Gerardo Fernández Casanova
(especial para ARGENPRESS.info)
El mayor problema del neoliberalismo es que está pensado en las condiciones de una perfección ideal en la sociedad y la economía. Por ejemplo, el simple juego de la oferta y la demanda pudiera ofrecer la mejor conducción de la economía si se dieran las condiciones de la competencia perfecta: inexistencia de monopolios, suficiencia en la capacidad de consumo de la población y de información para decidir entre oferentes.
En la realidad tales condiciones están muy lejos de existir y, contradictoriamente, el tal neoliberalismo se encarga de alejarlas aún más. Si esto es cierto, como lo es, sólo el estado puede intervenir para subsanar tales imperfecciones, lo que implica otra contradicción, dado que el modelo pretende eliminar tal intervención. Es contradictoria la pretensión de lograr competitividad mediante la intervención del estado en el abaratamiento de la mano de obra y, por ende, en la reducción de la masa salarial que conforma el mercado interno, sin el cual el juego de la oferta y la demanda se hace aún más imperfecto. El libre mercado entre economías nacionales deja de ser libre cuando se registra una abrumadora asimetría entre los concurrentes, como sucede con el TLCAN; siempre la economía mayor dominará a la menor con lo que se rompe el principio de perfección de la competencia. Perogrullo se queda corto en la simpleza de estos razonamientos, pero ni así lo quieren entender los tecnócratas que nos gobiernan.
Lo peor del caso es que todas las contradicciones neoliberales han venido quedando establecidas bajo candados, sea de tratados, leyes o acuerdos de reestructuración de deuda. Por ejemplo, el TLCAN es un instrumento de dominación que es toda una cerrajería que ni el Gran Houdini pudiera vencer; ni siquiera López Obrador se aventura a postular su revisión. Los tratados bilaterales de Protección de Inversiones constituyen la más absoluta cesión de soberanía a cambio de dar seguridad a los foráneos para hacer lo que se les pegue la gana en el país. Los acuerdos, principalmente los establecidos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), se negocian en lo oscurito e incluyen cláusulas que obligan al país a adoptar políticas lesivas al interés nacional; las privatizaciones de empresas y actividades reservadas o desempeñadas por el estado; las leyes laboral, educativa, de pensiones, de telecomunicaciones; de vivienda y uso del suelo, las que eliminan el fomento agropecuario y el industrial, obedecen a los dictados de dichos organismos internacionales al servicio del gran capital y, particularmente, del Tesoro de los Estados Unidos, que es su verdadero dueño; en términos reales la renegociación de la deuda externa, tratada por traidores de la calaña de Salinas de Gortari, implica que el gobierno de México está sometido a la intervención administrativa de los acreedores, como si de empresa en quiebra se tratase.
Pero para garantizar que dicha intervención administrativa funcione conforme a sus intereses, se maneja con gran cinismo la intervención política. ¿Alguien piensa que puede llegar al poder un candidato que no se apegue a las condiciones del sometimiento? Imposible: 1988, 2006 y 2012 han dado muestra clara de la imposibilidad. La capacidad de manipulación e influencia del gran poder y sus organismos afines (léase CIA, DEA, USIS, etc.) es superlativa y cuenta además con la quintacolumna de la derecha criolla, verdaderos malandrines apátridas.
Con inteligencia mantienen estas cosas en gran secreto y engañan con sonrisas de buena voluntad. Quien quiera asomarse un poco al mundo podrá ir encontrando la pista para entender lo que aquí se oculta; siempre la trampa asoma su cola. Las noticias europeas son más difíciles de ocultar y en ellas se hace patente lo que aquí se niega, igual que en los países de América Latina que han sabido emanciparse del yugo imperial. Todo lo aquí dicho se corrobora pero Televisa jamás lo publicará.
El afán privatizador de petróleo y energía eléctrica, que se postula como modernización y competitividad, no es otra cosa que seguir obedeciendo los mandatos del FMI y del BM. Lástima que nos gobierne una caterva de lacayos dispuestos a obedecerlos, su chamba va de por medio.
Urge que el patriotismo vuelva por sus fueros. Hay que vencer a los que nos están vendiendo. ¡Viva México !
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