Oxfam-México reclama apoyos con visión de género
Por la Redacción
México, DF, 20 oct 11 (CIMAC).- En México, las mujeres rurales padecen día a día de una discriminación brutal. Aunque son las responsables de la producción y el suministro de alimentos, no son dueñas plenas de la tierra, carecen de créditos y poder de decisión, sufren violencia, y sus labores se triplican debido a la migración de los varones y las afectaciones por el cambio climático.
En el estudio “Contra toda adversidad, las mujeres alimentan al mundo”, la organización humanitaria Oxfam-México describe la situación de inequidad de género, pobreza y falta de apoyos para el desarrollo por parte del Estado que padecen millones de mujeres campesinas e indígenas en nuestro país.
La agencia de cooperación internacional da a conocer su investigación como parte de la conmemoración el pasado 15 de octubre del Día Internacional de las Mujeres Rurales, efeméride instaurada en 2007 por la ONU como una forma de reconocer la contribución de las mujeres en el desarrollo agrícola y rural.
PRODUCTORAS SIN CRÉDITOS Y SIN TIERRAS
Entre el cúmulo de desventajas que enfrentan las mujeres de las zonas rurales, Oxfam-México alerta que las leyes y los usos y costumbres no permiten que las campesinas accedan a créditos para proyectos agrícolas.
Advierte que ellas tienen un limitado acceso a la propiedad de la tierra, ya que de los 100 créditos que se otorgan para la producción agropecuaria sólo 10 son para campesinas.
De acuerdo con el estudio, para acceder a un crédito las mujeres necesitan la firma de una persona del sexo masculino (esposo) y tienen que comprobar la posesión de la tierra, pese a que está comprobado que ellas desempeñan un papel crucial en el sistema alimentario.
Oxfam afirma que ellas viven un trato marginal en capacitación, asistencia técnica y financiamiento, además de que su poder adquisitivo es insuficiente, no son dueñas de la tierra y tienen poca representatividad en los espacios de toma de decisiones.
“Todo ello derivado de factores sociales, económicos y culturales que, interrelacionados, las colocan en un espacio subordinado, lo cual redunda no sólo en detrimento de su propio desarrollo sino de toda la sociedad”, abunda.
DESIGUALDADES
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México la población rural equivale al 22.2 por ciento del total de las y los habitantes, y más de la mitad está conformada por mujeres, muchas de las cuales viven en pobreza.
Aunado a ello la población rural que se dedica a la agricultura resiente los problemas generales que afectan el agro mexicano: riesgos climáticos, altos costos de insumos y servicios, así como la pérdida de fertilidad en los terrenos cultivados.
Para colmo, el impacto de estos problemas es diferente para mujeres y hombres, ya que ellas enfrentan jornadas de trabajo intensas, la tierra que cultivan es poca y por lo general no es propia; y casi siempre realizan trabajos adicionales al ser artesanas, comerciantes o empleadas.
Asimismo los efectos del cambio climático dejan a las campesinas e indígenas sin agua y sin tierra para alimentar a sus familias. Otro problema es la migración, ya que los hombres se van de su comunidad en busca de empleo, por lo que las mujeres asumen la jefatura del hogar.
RECONOCIMIENTO
Oxfam-México considera que la vida de las mujeres rurales podría mejorar si se hacen visibles sus necesidades y si se valora su contribución social, lo cual incrementaría la producción agropecuaria y reduciría el porcentaje de población con hambre.
La organización cita que el 81 por ciento de los beneficiarios de los programas sociales la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) son mujeres rurales, y que en los últimos cuatro años la dependencia destinó más de 3 mil 250 millones de pesos para apoyar proyectos exclusivamente de mujeres.
Además de los programas de la SRA, existen otros que brindan este tipo de apoyo a las mujeres rurales y campesinas, entre ellos, los que promueve la Secretaría de Economía, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.
No obstante, Oxfam critica que más allá de la dotación de recursos, en los programas destinados a las mujeres rurales e indígenas no se contemplan líneas de trabajo para la integración del enfoque de género, es decir, no se explica cómo se logrará reducir la brecha de desarrollo entre mujeres y hombres.
En este panorama, la agrupación internacional apuntó que es necesario que se deje de ver a las campesinas como un grupo vulnerable, y que por el contrario se les reconozca como grupo productivo que debe tener el mismo acceso a insumos que los varones.
Concluyó que es fundamental que los programas de subsidios adopten estrategias para empoderar a las campesinas, ya que con esto se podría lograr la seguridad alimentaria y cerrar la brecha de género que aún existe en el sistema alimentario mexicano.
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