7/02/2022

La lucha por no ser un minuto de silencio

 pikaramagazine.com

Aurora Díaz Obregón

Desde que el 18 de junio salió de prisión su exmarido tras haber cumplido una condena de cinco años y 11 meses por haber ejercido violencia de género contra ella y abusado sexualmente de su hija, Ana María Gutiérrez no ha vuelto a pisar la calle por temor a que la asesine.

Acción feminista en Laredo en apoyo a Ana María Gutiérrez. / Fofo cedida por Gaia

En la Casa de Cultura de Laredo, una hilera de niños y niñas se amontonan en la puerta. En sus cabezas llevan birretes y visten un traje índigo. Las personas que pasan frente al grupo, se quedan mirando y sonríen. Por su pequeño tamaño podría ser la graduación de infantil. Las graduaciones ponen finales y abren principios. Ana María Gutiérrez cruza la calle agitando los brazos. “¡Que no sale!, ¡que no sale!”, grita, rompiendo alegría.

El sábado 18 de junio de 2022, su exmarido, quién ejerció violencia de género contra Ana María y abusó sexualmente de su hija menor edad iba a salir de la cárcel, tras haber finalizado una condena de cinco años y 11 meses en el centro penitenciario El Dueso, localizado en la zona oriental de Cantabria.

El sábado 18 de junio de 2022 es una fecha que Ana María lleva recordando hace tiempo. “Hay momentos señalados en estos años que he olvidado. Y el miedo empezaba a llegar cuando más se acercaba este día”, señala. El jueves 16 de junio, recibió una llamada en la que le comunicaban la noticia: “Me había pedido la semana posterior de vacaciones porque sabía que su salida me iba a afectar. No sé si habréis sido los medios… que habéis dado voz a mi caso y por eso han decidido reconsiderar su salida”.

No iba a quedar en libertad, pero al final su exmarido, su agresor y abusador de su hija salió el sábado 18 de junio de 2022 de la cárcel. Solo su hija e hijo, de 24 y 26 años, tienen una orden de alejamiento. Ella no. A Ana María le dijeron que su agresor no iba a salir de la cárcel, pero ha salido. Según la página web del Ministerio de Igualdad, el Sistema de Seguimiento por Medios Telemáticos de las Medidas y Penas de Alejamiento en el ámbito de la Violencia de Género es el que permite verificar el cumplimiento de las medidas y penas de prohibición de aproximación a la víctima impuestas en los procedimientos que se sigan por violencia de género en los que la Autoridad Judicial acuerde su utilización. Este sistema de protección proporciona información actualizada y permanente de las incidencias que afecten al cumplimiento o incumplimiento de las medidas o penas, así como de las posibles incidencias, tanto accidentales como provocadas, en el funcionamiento de los dispositivos electrónicos utilizados. A Ana María Gutiérrez también le dijeron que a su agresor le pondrían un dispositivo de control telemático a su salida, pero no se lo han puesto.

Cantabria: violencia de género y el Sistema VioGén

El Ministerio de Igualdad ha condenado 19 asesinatos a mujeres en lo que va de año. Según feminicidio.net, en 2022, se han registrado 46 feminicidios y otros asesinatos de mujeres cometidos por hombres en España. En 2007, el Ministerio del Interior creó el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género, conocido como Sistema VioGén (en cumplimiento de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género).

