Cannes, 10 de mayo. Al margen de que el festival de Cannes comience hoy con el lugar común de los programadores de cine –una película de Woody Allen– su sección competitiva se antoja promisoria. Aunque no faltaron algunos cineastas consentidos de la Croisette –Pedro Almodóvar, Nuri Bilgué Zheylán, los hermanos Dardenne, Aki Kaurismäki, Nanni Moretti y Lars Von Trier, por ejemplo– la selección no tiene el acostumbrado cariz de club exclusivo, a juzgar por el número de nombres nuevos en la competencia, así como un par de óperas primas.
Otra cualidad interesante es la cantidad de cineastas femeninas. Cuatro en total, tal vez para compensar la casi total ausencia del año pasado: la japonesa Naomi Kawase, la australiana Julia Leigh, la francesa Maiwenn (así, un solo nombre) y la escocesa Lynne Ramsay. También llama la atención la diversidad de géneros. Nomás como muestra, esta será la primera vez que una película en 3D compita en Cannes. Se trata de Ichimei, remake del clásico Hara-kiri, de Masaki Kobayashi, a cargo del singular Takashi Miike. (Dada la naturaleza violenta del habitual cine de Miike uno prevé que uno deberá asistir a la función portando un impermeable.)
Por cierto, Japón es el único país asiático con representación. En un extraño giro, no hay películas chinas ni surcoreanas; tampoco tailandesas, como lo fue la ganadora de la Palma de Oro en 2010. Por su parte, Latinoamérica fue la región más ignorada en esta ocasión, siendo La piel que habito, de Almodóvar, la única muestra de cine hispanoparlante en la competencia.
La presencia de México también ha disminuido, en consecuencia. Hay tres participaciones, dos de ellas en sesiones especiales. La única película en la sección oficial Una Cierta Mirada es Miss Bala, cuarto largometraje de Gerardo Naranjo. Las otras son Días de gracia, del debutante Everardo Gout, a exhibirse a media noche, y El velador, documental de Natalia Almada, con una proyección especial en la Quincena de Realizadores. Por esta ocasión, en competencia no hay ni un cortometraje, así como tampoco hay un acto mexicano en la Semana de la Crítica, como se había acostumbrado en los años anteriores. (No es de suponer que en todo eso haya influido la llamada maldición de Florence. Simplemente tocó un año de menor participación.)
Por segunda vez consecutiva, el cine estadunidense tiene en competencia una presencia discreta con sólo dos títulos: Drive, debut en Hollywood del danés Nicolas Winding Refn, y The Tree of Life, de Terrence Malick, un hecho anticipado desde el año pasado, dadas la escasa producción del director y las circunstancias de misterio que rodean todos sus proyectos. Fuera de competencia hay dos pretextos para tumultos en la alfombra roja: The Beaver, de Jodie Foster, y la cuarta entrega de Piratas del Caribe.
Por vez primera habrá este año un país invitado con un día especial para rendirle tributo a su cine. Egipto estrenará esta nueva tradición y, con ese motivo, será la premier de la película colectiva 18 jours (18 días), testimonio de 10 directores egipcios sobre los hechos recientes que derrocaron al gobierno de Hosni Mubarak. También se otorgará una Palma de Oro honorífica al cineasta italiano Bernardo Bertolucci, en otra nueva modalidad a volverse anual.
¿Otras razones para estar optimistas? No hay películas que duren cinco horas y media, con una sola proyección para público y prensa; tampoco hay hallazgos filipinos como Brillante Mendoza (quien sí tenía un opus nuevo pero no fue seleccionado); ni todo parece haberse filmado bajo el signo del tremendismo y el azote, como ocurrió en 2009. El sol brilla en la Costa Azul y es de esperar que ese buen clima se mantenga también en sentido cinematográfico.
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