Primer Foro internacional ’Mujeres moviendo el mundo"
No es que haya más mujeres pobres, es que la mayoría de las veces los hogares más vulnerables están encabezados por ellas; de allí sale el término ‘feminización de la pobreza’
Bogotá,
05 nov. 13. AmecoPress/El Tiempo.- De las 1.200 millones de personas
que viven en la pobreza, el 70 por ciento son mujeres. Y un tercio de
los hogares más vulnerables del mundo están a cargo de ellas.
Sin
embargo, a medida que se insertan al mercado laboral y perciben
ingresos, son capaces de cortar la perpetuación de la pobreza, pues se
ha comprobado que invierten casi el 90 por ciento de sus recursos en la
salud, alimentación y educación de sus hijos lo que, a la postre, se
traduce en futuros adultos más productivos para la economía de un país.
Los expertos
afirman, incluso, que, de fomentarse la plena inclusión económica de la
mujer en las áreas rurales, la producción agrícola mundial crecería
entre el 2,5 y el 4 por ciento, lo que sacaría de la pobreza a cerca de
150 millones de personas.
Para no ir más
lejos: estimaciones del Banco Mundial afirman que, si la mujer
participa más en el mercado laboral de un país, la economía podría
crecer entre un 10 y un 25 por ciento.
“Es claro que la pobreza femenina frena el crecimiento económico mundial.
Hay que
insertar a las mujeres al mercado laboral”, afirma Mayra Buvinic,
experta internacional en temas de género y desarrollo social, que se
desempeña como senior fellow para la United Nations Foundation. Entre
el 2005 y el 2011 fue directora de Género y Desarrollo del Banco
Mundial. En entrevista, la experta, quien vino a participar en el
Primer Foro Internacional ‘Mujeres moviendo el mundo’, liderado por la
Fundación Juan Felipe Gómez Escobar, en alianza con el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), afirma que las mujeres de los
países con conflicto armado, como Colombia, son quienes soportan con
mayor fuerza el impacto de la pobreza.
¿Qué se entiende por ‘feminización de la pobreza’?
Hay una mayor
proporción de los pobres que están, básicamente, a cargo de las
mujeres. No es que haya más mujeres pobres, es que la mayoría de las
veces los hogares más vulnerables están encabezados por ellas; de allí
sale el término ‘feminización de la pobreza’. Pero si esa mujer pobre
tiene ingresos, logra sacar esos hogares de la pobreza, pues ellas
invierten en la salud y la educación de los hijos mucho más que los
hombres.
Se ha
comprobado que invertir en la mujer pobre es rentable, porque corta la
transmisión intergeneracional de la pobreza, dado que forma adultos más
productivos.
¿Qué porcentaje de los pobres del mundo son mujeres?
Es difícil
medirlo, pero lo que sí sabemos es que el porcentaje de hogares pobres
encabezados por mujeres sigue aumentando: se estima que es un tercio de
los hogares del mundo, particularmente en zonas de conflicto y
posconflicto. Además, el 80 por ciento de los desplazados son mujeres y
niños.
El conflicto armado perpetúa la pobreza femenina…
En situaciones
de conflicto armado, el 80 por ciento de las muertes corresponden a
hombres. La mujer queda sola y es allí donde se puede reproducir la
pobreza. Por eso, en un contexto de posconflicto es importante que los
Estados se preocupen por brindarles oportunidades económicas a las
mujeres. Lo que suele suceder es que estas oportunidades se les brindan
más a los hombres para que se desarmen y no les den vida a pandillas o
grupos criminales. En cambio, a la mujer se la incorpora en programas
para enfrentar la victimización. También hay que insertarlas al mercado
laboral.
¿De qué manera esa pobreza femenina impacta el desarrollo de un país?
Es claro que
la pobreza femenina frena el crecimiento económico mundial. Y aunque
los países pueden crecer por diversas razones, es claro que la
inserción laboral de las mujeres favorece un crecimiento más
sostenible. Estudios recientes demuestran que, cuando una mujer trabaja
y recibe ingresos, se empieza a romper el esquema cultural de que ellas
son inferiores a los hombres, pues la sociedad se empieza a dar cuenta
de que la mujer vale y empieza a invertir más en las niñas. En India,
por ejemplo, donde existen muchos call centers en aldeas pequeñas, han
entrado a trabajar allí mujeres jóvenes. No solo han mejorado sus
condiciones de vida y las de sus hijos, sino que se ha transmitido una
norma cultural de que la mujer y la niña valen más.
