Carlos Bonfil
La Jornada
Sonia Braga, figura emblemática del cine brasileño, protagoniza el
filme de Kleber Mendonça. Arriba, fotograma de la película
El nuevo beso de la mujer araña. Aquarius, segundo
largometraje de ficción del brasileño Kleber Mendonça Filho, se
desarrolla en la ciudad portuaria de Recife, con sus playas paradisiacas
infestadas de tiburones y un riachuelo de desechos que simbólicamente
divide en la arena a Pina, zona opulenta de la urbe, de esa otra región
aledaña, Brasilia Teimosa, más menesterosa. La descripción de Recife
como un epicentro de las desigualdades sociales en la gran nación
brasileña es el punto de partida de una historia que resume, ilustra y
mezcla, en clave muy metafórica, la compleja condición de esa ciudad con
la suerte misma de Clara (Sonia Braga), sexagenaria que defiende su
derecho a vivir ahí en el lugar y en la manera que mejor le convenga y
plazca.
Y ese lugar es Aquarius, un edificio ya casi desierto, hogar suyo por
largos años, del que una especulación inmobiliaria pretende ahora
desalojarla. Dividido en tres partes, el filme Aquarius refiere
la cadena de pérdidas de la protagonista, sentimentales unas (marido y
amigos cercanos), físicas otras (la amputación de un seno luego de un
cáncer al que ha sobrevivido durante tres décadas). Clara es una
superviviente y una luchadora empecinada. En todos los terrenos. Sus
hijos apenas vislumbran el alcance de su capacidad de resistencia; sólo
su empleada doméstica y compañera única valora cabalmente los motivos y
el coraje del combate cotidiano. Cuando los especuladores organizan una
ruidosa orgía en el departamento vacío encima del suyo, como una presión
para orillarla a un desalojo voluntario, ella asume como propio ese
frenesí colectivo y contrata los servicios de un joven prostituto para
desfogarse ella a su muy libre manera. Clara, la irreductible.
Aunque la metáfora parece de entrada un tanto obvia, lo cierto
es que esos especuladores neoliberales, educados en universidades
estadunidenses, tienen en su frialdad pendenciera mucho de aquellos
tiburones que infestan las playas de Recife. Y su estrategia radical de
sembrar una plaga de termitas devastadoras en el edificio Aquarius para
una intimidación final apenas cuenta con las armas secretas de quien, de
vuelta ya de los linderos de la muerte, puede ahora incursionar sin
miedo en el territorio de los demasiado vivos. Aquarius es la
crónica de este último combate humanista en contra de un neoliberalismo
agonizante que presume de sentirse todavía triunfante. Sonia Braga,
figura casi mítica del cine brasileño, domina por completo esta parábola
social de Mendonça Filho, le confiere un dramatismo eficaz y una nota
de sobriedad inesperada. En un territorio dominado hoy por el cálculo
materialista, la corrupción y la mezquindad moral, y por una gran
cobardía colectiva, la protagonista de Aquarius representa, con toda su
resistencia, una saludable lección de valentía.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. Funciones a las 13 y 18 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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