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“Nos reunimos para sumar fuerzas y ser escuchadas, pues queremos hablar
por nosotras mismas”, explicó la peruana Ernestina Ochoa al finalizar
en la capital uruguaya el congreso fundacional de la Federación Mundial
de Trabajadoras y Trabajadores Domésticos, al que asistieron líderes
sindicales de unos 50 países.
La elección de Uruguay para este encuentro clave, que se desarrolló
del sábado 26 al lunes 28, se sustentó en que fue el primer país en
ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), que establece para este sector derechos laborales fundamentales
que la gran mayoría de las veces no son tenidos en cuenta.
A pesar de este avance, todavía queda mucho por hacer en este y en
otros países de América Latina, donde, si bien existen leyes laborales
nacionales, aún cuesta lograr que se cumplan. En Asia y Medio Oriente la
situación es mucho más crítica.
“Por muchos años solo hablaron por nosotras las organizaciones no
gubernamentales, a través de estudios e investigaciones que nos
invisibilizaban, pero el trabajo de hormiga lo hemos hecho las empleadas
del hogar y nuestros sindicatos”, indicó Ochoa, vicepresidenta de la
Federación, como pasó a denominarse desde esta reunión la Red Mundial de
Trabajadoras y Trabajadores Domésticos (IDWN, por sus siglas en
inglés).
“Ahora hemos dicho: ‘Basta ya, fundemos una federación grande que nos
una y nos articule, hagamos cosas en conjunto para organizarnos,
defender nuestros derechos, formar sindicatos, mejorar las leyes y
también para ayudar a los países en los que no existen normativas al
respecto, empoderar a las trabajadoras del hogar, formar líderes y tener
voz frente a gobiernos y empleadores’”, agregó en entrevista con IPS.
La primera reunión mundial de trabajadoras domésticas se realizó en
2006 en Amsterdam, luego de lo cual se fundó la IDWN, que actualmente
reúne a 87 países, con el propósito de luchar para que se adopte el
“Convenio sobre trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores
domésticos (C-189)”.
En ese entonces, contó Ochoa, no sabían cuánto iban a crecer y en qué
se iban a convertir. En ese sentido consideró que era necesario crear
una federación para lograr independencia, sobre todo para las
negociaciones con organismos mundiales.
“Este es un proceso nuevo para muchas que están acá y han venido con
esas expectativas de ver qué es esto y qué va a pasar”, señaló.
En muchos países latinoamericanos, como Uruguay, se aprecian avances,
pero en la gran mayoría ni siquiera cuentan con leyes, lamentó la
dirigente peruana.
El C-189, que entró en vigor en septiembre, “establece los primeros
estándares globales para los más de 50 millones de empleados del sector
en el mundo, la gran mayoría mujeres y niñas, muchas de ellas
inmigrantes”, según el informe “Reivindicar los derechos: Movimientos de
los trabajadores del hogar y avances globales en materia de reforma
laboral”, presentado en la cita de Montevideo.
“La OIT asegura que casi 30 por ciento de los trabajadores del hogar
están totalmente marginados de las leyes laborales nacionales”, agrega
el estudio elaborado en conjunto por IDWN, la Confederación Sindical
Internacional y la organización no gubernamental Human Rights Watch
(HRW).
Según explican sus autores, las empleadas que viven en los domicilios
donde laboran, así como las niñas y las inmigrantes, se enfrentan a
mayores riesgos de abuso. Si bien el trabajo infantil se redujo en otros
sectores, en el caso del servicio doméstico aumentó nueve por ciento
solo entre 2008 y 2012.
“Hay países en los que los cambios son lentos, como ocurre en Asia y
Medio Oriente”, destacó Nisha Varia, investigadora principal sobre
derechos de la mujer de HRW. En el caso de América Latina, “aunque se
ven adelantos, creo que el reto es cómo traducir estas leyes en el
mejoramiento de la vida de las trabajadoras”, señaló a IPS.
Algunos de los derechos fundamentales establecidos en el C-189 son la
aplicación de días de descanso semanal, limitación en la cantidad de
horas en la jornada de trabajo, un salario mínimo, remuneración de horas
extra y la inclusión en el sistema de seguridad social, entre otros.
Este convenio fue ratificado hasta el momento, además de Uruguay, por
Alemania, Bolivia, Guyana, Filipinas, Italia, Mauricio, Nicaragua,
Paraguay y Sudáfrica.
El informe también destacó a Filipinas, que ya es parte del Convenio,
y a Argentina, Brasil, España, Kenia y Venezuela, que aún no lo han
hecho, por haber logrado reformas laborales que amparan al empleo
doméstico, muchas de las cuales son las que establece el C-189.
Graciela Espinoza, integrante del Sindicato Único de
Trabajadoras Domésticas de Uruguay (STUD), advirtió que “todavía nos
queda ordenar la casa”, en referencia a su país, pese a que tiene en
vigencia la ley 18.065 de Trabajo Doméstico, ratificó el C-189 y rigen
tres convenios colectivos con los empleadores.
“Hay muchas mejoras, pero todavía nos falta que la sociedad, los
empresarios y trabajadoras domésticas se involucren”, apuntó Espinoza en
conversación con IPS.
“Aún hay compañeras que no se reconocen como trabajadoras y, mientras
esto suceda, tenemos que seguir en la lucha. Cuando toda la sociedad
nos reconozca como servicio doméstico, ese día será el que podamos
decir: ‘Llegamos a una meta, ahora tenemos que avanzar hacia la otra’”,
señaló.
La sindicalista precisó que los cambios más significativos se vieron a
partir de 2006, cuando se aplicó la ley 18.065, y especialmente en
2008, tras la firma del primer convenio nacional. “Ahí fue la revolución
en Uruguay”, sentenció.
Según explicó Espinoza, a partir de ahí empezó a cambiar la
situación. En 2004 solo 32 por ciento de las empleadas domésticas
estaban registradas en la seguridad social, mientras que ahora ya lo
están 66 por ciento y más de la mitad de estas están amparadas por un
seguro de riesgo de accidentes laborales.
También su colega Lucía Gándara entiende que, “aún siendo Uruguay el
primero que ratificó el C-189, hay derechos que se violan y uno de ellos
es el fuero sindical”, que ampara a los dirigentes en sus puestos de
trabajo ante abusos patronales por su condición de tales.
“La trabajadora doméstica que integra el secretariado del STUD no
puede asistir a una reunión si se hace en su horario de trabajo porque
es despedida”, indicó Gándara.
Es que, como dijo Espinoza, “trabajamos aisladas la una de la otra,
entonces toda esa situación a nosotras nos juega muy en contra como
sindicato, pues, por ejemplo, no podemos hacer una ocupación de
reivindicación en una casa de familia”.
“Lo máximo que puedes hacer es explicarle al patrón cual es el
derecho de la trabajadora y sus obligaciones, y es lo que estamos
haciendo. En esos casos a veces la empleada sigue trabajando y en otras
no, porque la echan”, puntualizó.
Por otra parte Paulina Nuza, integrante del Centro de Capacitación
para las Trabajadoras del Hogar (CCTH), de Perú, dijo a IPS que “Uruguay
es un modelo”.
“Las trabajadoras del hogar en Perú no pueden tener un salario o
equipararse con otros trabajadores. A pesar de que hay un plan de
igualdad de género que dice que para 2017 debemos tener asegurado el 50
por ciento del millón de empleadas del hogar que existen en este país,
hasta ahora ni seis por ciento de nosotras lo está”, afirmó.
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