especialista indica que los servicios de salud deben ofrecer la prueba de VIH a las mujeres gestantes como un método para evitar el contagio al producto.
LOS SERVICIOS DE SALUD
El Programa de Acción Específico 2007-2012 “En Respuesta al VIH e ITS” del Censida señala que para disminuir en un 87 por ciento la transmisión del virus es imprescindible incluir la oferta rutinaria de la prueba a todas las mujeres embarazadas que se atienden en las instituciones del sector salud.
Advierte que se debe garantizar el abasto de insumos para la realización de las pruebas, sensibilizar a mujeres embarazadas y sus parejas masculinas sobre los beneficios de la prueba, e implementar sanciones administrativas a los proveedores de servicios de salud y funcionarios públicos que incumplan con este deber.
Si bien estos lineamientos buscan integrar la salud reproductiva y el VIH y disminuir nuevas infecciones entre mujeres, niñas y niños, como lo plantean los Objetivos del Desarrollo del Mileno, Alejandrina García señala que hay obstáculos para cumplir estas disposiciones.
“Hay una contradicción en el sector salud, porque si bien la NOM-010 para la prevención y el control de la infección por VIH señala que se debe ofertar la prueba, la NOM-007 Atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio y del recién nacido, no indica esta obligación”, sostiene.
Esto es grave porque las mujeres embarazadas llegan a los servicios de perinatología (donde no se ofrece la prueba) y no a los de VIH/Sida. De acuerdo con el Censida, en 2006 el sector salud realizó aproximadamente 150 mil pruebas de detección de VIH en embarazadas y para 2009 el número ascendió a 949 mil 625 pruebas.
Debido a la falta de armonización de las normas, no todos los servicios ofertan la prueba, critica la experta. Ante esto afirma que la Coalición por la Salud de las Mujeres, una red de organizaciones civiles, propone que en ambas normas quede claro el derecho a la prueba.
MATERNIDAD: UN DERECHO
Luz no tuvo que realizarse la prueba porque ya sabía que era portadora del VIH, llevaba un seguimiento médico y un tratamiento antirretroviral. Cuando se enteró que estaba embarazada no quería ser madre por miedo de contagiar al producto. Pero tenía un embarazo avanzado de cinco meses, así que decidió seguir con él. En abril de este año su hija cumplió un año.
Los médicos la atendieron de acuerdo con los lineamientos técnicos para la prevención de la transmisión vertical del VIH. Es decir, le retiraron algunos antirretrovirales y le hicieron una cesárea. Aunque cabe aclarar que en mujeres con carga viral muy baja es posible el parto vaginal sin ningún riesgo.
“Es maravilloso ser madre. Creí que ya no podía serlo por mi historial médico. Hoy tengo esa alegría”, expresa Luz. Desde que nació su bebé le dieron un tratamiento antirretroviral y cada mes va a consulta médica.
Su hija acaba de cumplir un año y es tiempo de que se haga la prueba de VIH. De acuerdo con los doctores no hay indicios de que tenga algún problema pero debe seguir en observación un año más. “Y aunque saliera positiva tengo más ganas de luchar por ellas y por mí”, sostiene.
La especialista Niza Picasso, integrante de la Comunidad Internacional de Mujeres viviendo con VIH/Sida (ICW, por sus siglas en inglés), explica que la maternidad sin riesgos es posible.
Cuando una mujer con VIH desee ejercer su derecho a la maternidad lo puede hacer. Incluso puede tener un parto vaginal cuando su carga viral es muy baja, es decir, cuando el virus se ha multiplicado lentamente o muy pocas veces.
Finalmente hay que seguir el protocolo: no amamantar y tomar las medicinas. En todo caso sólo faltan instancias de salud, prestadores de los servicios y recursos económicos para las pruebas, esto asegurará el ejercicio de este derecho, concluye.
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