11/27/2016

La Muestra: Aquarius


Carlos Bonfil
La Jornada 


Foto
Sonia Braga, figura emblemática del cine brasileño, protagoniza el filme de Kleber Mendonça. Arriba, fotograma de la película

El nuevo beso de la mujer araña. Aquarius, segundo largometraje de ficción del brasileño Kleber Mendonça Filho, se desarrolla en la ciudad portuaria de Recife, con sus playas paradisiacas infestadas de tiburones y un riachuelo de desechos que simbólicamente divide en la arena a Pina, zona opulenta de la urbe, de esa otra región aledaña, Brasilia Teimosa, más menesterosa. La descripción de Recife como un epicentro de las desigualdades sociales en la gran nación brasileña es el punto de partida de una historia que resume, ilustra y mezcla, en clave muy metafórica, la compleja condición de esa ciudad con la suerte misma de Clara (Sonia Braga), sexagenaria que defiende su derecho a vivir ahí en el lugar y en la manera que mejor le convenga y plazca.
Y ese lugar es Aquarius, un edificio ya casi desierto, hogar suyo por largos años, del que una especulación inmobiliaria pretende ahora desalojarla. Dividido en tres partes, el filme Aquarius refiere la cadena de pérdidas de la protagonista, sentimentales unas (marido y amigos cercanos), físicas otras (la amputación de un seno luego de un cáncer al que ha sobrevivido durante tres décadas). Clara es una superviviente y una luchadora empecinada. En todos los terrenos. Sus hijos apenas vislumbran el alcance de su capacidad de resistencia; sólo su empleada doméstica y compañera única valora cabalmente los motivos y el coraje del combate cotidiano. Cuando los especuladores organizan una ruidosa orgía en el departamento vacío encima del suyo, como una presión para orillarla a un desalojo voluntario, ella asume como propio ese frenesí colectivo y contrata los servicios de un joven prostituto para desfogarse ella a su muy libre manera. Clara, la irreductible.
Aunque la metáfora parece de entrada un tanto obvia, lo cierto es que esos especuladores neoliberales, educados en universidades estadunidenses, tienen en su frialdad pendenciera mucho de aquellos tiburones que infestan las playas de Recife. Y su estrategia radical de sembrar una plaga de termitas devastadoras en el edificio Aquarius para una intimidación final apenas cuenta con las armas secretas de quien, de vuelta ya de los linderos de la muerte, puede ahora incursionar sin miedo en el territorio de los demasiado vivos. Aquarius es la crónica de este último combate humanista en contra de un neoliberalismo agonizante que presume de sentirse todavía triunfante. Sonia Braga, figura casi mítica del cine brasileño, domina por completo esta parábola social de Mendonça Filho, le confiere un dramatismo eficaz y una nota de sobriedad inesperada. En un territorio dominado hoy por el cálculo materialista, la corrupción y la mezquindad moral, y por una gran cobardía colectiva, la protagonista de Aquarius representa, con toda su resistencia, una saludable lección de valentía.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. Funciones a las 13 y 18 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1

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