Monedero
Por Carmen R. Ponce Meléndez*
México, DF, 12 oct 11 (CIMAC).- Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se conciben como un esfuerzo mundial para combatir la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, la degradación del medio ambiente, la discriminación contra la mujer, y crear una alianza mundial para el desarrollo.
Recientemente se presentó el Informe 2010 sobre los avances que en esta materia ha logrado México, como uno de los 189 países que hace 11 años suscribieron estos acuerdos con perspectivas para 2015.
Para empezar, en este informe se señala que los dos aspectos más débiles son la reducción del índice de mortalidad materna, y la consolidación de la equidad de género. Pero esto no significa que los avances en el combate a la pobreza puedan considerarse como importantes, por el contrario.
En los últimos cuatro años la pobreza extrema o alimentaria pasó de 13.8 a 18.8 por ciento; el número total de pobres creció de 45.5 a 57.7, un plus de 12.2 millones de personas; la población en condición de pobreza extrema aumentó de 14.7 a 21.2 millones, un considerable crecimiento de 6.5 millones (cifras del Coneval).
Como parte del objetivo de “erradicar la pobreza extrema y el hambre” se propone la meta de lograr empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos, incluyendo mujeres y jóvenes.
Si bien es cierto que para 2011 de cada 100 personas empleadas 42 son mujeres (sin sector primario), también lo es que de cada 10 mujeres desempleadas seis son jóvenes. La tasa más alta de desempleo abierto (TDA) se registra en el rango de 20 a 29 años, con instrucción medio superior y superior (ver gráfica).
Durante 2010 la TDA nacional fue de 5.44 y en las mujeres de 5.99. Por su parte y para este mismo año las jóvenes tuvieron una TDA de 9.13 y los jóvenes 8.92, en ambos casos muy superior al desempleo nacional (datos de ENOE-Inegi).
Esta situación laboral explica en buena medida la dificultad para lograr otro de los ODM (“promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer”); uno de sus indicadores es el volumen de participación femenina en el mercado de trabajo y su participación en la educación.
En lo concerniente a “mejorar la salud materna” se plantea reducir –entre 1990 y 2015– la mortalidad materna en tres cuartas partes y no se ha cumplido con esta meta. Para 2010 la razón de mortalidad materna (defunciones por cada 100 mil nacidos vivos estimados) es 53.5, mientras que la meta es de 22.3; la brecha es muy amplia.
Dicho de otra forma, el Estado no está cumpliendo con la salud materna, paradójicamente se restringen los recursos para salud reproductiva y perinatal, además hay un grave problema en cuanto a la calidad de los servicios públicos para la atención de este aspecto básico en la salud de cualquier país.
Citando a Sabina Berman: “El PAN ama a los pequeños cigotos”, pero abandona la salud de las mujeres y de la niñez; por si esto fuera poco las condena a la pobreza.
Y no está por demás insistir en que las mujeres están en el mercado de trabajo en condiciones muy precarias, que las jóvenes están en la cresta del desempleo y que así no hay desarrollo humano. Para colmo la discriminación hacia las mujeres sigue siendo una realidad que golpea a todo el país.
Las metas de los ODM son una plataforma mínima para lograr un desarrollo con empleo, sin discriminación y sobre todo con equidad de género; crecimiento que sólo es posible si se atacan las desigualdades tan profundas que tiene la sociedad mexicana.
Sin embargo, el mundo se mueve y en qué forma. Hoy se sacude con las protestas de Los Indignados en Europa; el movimiento de Ocupación en el corazón de Wall Street; la defensa de la educación pública y gratuita en Chile o Inglaterra; Grecia y su resistencia a los “ajustes económicos”. No cabe duda, las y los jóvenes llevan la batuta.
ramona_melendez@yahoo.com.mx
* Economista especializada en temas de género.
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