Pedro Echeverría V.
1. En los años setenta, en la década del desarrollo de las luchas obreras, los diferentes partidos y partiditos marxistas-leninistas en la UNAM –generalmente integrados por estudiantes y algunos profesionistas- peleábamos por tener un militante o un dirigente obrero en nuestras filas. Creíamos que bastaba con tener algunos obreros en la organización para que el partido se proletarice y haga a un lado el pensamiento oportunista y acomodaticio de la “pequeña burguesía”. Aunque ya el ¿Qué hacer? de Lenin hablaba justificando a la pequeña burguesía proletarizada que sustituiría a la clase obrera ante la debilidad de ésta, no dejamos de idolatrar a los obreros y apoyarlos en sus luchas. Nunca entendimos entonces que no era un problema de uno o diez obreros metidos de burócratas en partidos, sino que era la clase en su conjunto la que debería tener en sus manos las acciones revolucionarias, las huelgas, las ocupaciones de fábricas y del poder. Esa era la enfermedad del obrerismo.
2. Hoy he leído un buen artículo de Sara Lovera que habla de “La enfermedad del mujerismo” sustentándose en Sara Sefchovich y en Martha Lamas. Me recuerda que también a fines de los setenta organizamos con estudiantes del CCH-UNAM (más de 80) una gran asamblea de mujeres feministas en la que mujeres prohibieron y se impidió la entrada de hombres para evitar que ellos monopolicen la palabra. Organizamos el grupo Cambio y editamos incluso como antecedente de la reunión, una antología de artículos de Michel Pablo, de Marx y Engels, Rossana Rosanda, Isabel Larguía, Susan Sontag, Renan Franco, Francoise Giraud, Giosetta Carrara y leíamos FEM de Foppa, Urrutia, Lamas, Bottom, Sefchovich, Arizpe, Lugo y Peña. Después de tres reuniones la asamblea se disolvió pero el grupo siguió trabajando en su pequeño periódico filoanarquista junto a nuestro amigo exiliado Ricardo Mestre
3. En los diez últimos años he estado fuera de la discusión de las ideas feministas y de las investigaciones de género, como hoy le llaman. Sin duda se ha ampliado la base social de mujeres que reclaman su libertad y exigen derechos que la sociedad les ha negado. La misma sociedad capitalista, al integrar a la mujer a la producción, la ha llevado a reclamar derechos y a hacerse cada vez más independiente. Sin embargo esa “independencia” ha sido aprovechada por la misma ideología capitalista para encauzarla de acuerdo a sus intereses de enajenación y consumo. Por eso la “liberación de la mujer” suele reducirse a una consigna de combate, a un buen deseo que sólo puede avanzar al mismo ritmo del desarrollo de la sociedad capitalismo; esta lucha es su hija, pero también contribuirá a darle sepultura. No podrá haber opresión de la mujer, ni del hombre, en una sociedad igualitaria.
4. Por ello me gustó que se hablara en el texto de “promover un debate que, las feministas, no queremos dar abiertamente. ¿Las mujeres somos mejores que los hombres sólo por ser mujeres? O simplemente humanas, tan comunes, en reacción y acción como los hombres”. La realidad es que la mujer y el hombre en el sistema capitalista actúan de acuerdo a la ideología dominante y si alguien ha superado esa ideología son las mujeres y los hombres más conscientes, que están en total minoría. Es por eso que cuando oigo hablar estos días de “cuotas políticas a las mujeres” en el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no encuentro la justificación alguna porque la política, las leyes y los reglamentos han sido dominados por los hombres, por tanto las mujeres acuerdan, hacen, actúan como hombres en las funciones políticas; es lo que hemos visto cuando han sido secretarias de Estado, gobernadoras, etcétera.
5. “Aprovechando esa mitología de que las mujeres somos más buenas y más honradas, cuando en realidad, otra vez parafraseo, vienen de "distintos tipos y calañas" y no podemos dejarnos llevar por eso, que también Martha Lamas señala como "la enfermedad del mujerismo", que puede ser fatal en estos tiempos, escribe Lovera. Si, “en estos tiempos” de campaña presidencial y por el gobierno de la ciudad de México en que aparecen candidatas mujeres cuyo comportamiento anterior como altas funcionarias o como simples opinadoras, han demostrado que están contra las demandas de la féminas. La señora Vázquez Mota no actuó a favor de las mujeres a la hora de ser legisladora, se escondió cuando se aprobaron leyes contra el laicismo o se calló cuando se propusieron siete iniciativas federales contra la libertad de interrumpir un embarazo y, además, su capacidad es limitada. Lo mismo se puede decir de Beatriz Paredes o Isabel Miranda.
6. Por eso urge el debate, porque las mujeres antes impactadas por el discurso feminista, hoy están muy confundidas. Hay algo peor, señala Lovera, algunas mujeres de los grupos políticos progresistas frecuentemente caen en el mismo discurso, y creen que hay que llenar todos los espacios que la ley confiere a las mujeres, con cualquier mujer y eso sencillamente no es posible. ¿Cómo olvidar aquella reunión convocada por Martha Sahagún, Esther Gordillo, Rosario Robles, Beatriz Paredes, reunión que parecía reunir a la crema y nata del funcionarismo foxista cuando la Sahagún buscaba la Presidencia? Por eso hay que repetir que no todas las mujeres ni todos los hombres son iguales de tramposos y honestos; la lucha por la igualdad sexual es dentro y contra el capitalismo; es liberación contra la opresión del sexo dominante, pero también es liberación, económico, política y social. Es antes, durante y después de la Revolución.
7. Hay que apoyar en todo el mundo las movilizaciones de las mujeres este 8 de marzo porque forman parte de los movimientos de transformación. Pero no hay que olvidar que aún deben aclararse muchas ideas para evitar confusiones. Las mujeres y hombres han luchado divididos, cada quien en su campo; la lucha por la liberación de la mujer tiene que unirlos si se busca triunfar contra el enemigo principal que es el capitalismo. En política las mujeres gobiernan exactamente igual que los hombres y cuando piden “cuotas de género” es para continuar con más de lo mismo. ¿No es acaso una tontería votar por candidatas mujeres cuando en su práctica política han demostrado que no han apoyado las demandas nacionales de las mujeres? Confío en que en las próximas décadas las mujeres adquieran mayor claridad sobre sus deberes y sus derechos y adquieran mayores niveles para conquistar su independencia y libertad.
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Correo: pedroe@cablered.net.mx
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