La delegada de Gobierno de Cantabria, Ainoa Quiñones, señaló el 12 de abril durante su intervención en la Comisión Territorial de Asistencia en Seguridad que Cantabria cuenta con más de 900 casos activos de violencia de género en este sistema y, que de estos, 14 son de mujeres menores de edad. Los órganos judiciales de Cantabria han registrado durante el primer trimestre de este año, 514 denuncias por violencia de género: un incremento del 34,2 por ciento respecto al mismo periodo del año 2021. Estas cifras suponen una media de 5,7 denuncias al día y figuran como víctimas 454 mujeres (un 18,5 por ciento más) y tres menores de edad (frente a uno el pasado año). “Pero de cuántas mujeres,… ¿de 5.000, 10.000? Creo que no hay datos concretos. Una vez denuncias si no se aplica una orden de alejamiento tienes que seguir viviendo con el maltratador. Había gente en mi entorno que me decía: ¿por qué no lo denuncias? Y yo respondía: ‘bien, ¿y quién me garantiza que luego no lo vaya a volver a ver?’”, explica Ana María Gutiérrez.

A través del Sistema VioGén, una vez que se produce una denuncia por violencia de género la actividad policial determinará los factores referidos a la violencia sufrida por la mujer; las relaciones mantenidas con el agresor; los antecedentes del agresor y su entorno; las circunstancias familiares, sociales, económicas y laborales de la mujer y su agresor; la retirada de denuncias, reanudación de la convivencia y la renuncia de la mujer agredida al estatuto de protección concedido. A través de esta información, la policía acordará las medidas policiales de protección a través de una calificación de grado o nivel de riesgo: bajo, medio, alto y extremo.

Los agujeros de la protección

La Delegación del Gobierno para la Violencia de Género en España elaboró un estudio en 2019, a partir de 1.220 encuestas, sobre los motivos que retrasan la decisión de las mujeres a denunciar los malos tratos o solicitar apoyo a un servicio especializado. Según este informe, el miedo al agresor, con un 50 por ciento total de las respuestas obtenidas, es el factor con mayor incidencia y, por tanto, el más influyente en la decisión de verbalizar o denunciar, retrasando o impidiendo así el paso a dar por la mujer agredida.

Ana María Gutiérrez tiene ahora 53 años y convivió con su exmarido casi 20 años. “No hay un proceso en el que dices: hoy empiezan los malos tratos. Van poco a poco. No percibes lo que es la vida, no te das cuenta de absolutamente nada. No eres consciente del miedo en esos momentos, pero… cuando sales y sacas la cabeza dices: qué miedo tenía… tenía más miedo de lo que yo pensaba. Y cuando te ves libre, dices: ¡bufff, a vivir!”.

Otro de los motivos por los que las mujeres denuncian o piden ayuda, citados en el estudio en un 30 por ciento de los casos, es porque las hijas e hijos ya se estaban dando cuenta de la violencia dentro del hogar. Sin la ayuda de su hija, que sufrió abusos sexuales por parte de su padre durante años, Ana María no habría podido tomar la decisión de denunciar. “Él me anuló de tal manera que yo no pude detectar nada. Estaba nublada, ciega y sorda. Ella aguantó abusos desde pequeña y con los años empezó a entender lo que pasaba y un día ya no pudo más. Explotó en el colegio. Mi hija ha sido mi fuerza principal”, explica.

Tras haber denunciado, el juicio de Ana María Gutiérrez tiene lugar dos años después, el 2 de diciembre de 2015. Su exmarido es condenado a cinco años y 11 meses de cárcel. Sin embargo, él continuaba en la calle y ella tenía una orden de alejamiento. “En aquella época yo trabajaba en un bar. Casi todas las noches yo salía de mi trabajo y él andaba por ahí. Conocía su coche, el sonido del motor. Sabía que era él. Un día pasó por delante del bar y me saludó. Una cosa era que estuviese en la calle y otra, que además me estuviera vacilando. Ahí llamamos a la policía y ya le detuvieron”, cuenta. Al día siguiente se celebró un juicio rápido y su exmarido volvió a la calle. Ana María no podía creerlo. “No fue hasta que llamé a la prensa que le pusieron en búsqueda de orden y captura. Entonces le detuvieron y le metieron en la cárcel”. Entró en prisión el 7 de febrero de 2016: dos meses después de haberse celebrado el juicio.

Gaia: red y acción feminista

Cuando este caso llegó al espacio feminista de Laredo Gaia, las integrantes quisieron hablar con ella y tomar acción. “Formamos el grupo hace aproximadamente dos años, somos unas diez chicas de Laredo que nos juntamos cada 15 días. Hemos hecho acciones por el 25 de noviembre y el 8 de marzo, mesas de debate y charlas”, cuenta Elisabet, una de las activistas, a través del teléfono. Gaia es la primera red feminista que se forma en Laredo. El colectivo no podía pasar por alto este caso y decidió movilizarse. Los 15, 29 de mayo y el 12 de junio se celebraron tres concentraciones en Laredo para que la ciudadanía sea consciente de este caso y sensibilizar sobre la violencia de género, la desprotección y la ausencia de medidas protectoras hacia Ana María Gutiérrez. Las concentraciones se han centrado en tres temáticas: la esperanza, la comunidad y el vivir sin miedo.

«Prefería contar mi historia estando viva a terminar siendo otro nombre más en la larga lista de mujeres asesinadas de este país» Clic para tuitear

“Para mí son como mis hijas, ellas dicen que les doy fuerza, pero ellas también me la dan a mí”, cuenta Ana María. En la última concentración, que se produjo en la Casa de Cultura Doctor Velasco de Laredo, se sumaron un centenar de vecinos y vecinas. En el balcón del edificio Gutiérrez leyó un manifiesto en el que explicaba que no solo estaba ahí por ella también por todas las mujeres que han vivido y siguen viviendo con miedo. Por las que no están. “Me di cuenta de que prefería contar mi historia estando viva a terminar siendo otro nombre más en la larga lista de mujeres asesinadas de este país”, continúa.

Desde Gaia critican que el sistema judicial se queda corto y que es necesario que exista un enfoque feminista de los y las profesionales ya que se sigue victimizando a las mujeres. Además recalcan que es necesario más apoyo social y comunitario.

La realidad

Ana María Gutiérrez había conseguido un dispositivo de seguimiento para su agresor una vez saliese de la cárcel. Así quedó reflejado en algunos medios. El Diario Montañés se hacía eco de que con ella ya serían 25 las mujeres cántabras cuyos agresores llevan puesta la pulsera de localización. Pero la realidad ahora es otra, su agresor está libre sin pulsera. Desde su salida, Ana María no ha querido pisar la calle todavía. Día y noche su casa mantiene protección policial. No pueden proporcionar medidas de alejamiento hasta que “pase algo”. Ana María Gutiérrez estaba muy feliz cuando le dijeron que su exmarido no iba a salir de la cárcel: “Algo estaremos removiendo”, decía. El día previo a su supuesta puesta en libertad recibió otra llamada: “Me dijeron que salía y entonces, me derrumbé por dentro”. Las fuerzas policiales han clasificado su situación como riesgo inminente. Cuando quiera ir a la calle, la patrulla solo seguirá a ella, no a su hijo e hija. “Él es el peligro y lo dejan fuera. A él le dan la libertad y a mí me la niegan”.

La semana pasada Ana María Gutiérrez volvió a ser abuela. Estos días los ha pasado tranquila con su nieto en casa. Al igual que estos últimos años, en los que ha podido encontrar un trabajo mejor y hacer algún viaje. “Todo ha ido mejor. Ha sido otra vida. Respirar. Me parecía raro hasta que mi pareja actual me propusiera ir a desayunar por ahí”, cuenta. Ella también teme por la vida de este, por la de su madre y su hija e hijo. Porque la violencia de género afecta directamente a los círculos más cercanos.

Existe un informe que señala que la reinserción de su exmarido es desfavorable y que, por contactos con funcionarios, Gutiérrez sabía que ya había amenazado con matarla. “Y luego qué. ¿De qué sirve una bandera a media asta, tres días de luto y un minuto de silencio? ¿Por qué no se toman medidas antes?”.

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