Pedro Echeverría V.
1. Los Maestros de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chiapas, Veracruz y una veintena de más estados de la República, maestros que "luchando nos están enseñando dignidad, valentía, conciencia de derechos y solidaridad en la defensa de su trabajo, sus salarios y su vida", están siendo "repudiados" por un puñado de ricos comerciantes. Se quejan los restauranteros, dueños de estacionamientos, comerciantes y negociantes, que sus ingresos han bajado desde que los maestros instalaron en 13 de septiembre su plantón en el Monumento de la Revolución. Dicen esos riquillos que no solo piden el levantamiento del plantón sino que expulsen a los maestros de la ciudad de México.
2. No dudo que hayan bajado sus ingresos pero con su actitud (haber hecho ayer un plantón contra los maestros en el Monumento a la independencia) demuestran el pensamiento individualista, egoísta, derechistas y de piojos que los penetra; una enorme incapacidad para ver que la culpa de las manifestaciones, protestas, paros, huelgas y plantones no es de los trabajadores sino de los empresarios o el gobierno (éste es el caso) que no resuelven los problemas que provocan. Los profesores plantados de la CNTE no deben hacer caso a estos riquillos que deben reclamar al gobierno, no a los trabajadores, ¿O está calando ya muy duro el fascismo, feroz enemigo de las luchas de los trabajadores?
3. Maestros; cámbienle al gobierno el Monumento de la Revolución con la explanada de Bellas Artes, una calle de avenida Juárez, una calle del Eje Central y una calle de avenida Hidalgo. Ni modo tendrían que descolgar los techos de plástico y volverlos a colocar en esa explanada y calles que rodean la explanada. No creo que el Banco de México, Sambors de Slim, el Correo Central o Telmex, también de Slim, se quejen de que han caído sus ventas. Tanto dinero han gastado los maestros en la construcción de sus campamentos de plástico en la Plaza Tolsá, en el Zócalo y donde están, que debería el gobierno y los empresarios obsequiarles 100 metros cuadrados de lona o de plástico.
4. Los maestros –con profunda conciencia y acostumbrados a luchar en medio de las peores condiciones- no se irán de la ciudad de México porque grupos de riquillos comerciantes y automovilistas (azuzados por el gobierno) así lo pidan. Si en el DF hay 14 millones de habitantes que viven en mil barrios y colonias, son menos de mil negociantes y otros mil automovilistas que se mueven en esas zonas del centro los que no los quieren. Lo demás son campañas permanentes de los medios de información que obedecen a las órdenes del gobierno y empresarios. Esta lucha magisterial que lleva 33 años y 9 meses en 1913 ha enseñado muchísimo a todos los trabajadores, a los ciudadanos; los maestros les han enseñado que hay que salir a la calle a gritar para que nos hagan caso.
5. El pensamiento de los habitantes del DF ha cambiado. La década de los sesenta, sobre todo 1968, transformó aquella ciudad de México conservadora y aristocratizante. Como todas las grandes y viejas ciudades de México veían a los "provincianos", a los campesinos, a los obreros, como sectores bajos sin capacidad de "ilustración". Al imponerse el urbanismo, al crecer los privilegios de las ciudades por políticas económicas de gobierno, el cambio de población del campo a la ciudad llevó a un cambio acelerado de transformación de la conciencia. Hoy las concepciones culturales tienden más al cambio, al igualitarismo, a la homogeneidad. La ciudad de México se ha convertido en mucho más integradora y solidaria con las batallas que libran los trabajadores.
6. Por ello las luchas de los maestros de la CNTE son bien vistas por el 95 por ciento de los habitantes de la ciudad. Solamente el gobierno y los ricos dueños de negocios –penetrados hasta los huesos por el pensamiento conservador derechista- levantan sus protestas. Igual, estas mismas gentes buscan imponer reglamentaciones a todas las protestas y las marchas como si fuera una petición de toda la ciudad. El 70 por ciento de sus habitantes -más de 10 millones de capitalinos- no tiene nada ver con las grandes operaciones financieras o comerciales que se hacen en los bancos, las bolsas, las compañías de seguros, el aeropuerto o los gigantescos hoteles y restaurantes. La ciudad de México es de todos –capitalinos y no, porque además es la capital de la República- no de un puñado de negociantes. (31/X/13)
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