Tomás Mojarro
Es un nuevo atentado contra la Constitución de parte de quienes protestaron acatarla, encabezado por el Ejecutivo y apoyado por quienes en las cámaras han manifestado ya su disciplinada sumisión, pero ahora en un asunto de gravísima importancia: la modificación de los artículos. 27 y 28 de la Carta Magna, esenciales para nuestra seguridad energética, para nuestra seguridad nacional y por ente para nuestra soberanía.
El memorial de la ignominia, titula Jiménez Espriu su reciente crítica de esa reforma energética de Peña que apoyan los "chuchos" del PRD. Eso, aunado a la propuesta gubernamental de que se echara tierra al tema del espionaje contra el deLos Pinos (en las antípodas de la digna, decorosa reacción de estadistas como Angela Merkel y Dilma Russeff) me motiva para traer ante ustedes la parte medular de La compra de la República, ¿la conocen ustedes? Se trata de una "fantasía" de Papini que sin mucha dificultad imagino protagonizada por Obama y el Peña cuyo proyecto, afirman quienes de esto conocen, fue redactado en Washington. La "fantasía" publicada en Gog:
“He comprado una República. El Presidente tenía el agua hasta el cuello y su ministerio, compuesto de ineptos, era un peligro. Las cajas de la República estaban vacías; imponer nuevos impuestos hubiera sido la señal del derrumbe de todo el clan que había tomado el poder. Un agente americano que se hallaba en el lugar me avisó. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York; en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares y asigné al Presidente, sus ministros y secretarios, unos emolumentos dobles de aquellos que recibían del Estado. Me han dado en garantía, sin que el pueblo lo sepa, las aduanas y los monopolios. Además, el Presidente y sus ministros han firmado un contrato secreto,que me concede prácticamente el control sobre la vida de laRepública. Aunque yo, cuando voy allá, parezca un simple huésped, soy el dueño del país. En estos días he dado una nueva subvención para la renovación del material del ejército. Me he asegurado, a cambio, nuevos privilegios...
El espectáculo me divierte. Las Cámaras continúan legislando libremente (en apariencia). Los ciudadanos siguen imaginando que la República es autónoma e independiente.No saben que todo cuanto se imaginan poseer –vida, bienes, derechos civiles- despende de un extranjero desconocido para ellos: de mí. Mañana mismo puedo ordenar la clausura de las Cámaras, una reforma constitucional, el aumento de tarifas de aduanas, la expulsión de mi país de los emigrados. Podría, si lo quisiera,revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante, y derribar al Gobierno, desde el Presidente hasta el último secretario. Y no me sería difícil obligar al país que tengo bajo mi mano a entrar en una guerra que no le incumbe. Esta facultad oculta e ilimitada me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir los fastidios de la comedia política es una fatiga bestial, pero ser titiritero que detrás del telón puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a su movimiento es una voluptuosidad única. Mi desprecio de los hombres encuentra un sabroso alimento al observar que los del clan siguen actuando su papel de jefes legítimos".
Mis valedores: ¿México ante los Estados Unidos? Qué país éste, qué país aquél. ¿Y nosotros? ¿Nosotros qué? Los "dueños" del energético temiendo y orando (yo no) ante la proximidad del México-Nueva Zelanda mientras que el de Los Pinos...
Ah, México, nuestro país. ¿Nuestro? (Lóbrego.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario