11/04/2013

México, Democracia Interrumpida, la mirada de Jo Tuckman


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Texto leído en la presentación del libro editado por Random House, en la Casa Refugio.
Mexico Democracia InterumpidaEstamos no sólo ante la crónica de 12 años de una democracia incumplida a la mexicana, sino ante la revisión hecha con una enorme honestidad profesional, una gran capacidad de descripción sociológica, y una sensibilidad que no se constriñe a lo emocional sino a la búsqueda de estampas, relatos y testimonios que conforman un gran “fresco” pictórico de nuestra tragedia nacional.
El libro México, Democracia Interrumpida nos ofrece ese gran fresco del país que no queremos ver o no nos dejan ver los ruidos constantes de la élite política. Son nueve escenas-capítulos donde vemos, a través de la mirada y la capacidad narrativa de Jo Tuckman una serie de estampas que resumen problemas muy complejos.
Por ejemplo, en el capítulo 1 de La Guerra del Narco, la corresponsal de The Guardian en México nos relata así el nivel de penetración del crimen organizado en la cotidianidad de muchas entidades:
“Un clima de miedo, desconfianza, aislamiento e impotencia permeó las vidas de quienes, en teoría, no debían tener nada qué temer. Los habitantes, afirmaban que los cárteles reclutaban taxistas y vendedores ambulantes en masa para que les reportaran cualquier acto, desde movimientos de tropa hasta quiénes visitaban sus localidades.
“Era imposible identificar el momento en que los ojos y los oídos de los cárteles estaban alrededor del despachador de agua de una oficina o tras las tijeras de un estilista… “(pag. 55).
Tuckman detecta bien los símbolos del poder de la cultura priista y las intemperancias del “caudillo frustrado” que fue Felipe Calderón o de esa burbuja desinflada de expectativas sobrevendidas que fue Vicente Fox. En contraste, resume en este párrafo la cultura de la “eficacia” traducida en mano dura:
“Atenco se transformó en la encarnación tanto de la debilidad de los gobiernos panistas como la tentación siempre latente, particularmente en el seno del PRI, de echar mano de las técnicas represoras de antaño. En este caso demostraron ser bastante eficaces” (pag. 91).
Y ni hablar de lo que recientemente demostró el gobierno de Peña Nieto cuando decidió cerrar implacable cualquier ventana de acuerdo real con la CNTE y el magisterio disidente. Transformaron un conflicto social en un problema de vialidad en la Ciudad de México, gracias a la ominosa homogeneidad de los medios electrónicos.
La contundencia de Tuckman llega en los momentos de amarre y síntesis de personajes como Fox y Calderón:
“Calderón encaró el final de su sexenio con la imagen de un ‘caudillo frustrado’. La democratización en México no recibió beneficios de ninguno de estos dos mandatarios panistas (Fox y Calderón)”.
Tuckman va más allá de la descripción de las élites o las estructuras que gobierna cada grupo de poder. En el capítulo “Católicos en Esencia”, la reportera  va más allá de los escándalos de la curia, del evidente contubernio entre la jerarquía católica y los gobernantes. Intenta describirnos este sincretismo tan peculiar entre la fe y el crimen que se ha producido en los últimos años.
Tan sólo esta estampa a la hora de describir la razón de que miles de mexicanos hayan abrazado el culto a la Santa Muerte:
“Gabriela, un joven travesti de cabello anaranjado, bajo cuyo maquillaje se adivinaba el esbozo vespertino de una barba, me describió la incomodidad que sufría ante las miradas que le eran dirigidas en una iglesia. ‘La Santa Muerte te acepta cómo eres. No discrimina. No discrimina ahora y no discrimina tampoco cuando viene por ti. Ricos o pobres, no importa. Viene por todos al final. Así que la abrazamos antes de que ella lo haga. Es hermosa’”. (pag. 197).
Todo el capítulo de “Bombas Ambientales” es la reconstrucción de una alternancia política que resultó ecocida. Ahí está la locura demagógica de Calderón de sembrar millones de árboles que murieron a la siguientes estación, tal como murieron miles de mexicanos en una guerra absurda.
A la alternancia ecocida que describe Jo Tuckman sólo le faltaría el toque de nuestra siniestra “democracia”: en ningún país del mundo, un partido como el PVEM ha sido cogobernante dos veces (con Fox en 2000 y con Peña Nieto en 2012), pero es el único partido que ha sido expulsado de la Internacional Verde por su grosero espectáculo mercadotécnico a favor de la pena de muerte. Ojalá se le expulsara del paisaje partidista ante el evidente manejo de las causas ambientalistas como una franquicia de corte mafioso y familiar. Cobran 1 millón de dólares por cada candidatura. En estos doce años, se convirtieron en el buque-insignia de la telebancada.
Por obvias razones, que la propia Jo no oculta, el capítulo más inspirado y ambicioso es el que titula “Una Izquierda Recargada”. Tuckman disecciona con el mismo rigor a López Obrador que al subcomandante Marcos, pero también indaga en el pasado y el presente de las guerrillas mexicanas. Sobre el silencio del subcomandante del EZLN aporta esta analogía:
“Nunca he leído algún análisis verdaderamente convincente acerca de por qué los zapatistas decidieron de forma abrupta retirarse de la nueva era política en México, en particular, en momentos en que su popularidad volaba tan alto. Su decisión tuvo ciertas similitudes con la manera en que López Obrador torpedeó sus propias posibilidades electorales seis años antes” (p. 373).
Desde mi perspectiva, sus últimas y más brillantes páginas, son aquellas donde Jo Tuckman reflexiona sobre las diferencias raciales en México. Va describiendo lo que considera un “racismo ublicuo” y que otros denominarían la Pigmentocracia a la mexicana.  Hay que ver los pasajes donde una publicista le confiesa a la reportera que en México son un fracaso aquellas campañas publicitarias donde no se contrata a alguien de tez blanca, aspiracionalmente exitoso o exitosa.
La obra de Jo Tuckman, sobre todo, es el relato detallado de una gran decepción, y al mismo tiempo, de una inevitable fascinación de la reportera y de la socióloga por los rituales y las tragedias de la democracia interrumpida en México.
Describe de manera muy clara estos rituales de la simulación que son una constante de la clase política mexicana y de la sociedad misma, al tiempo que detecta una enorme capacidad de resistencia que ha anidado en siglos de mundos que corren paralelos y a veces se intersectan en México.
Qué mejor ejemplo de los rituales de la simulación que el caso de Televisa y Peña Nieto. Televisa demandó a The Guardian por la información que Tuckman publicó en el 2012, con elementos y datos nuevos que confirmaban lo que un servidor ha venido documentando desde 2005: el arreglo corrupto entre Peña Nieto y la industria televisiva mexicana para darle promoción en la pantalla a cambio de dinero público no fiscalizado. En confianza, off the record, un político del entorno peñista le confía luego a Tuckman que es natural y comúnmente aceptado entre políticos esta especie de extorsión que ejerce Televisa.
El libro es la decepción por no encontrar esta fórmula que era cubrir un país que quizá viviría algo así como la caída del muro de Berlín y el pacto de la Moncloa español. No se derrumbó el muro del PRI y la transición a la mexicana resultó ser una enchilada muy incompleta.
La decepción se compensa con la fascinación, la desesperanza y la mirada honesta de una periodista británica que nos comparte sus relatos sobre una sociedad compleja, contradictoria, que no pierde su impulso vital, a pesar de tantas muertes y tantas traiciones.

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