“En
contextos autoritarios vale la pena seguir batallando, ya no sólo por
mis propios derechos, tengo una hija y una nieta. Creo que después de
tanto que se ha batallado en Nicaragua, por la democracia y por la
igualdad para las mujeres, vale la pena seguir dando batalla. El
feminismo como apuesta política es válida. Y detrás del feminismo están
las grandes revoluciones que nosotros queremos para nuestra sociedad”.
Son palabras de Juana Antonia Jiménez Martínez, una de las
simpatizantes de la Revolución Sandinista de Nicaragua durante la década
de los años 70 cuando se enamoró, como ella dice, de la lucha por los
derechos y la justicia, dos causas que sigue defendiendo pero ahora como
abogada e integrante del Movimiento Autónomo de Mujeres de su país.
La mujer que de joven buscaba reivindicar un modelo de justica social
ahora es la adulta que representa víctimas de violencia de género. “El
feminismo me encontró posterior a la revolución, reivindicando una
agenda para las mujeres. Siempre he dicho que mi apuesta y mi convicción
revolucionaria es de cambios sociales estructurales” afirmó en
entrevista con Cimacnoticias durante su más reciente visita a México.
DERECHOS PERDIDOS
Abogada feminista y perseguida política, Juana Antonia Jiménez habló
de los logros de las nicaragüenses, a quienes pareciera que cada vez les
arrebatan más derechos. “Hemos perdido el proceso mismo de contribución
democrática y de pacificación. Eso era la mayor ganancia. Recordar que
nosotras pasamos un proceso y una revolución que en términos
internacionales tuvo muchas esperanzas de cambio social o de justicia
social”.
Cuando la sociedad de aquel país centroamericano optó por la paz y la
democracia, por el sufragio y los procesos electorales parecía que a la
par del fortalecimiento de las instituciones se garantizarían derechos
pero no fue así. “Conquistamos derechos pero los perdimos”, resumió la
defensora.
Por ejemplo, en Nicaragua estaba permitida la interrupción del
embarazo cuando corriera peligro la vida o la salud de la mujer pero
esta excepción a la ley fue eliminada en 2006, algo que afianzó las
relaciones entre el gobierno y la jerarquía católica y que Jiménez
considera hizo que jurídicamente las mujeres ya no sean iguales.
“Logramos avanzar mucho en la lucha contra la violencia, en términos
de reformas a leyes. Logramos una ley integral contra la violencia que
si bien es cierto lleva poco, de 2012, significó todo un proceso de
participación muy activo desde las mujeres. En términos jurídicos era
una de las leyes más avanzadas de la región que tenía toda una fuerte
estrategia de cambio cultural. Logramos que el femicidio/feminicidio se
reconociera no sólo en el campo privado, también que se reconociera el
femicidio/feminicidio público”.
Sin embargo, el presidente Daniel Ortega emitió un reglamento de la
ley que mutila la norma y recientemente, en agosto pasado, presentó un
paquete de reformas urgentes en materia penal donde señala que el
feminicidio sólo se va a reconocer cuando el crimen se cometa en
contextos de relaciones de pareja, arbitrariedad que en opinión de la
activista ya se cometía pero ahora se legaliza.
“Estamos en un contexto donde se ha adecuado el marco jurídico a los
intereses de un régimen político que cada día está más alejado de los
estándares democráticos, se perfila como el afianzamiento de una nueva
dictadura. Aunque no tengan el componente militar que tenía las
dictaduras de los 60, 70 pero en términos de seguridad jurídica y de
derechos constitucionales hemos retrocedido”, sentenció.
¿DICTADURA PARA TODAS Y TODOS?
Cualquier régimen dictatorial perjudica a todas las personas, explica la abogada.
“Toda la política está impregnada no sólo de misoginia hacia las
mujeres al ni siquiera haber una política pública que pueda sancionar
adecuadamente la violencia y los femicidios. Hay un discurso permanente
dirigido oficialmente desde el gobierno de asumir una posición alejada
totalmente de un Estado laico. La manipulación religiosa se hace desde
el discurso oficial”.
A principios de septiembre el movimiento de mujeres de Nicaragua se
movilizó y se declaró en alerta roja ante 49 casos de feminicidio atroz,
caracterizados por cuerpos descuartizados, quemados, decapitados.
Fenómeno de odio que, según ha declarado la vicepresidenta, Rosario
Murillo, se van a prevenir con una campaña para promover valores con los
líderes religiosos.
“Hay un régimen político que promueve el autoritarismo que no
reconoce derechos para la población pero que tiene un odio permanente y
una descalificación a los derechos de las mujeres en general. Eso
también tiene una implicancia en términos de riesgo, de ataques. Es
preocupante que casi 50 por ciento de las 202 agresiones que hemos
registrados hacia defensoras, los perpetradores son particularmente
entes estatales donde destaca la policía nacional”.
La Iniciativa Nicaragüense de Defensoras documentó entre 2015 y 2017,
202 agresiones contra defensoras, de las cuales 45 por ciento fueron
cometidas por autoridades estatales. Según datos de esta articulación,
la Policía Nacional es el órgano represor y de vigilancia ilegal más
frecuente en 1 de cada 4 agresiones hacia defensoras. Asimismo, personas
o grupos cercanos al partido de gobierno han sido perpetradores de la
agresión en 1 de cada 3 casos.
“Nosotras creemos que somos una voz que tiene autoridad ante la
población, somos un movimiento que hemos defendido históricamente
derechos para las mujeres y que creemos que como país merecemos un
sistema democrático que garantice derechos para todos”, expone Jiménez
sobre su convicción de continuar su trabajo pese a los riesgos.
PERSEGUIDA POR PEDIR LIBERTAD
La abogada tiene alrededor de 25 años trabajando por la igualdad de
género en su país. “¿Esto qué ha significado? pues toda una serie de
atropellos a mi integridad. Desde 2007, con la llegada de Daniel Ortega
al poder, implicó actos de persecución y de criminalización al
Movimiento Autónomo y a parte del liderazgo feminista. En esas listas he
estado incluida permanentemente”.
Ella ha sido víctima de campañas de desprestigio y calumnias. En 2007
junto con 8 feministas fue acusada de “apología del delito de aborto”
porque las agrupaciones donde trabajaban se pronunciaron en contra de la
penalización total del aborto en Nicaragua. “Eso me significó a mi y a
mis compañeras más de dos, casi tres, años de investigación y de defensa
por nuestra parte”.
Una segunda criminalización fue en 2008 cuando se acusó al Movimiento
Autónomo de Mujeres de lavado de dinero, una estrategia de
descalificación al movimiento y al feminismo. “Todas hemos sido víctimas
de ataques directos durante las movilizaciones, atacadas, con intentos
de agresiones físicas, también he vivido actos de persecución política
que han trascendido a intentos de querer involucrar o afectar a mis
familiares, particularmente a mi hija”.
En el ámbito de su ejercicio profesional, Jiménez Martínez enfrentó
una acusación infunda de dos personas que la acusaron de malas prácticas
como abogada, el objetivo, dijo, era suspenderla de sus funciones como
abogada y notaria pública y pese a ello el frente del que forma parte
sigue trabajando para hacer ver las desigualdades y las arbitrariedades
de un gobierno que, dice, se parece cada vez más a una dictadura.
“No queremos renunciar a la posibilidad de contar con un país donde
podamos convivir sanamente hombres y mujeres y donde podamos seguir
avanzado en esa agenda de igualdad por nuestros derechos”.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anayeli García Martínez Cimacnoticias | Ciudad de México.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario