México, D.F., 6 de octubre de 2010
EN MEXICO NADA QUE FESTEJAR EN EL DIA DEL TRABAJO DECENTE;
SE AGUDIZAN POBREZA, PRECARISMO Y FALTA DE LIBERTAD SINDICAL
- Desmiente la cruda realidad de la clase trabajadora mexicana las mentiras oficiales
- Con Calderón aumenta desempleo; sólo una tercera parte de los ocupados tiene servicios de salud
- Es hora de movilizarnos en defensa de nuestros derechos laborales y sociales; anuncian manifestaciones en AL
La cruda realidad que enfrenta la clase trabajadora mexicana, reflejada en un aumento en el desempleo, que rebasa ya la tasa de cinco por ciento; incremento en la informalidad —a la que pertenecen ya casi 13 millones de personas— y la pobreza extrema de un tercio de la población total, desmentirá rotundamente las falsedades que habrán de decir los voceros gubernamentales intentando presentar un México en recuperación.
Ya con anterioridad, un estudio realizado en la Facultad de Economía de la UNAM reprobó al gobierno mexicano en materia de respeto al trabajo decente, con una calificación que apenas alcanzó 0.32 (1.0 sería el nivel máximo). Este parámetro deja en claro que para el calderonismo la situación económica de las y los trabajadores mexicanos no es importante.
De acuerdo con el concepto definido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y adoptado internacionalmente, el trabajo decente es un trabajo productivo para hombres y mujeres en condición de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana. Implica oportunidades de trabajo con un ingreso justo, proporciona seguridad en el lugar de trabajo, protección social para las y los trabajadores y sus familias.
Ofrece, además, perspectivas para el desarrollo personal y favorece la integración social; da a las personas libertad de expresar sus opiniones, organizarse y participar en la toma de decisiones que inciden en sus vidas y garantiza la igualdad de oportunidades y de trato para todas y todos.
En México estamos muy lejos de cumplir con los parámetros del Trabajo Decente, y no se trata de un asunto que se pueda adjudicar a la crisis económica mundial, sino a la política neoliberal del gobierno mexicano (heredada de los priistas y agudizada por los panistas), promotora de la pobreza en beneficio de los empresarios.
Un botón de muestra: la población desocupada al inicio del sexenio de Felipe Calderón sumaba un millón 600 mil personas, el 3.60 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA); al cierre de 2009 esta cifra ascendió a 2 millones 506 mil mexicanos sin empleo, lo que significó un incremento de 5.33 por ciento de la PEA.
Como es costumbre, este Día Internacional del Trabajo Decente, el gobierno mexicano intentará salvar las apariencias hablando de la creación de miles de empleos; lo que no dirán es que, en su mayoría, son empleos precarios, sin las prestaciones a que obliga la Constitución y muchos de ellos tercerizados, con contratos que van de una semana a tres meses solamente. Otro botón de muestra (tomado de las siempre desconfiables cifras oficiales): de la PEA reportada como ocupada, apenas 34.9 por ciento tiene acceso a los servicios de salud.
Si tenemos en cuenta que el universo de trabajadores tercerizados o subcontratados se encuentra por debajo de las condiciones laborales de quienes son contratados directamente, la situación se agrava dada la progresión exponencial de este tipo de contratación —más de 40 por ciento de los nuevos puestos en los últimos 15 años—, puesto que con este fenómeno se promueve una marginalización galopante de los trabajadores mexicanos.
Otro de los aspectos que vigila el precepto de Trabajo Decente es el de la libertad sindical, uno de cuyos principales violadores es el gobierno panista de Felipe Calderón, en contravención de lo dispuesto por la propia Constitución Política de México como por el Convenio 87 de la OIT.
La “sindicalización” forzada, la represión, la existencia de bandas de golpeadores y pistoleros “sindicales”, la vulneración de la autonomía de los sindicatos auténticos por la intromisión abierta del estado, la arbitrariedad de las autoridades laborales para el registro de sindicatos o reconocimiento de sus direcciones electas, la expansión de sindicatos y contratos de protección patronal, la expansión abusiva del outsourcing vulneran sistemáticamente los derechos laborales y sindicales de millones de trabajadores mexicanos, quienes deben atravesar un verdadero viacrucis para contar con un sindicato auténtico y casi nunca lo consiguen.
En el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), sostenemos que ha llegado el momento en México de retomar las recientes experiencias europeas y latinoamericanas de huelga general y movilizarnos unitariamente para evitar que a las y los trabajadores se nos sigan arrebatando los derechos legítimamente obtenidos en décadas de lucha.
Llamamos también a adherirnos a iniciativas internacionales como la que este 7 de octubre se llevará a cabo en América Latina para demandar políticas públicas de promoción al trabajo decente. Más de 50 acciones, por parte de decenas de organizaciones de trabajadores en todo el hemisferio han sido confirmadas en el marco de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.
En Sudamérica se llevarán a cabo actos en Argentina, Brasil, Paraguay y Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela; además en Centroamérica y el Caribe participarán sindicalistas de Panamá, Costa Rica, Guatemala, El Salvador y Republica Dominicana. También se realizan eventos en Estados Unidos y Canadá.
Hacemos un exhorto a las organizaciones sindicales, a las y los trabajadores; a la ciudadanía en general para que en México hagamos de este Día Internacional del Trabajo Decente una jornada de lucha contra los intentos del gobierno federal de entregar los derechos de los trabajadores como ofrenda a los patrones.
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