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Tres mujeres recibieron el Premio Nobel de la Paz. ¿Quiénes son y qué han hecho para recibir tal distinción?
Leymah Gbowee y Ellen Johnson Sirleaf son africanas, de Liberia. Para entender por qué el Comité del Nobel ha seleccionado a una activista y a la presidenta de ese país hay que recordar, a grandes trazos, algo de la historia reciente.
Liberia tiene gobiernos civiles hasta 1980, cuando un golpe militar acaba con la vida del presidente Tolbert. Por su política proestadunidense, los golpistas son reconocidos por Estados Unidos, y Mama Sirleaf, quien fue ministra de Finanzas en el gobierno de Tolbert, acaba en la cárcel. Cuando se le permite salir al exilio, ella no pierde el tiempo: realiza una maestría en administración pública en Harvard, trabaja como vicepresidenta del Citibank en Nairobi, y es directora regional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
En Liberia el gobierno aplica una política represiva, y subsiste pese a varios intentos de golpes de Estado. Pero en 1989 el descontento popular por el deterioro de la vida económica y la corrupción generalizada en la administración se une con la guerrilla, y la pugna política se transforma en una guerra civil que las tropas de pacificación de la ONU intentan controlar. El surgimiento del Movimiento Unido de Liberación de Liberia complica más aún la situación. Durante 1993, las tropas de la ONU consiguen controlar gran parte del territorio y forzar a los contendientes a un nuevo pacto de paz. Este acuerdo, que suponía el desarme de todos los ejércitos y la creación de un gobierno de transición, se rompe dos años más tarde por las disputas internas y el surgimiento de dos grupos armados nuevos.
En 1995, tras seis años de guerra civil, los siete grupos armados enfrentados llegan al decimotercer acuerdo de paz y el gobierno resultante se compromete a convocar a elecciones libres en 1996 para así iniciar la reconstrucción de un país arruinado. En 1997 Mama Sirleaf compite por la presidencia, y solamente obtiene el 10% de los votos. Charles Taylor sale elegido democráticamente como presidente, y su partido, el National Patriotic Party, gana la mayoría absoluta del Parlamento. Poco después Mama Sirleaf, quien en un principio apoyó a Taylor, se deslinda de él al ver cómo extiende la guerra a la vecina Sierra Leona y, más tarde, a Costa de Marfil. Taylor gobierna con un régimen de terror de tal magnitud que es buscado como un criminal de guerra por el Tribunal Especial de la ONU en Sierra Leona.
En este contexto de violencia por una guerra civil que lleva más de una docena de años, Leymah Gbowee inicia una acción inédita: convence a las mujeres cristianas y musulmanas que acuden a un mercado a rezar por la paz. Su impulso pacifista crece y va sumando a más mujeres ansiosas de terminar con la violencia. Gbowee organiza un grupo bajo el nombre de “Regresar al diablo al infierno”, y luego forma la Women of Liberia Mass Action for Peace, que presiona a las autoridades y logra que se convoque a elecciones libres y vigiladas en 2005. En esta ocasión Mama Sirleaf compite contra George Weah, la millonaria estrella futbolística. Pero la falta de experiencia política de Weah y sus amistades con los señores de la guerra asustan a buena parte de los votantes, que prefieren apostarle a la tranquila y hábil Sirleaf, cuya experiencia en finanzas otorga confianza a los empresarios.
Consciente del gran apoyo que recibe de las mujeres, la primera presidenta africana declara: “Todas las mujeres están llamadas a disfrutar de esta victoria. Es una puerta abierta para las mujeres de todo el continente, y me siento feliz de ser quien va abriendo esas puertas” (El País, 14 de noviembre de 2005).
Por su parte, Leymah Gbowee “exporta” a otras naciones africanas su modelo de unión entre mujeres de distintos credos y posturas políticas, quienes quedan unidas en una lucha pacifista contra la guerra. Actualmente Gbowee es la directora ejecutiva de la Red Africana por la Paz y la Seguridad para las Mujeres, que tiene su sede en Ghana.
La tercera ganadora es árabe. Tawakkul Karman nace en Yemen y es hija de un jefe de los Hermanos Musulmanes, el grupo político que intenta implantar un gobierno basado en los principios del Islam. Su rechazo a usar el nicqab, el velo negro que cubre la cara y el cuerpo de las mujeres, es un gesto de desafío, y ella siempre porta una pañoleta. En 2005 funda Mujeres sin cadenas, una asociación de periodistas a favor de la libertad de expresión, los derechos de las mujeres y la modernización del país. Es la coordinadora del Consejo de Jóvenes de la Revolución Árabe en Yemen, participa en las recientes protestas y es encarcelada. Cuando sale de prisión reanuda su activismo, y está acampando en una tienda de campaña en la Plaza Al Taguir cuando le anuncian que ha ganado el Nobel. Tawakkul Karman es un icono político que muestra que una mujer musulmana puede ser activa y moderna.
Es evidente que sus trayectorias personales y las estrategias de lucha que utilizan son muy distintas, pero las tres comparten una “lucha no violenta por la seguridad y a favor del derecho de las mujeres a participar en la labor de construcción de la paz”. ¡Felicidades!
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