Mujeres huyen para evitar extorsiones y ser reclutadas
Por: la Redacción
Cimacnoticias | México, DF.-En países centroamericanos como El Salvador o Guatemala, las mujeres se enfrentan a los abusos de bandas delictivas como las “maras”, por lo que se ven obligadas a emigrar para evitar extorsiones o ser reclutadas en las filas del crimen.
Perla Lam huyó hace casi dos años de Guatemala debido a las extorsiones que sufría por parte de las “maras” que la amenazaron con matar a su hijo si no pagaba lo que en Guatemala se conoce como el “impuesto de guerra”, considerado en aquel país como una gran industria del delito.
Antes de emigrar, Perla, de 45 años, tenía un puesto de pupusas (tortilla de maíz gruesa hecha a mano y preparada con guisados).
Los “maras” le pedían a la semana 300 quetzales (480 pesos mexicanos) a cambio de no hacerle daño a ella y a su hijo, quien tiene autismo y una lesión cerebral.
En diciembre de 2011 el grupo criminal le aumentó el “impuesto” y le exigía a la semana mil 500 quetzales (2 mil 397 pesos mexicanos), cantidad que ya no pudo pagar.
La historia de Nohemí, en El Salvador, también es ejemplo de cómo las pandillas orillan a las mujeres a emigrar. Ella vive en la zona metropolitana de la capital San Salvador, en una comunidad de alto riesgo por su índice de violencia y donde hace cinco meses su hermana de 26 años fue asesinada por supuestos miembros de pandillas.
Ella espera pronto ir a Estados Unidos, donde vive su tía, quien le prestará el dinero para realizar su viaje con ayuda de un “coyote” (traficante de personas), quien le cobrará 7 mil dólares (cerca de 90 mil 500 pesos mexicanos) para trasladarla sin documentos hasta Los Ángeles, California.
Nohemí espera tener una suerte diferente a la de su hermana, quien hace 10 años emigró hacia EU en busca de un mejor futuro. Sin embargo, al llegar al vecino país se involucró en pandillas y en el narcomenudeo.
Dos años después fue deportada a El Salvador, donde formó un nuevo grupo y continuó con la venta de droga hasta que la asesinaron.
De acuerdo con el informe “Violencia juvenil, maras y pandillas en El Salvador” (2009), el surgimiento de estos grupos se vincula con la migración.
En las décadas de los 70 y 80 las familias migrantes y sus hijas e hijos se vieron expuestos a las pandillas en EU y formaron sus propios grupos delincuenciales. Al ser deportados llevan ese modelo de vida a su país.
En México, Irazú Gómez, responsable del Programa de Asuntos Migratorios del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, en Puebla, informó que las jóvenes centroamericanas emigran por orden de sus familias, para evitar ser reclutadas por las “maras” u obligadas a ser parejas de sus integrantes o dirigentes.
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