5/08/2011

2011: estación Canadá



Edur Arregui Koba*

En lo que podríamos también denominar la estación Canadá del intenso año 2011, en las elecciones generales al Parlamento realizadas el 2 de mayo, se produjo un reacomodo sustancial de las tres principales fuerzas políticas con grandes consecuencias para México. Las agencias internacionales de información han resaltado sólo un lado de la historia: la obtención por el primer ministro conservador de Canadá, Stephen Harper, el promotor de la nueva política migratoria hacia México, de la mayoría absoluta: 167 escaños de un total de 308, con tan sólo 39 por ciento de los votos. Olvidan que el mismo 2 de mayo, el laborista New Democratic Party (NDP) tuvo el ascenso más notable en la historia política reciente de América del Norte: de 37 representantes en 2008, escaló a 102, convirtiéndose en la principal fuerza política de izquierda dentro de la región del TLCAN, con casi un tercio de los representantes al Parlamento, y en la primera fuerza de oposición al premier conservador.

El NDP, tercera fuerza en la política canadiense durante décadas, tuvo siempre una gran dificultad para encontrar un espacio propio en procesos en los que el voto útil recomendaba siempre inclinarse hacia los liberales con tal de frenar los excesos de los neoconservadores. En las elecciones de 1949, la presencia de la izquierda canadiense casi se extinguió en un contexto dominado por la consigna stop socialism que ascendió desde Estados Unidos. El año 2011 es, por tanto, un punto de inflexión para los laboristas en su larga marcha desde los surcos más profundos en el territorio de la hoja de maple.

La historia del NDP se hunde en el creativo socialismo agrario de los pequeños productores cerealeros en las provincias mediterráneas, con epicentro en Saskatchewan, lugar del Río Vertiginoso en el nativo Cree, y la resistencia tenaz de su organización, la Cooperative Commonwealth Federation (CCF). El otro gran afluente en la fundación del NDP es el militante movimiento sindical canadiense, el más potente de la región, dotado de una densidad y cohesión notables, rama por rama, en contraste con la virtual destrucción de la resistencia sindical organizada en Estados Unidos y México.

Con los acontecimientos de Wisconsin, Estados Unidos, como trasfondo, y la pauta del gobierno de Cameron en el Reino Unido, la nueva mayoría conservadora en el Parlamento de Canadá hace inminente un ataque general en contra de su aún robusto Welfare State, lo que se traduciría, sin logra dislocar la resistencia social, en recortes al gasto público, privatizaciones y despidos masivos. No obstante que la dirección del NDP ha mandado señales a Bay Street, el equivalente canadiense de Wall Street, de que será una oposición responsable, y que no comprometerá el buen desempeño de la economía, el mejor de los tres países del TLCAN gracias a la exportación de materias primas, la polarización es inevitable.

El crudo asalto neoliberal en contra del Welfare State canadiense, el mandato que Harper considera haber recibido, implicaría un profundo deterioro en las condiciones de vida y trabajo de la población. Los casi 5 millones de votos por el NDP y sus aliados, expresan, en una nueva escala, el espíritu de la resistencia sindical de Wisconsin, ahora desde la Columbia Británica a Newfoundland, y en particular la voluntad de la indómita provincia de Quebec, de articular su ancestral lucha por la soberanía con una lucha continental contra el neoliberalismo.

La fractura social entre corporaciones trasnacionales y el pueblo llano recorre ya todas las naciones del TLCAN. Para los movimientos sociales de México el ascenso del NDP y de la resistencia social en Canadá es una buena noticia. A pesar de Harper, gracias a la nueva presencia de representantes socialistas en el parlamento de Canadá, la observación atenta sobre las obligaciones del gobierno de México, contraídas a partir de diversos tratados internacionales, en materias tales como derechos humanos, libertad sindical, medio ambiente, pueblos originarios y agricultura campesina sustentable, será menos indulgente. México y su dolorosa condición serán un tema recurrente en el Parlamento canadiense. A casi 20 años de la suscripción del Tratado de Libre Comercio la izquierda canadiense convoca, con su propia agenda, a realizar un balance sobre sus saldos y consecuencias. Desde Canadá caen nuevas hojas, ocres y rojas, sobre el entramado mexicano.

*Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco

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