¿Qué factores culturales empobrecen a las mujeres?
Factores como
considerar que valen menos o que tienen que estar protegidas, lo que
implica limitar su libertad. Son mujeres que no salen a trabajar, no
pueden ir a un banco… Esto pasa mucho en el Medio Oriente y esto
implica una reducción de las oportunidades económicas de las mujeres.
Pero hemos encontrado algo interesante: los teléfonos móviles son una
salvación para ellas. Con esta tecnología, pueden hacer transacciones
bancarias y económicas en privado, obtener información sobre precios y
no tienen que consultar sus decisiones.
¿En qué países es más notorio esto?
Los estudios
que se han estado haciendo sobre el impacto del uso de los teléfonos
móviles en la productividad e ingresos de las mujeres se han hecho
básicamente en África, en lugares como Kenia y Nigeria. Estos teléfonos
son un método eficiente para darles la vuelta a las restricciones
culturales.
Usted
habla de que el adiestramiento en destrezas tradicionalmente femeninas
conduce a las mujeres a empleos mal remunerados. ¿En qué se las debe
entrenar?
Acabamos de
terminar un estudio muy grande, que es una colaboración entre Exxon
Mobil Foundation y United Nation Foundation, que evaluaba las cosas que
funcionan para expandir las oportunidades económicas de la mujer.
Encontramos, por ejemplo, que el entrenamiento tradicional de la mujer
pobre para gerenciar empresas no hace diferencia alguna en el
incremento de sus ingresos, si dura de dos a tres días. Lo que sí
funciona es el entrenamiento femenino ligado a las demandas del
mercado, donde participen los empleadores. Puede ser en algo
tradicional o no tradicional, lo esencial es que sea en algo que el
mercado requiera.
¿Está medido en puntos porcentuales el crecimiento de la economía con una mayor participación femenina en el mercado laboral?
No hay
estudios rigurosos; se hacen estimaciones; si la mujer estuviera más
integrada al mundo del trabajo, la economía crecería entre un 10 y un
25 por ciento. Esto se hizo para el Japón, donde la mujer no está
integrada al mercado de trabajo y la economía japonesa permanece
estancada.
¿En qué regiones del mundo hay mayor participación de la mujer en la economía?
En los países
del norte de Europa, particularmente. En cambio, los países del Medio
Oriente y de Asia del sur tienen una menor participación de la mujer en
el mercado laboral. En el caso particular de América Latina, se ha
visto en los últimos diez años una mayor participación de la mujer, y,
aunque la economía ha crecido, su progreso se ha estancado.
¿Y cómo califica a Colombia?
Es un país
particularmente avanzado en términos de la participación económica de
la mujer y es uno de los pocos países donde las diferencias de ingresos
entre mujeres y hombres casi no existen. Pero, cuando miramos los
sectores pobres e informales de la economía y las regiones en
conflicto, no sucede lo mismo y es donde se deben focalizar los
esfuerzos para brindarles oportunidades económicas a las mujeres.
Por otra parte, ¿cómo ve el acceso a la educación de las mujeres en el país?
Más que el
acceso, lo importante es una educación de calidad, algo preocupante en
toda la región latinoamericana. Pero, además de ello, preocupa la
transición de las mujeres de la educación al trabajo. El hombre hace
más fácil esa transición, pero ellas se pueden perder en ese tránsito
porque pueden quedar embarazadas a temprana edad y terminan en trabajos
precarios. Tiene que haber un apoyo a las mujeres para que utilicen su
formación hacia una transición efectiva al trabajo. Posponer la
maternidad en la adolescencia es una inversión simple y puede tener
altos retornos económicos hacia el futuro.
Finalmente, ¿qué recomendaciones hace al Gobierno para mejorar la calidad de vida de las mujeres?
Además de que
tengan acceso a educación de calidad, es insertarlas más al mercado del
trabajo; darles financiamiento, créditos para sus proyectos. En este
sentido, el sector privado juega un papel muy importante, pues debe
entrenar a la mujer para algo que exista en el mercado. Ella es un
recurso que funciona tan bien como el hombre.
Foto de: * Ana María García: Mayra Buvinic es experta internacional en temas de género y desarrollo social.
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