Han
pasado 207 años de que el cura Miguel Hidalgo y Costilla supuestamente
nos salvó de los casi tres siglos de dominio español. Esclavitud,
servidumbre y explotación se fueron aboliendo paulatinamente durante la
época de la Conquista para culminar en lo que sería el Movimiento
Independentista. Este fue fraguado por un grupo de insurrectos
adinerados, bien posicionados y con privilegios de raza y clase,
exigiendo ideales de libertad y autonomía para este país. Se triunfó en la guerra y con ello se dio paso a un Imperio Mexicano, ahora democracia.
A más de dos siglos del Grito de Dolores... ¿Qué tan independientes somos y de qué? Si la Independencia era para todos ¿quiere decir entonces que las mujeres hemos
logrado la misma independencia que nuestros compatriotas? ¿Que ya no es
necesario ser representadas / acompañadas por nuestros padres,
hermanos, esposos, parejas para que se nos respete? ¿Que nuestros
argumentos ya no son ignorados y que la opinión y decisiones sobre
nuestros hijos, nuestros cuerpos y nuestras acciones son respetados?
Esa, es otra guerra. Otra independencia, que no se ha logrado.
Es
verdad que estas discordancias históricas no nos han impedido, a muchas
de nosotras, superar las brechas y desigualdades laborales y
académicas, salir adelante, hacernos visibles en ámbitos culturales,
deportivos, artísticos, reapropiarnos de nuestros cuerpos y de otros
territorios. Pero eso no cambia el hecho de que nos siguen matando.
Mara Fernanda tenía 19 años. Ya no está más. Los detalles de su feminicidio ya
los sabemos. Hay indignación, enojo y rabia por donde leamos. En
nosotras hay tristeza, miedo, horror y una sensación de estar solas en
un país feminicida. Nuestra esperanza de que fuera
encontrada viva, se rompe y se une a los cientos de casos sin justicia.
Nombres apilados, olvidados, silenciados.
En mayo de 2017, a raíz del caso Lesvy Osorio, Mara se unió al hashtag #SiMeMatan en
las redes sociales. Mujeres de todas las edades reaccionaron ante las
declaraciones realizadas vía twitter por la Procuraduría General de
Justicia de la Ciudad de México. En estas daban a conocer información
personal de Lesvy que le criminalizaba y revictimizaba para justificar al novio feminicida, aludiendo que Lesvy Osorio ingería
alcohol, consumía drogas y debía materias en la universidad, como si
por esas razones se hubiera merecido ser asesinada a manos de su pareja,
o fuera menos grave el delito de asesinato.
#SiMeMatan es porque me gustaba salir de noche y tomar mucha cerveza
... tuiteó Mara en aquel momento. Cuatro meses después, la pesadilla se hizo realidad. No hay Día de la Independencia qué festejar, no hay una patria qué celebrar. México está podrido. México es feminicida. ¿Por qué cree usted que a este conductor de Cafiby se le hizo tan fácil simplemente fingir que terminaba el viaje, llevar a Mara a
un motel, violarla, matarla, envolverla en una sábana y lanzar su
cuerpo en un terreno, como un desecho y después cínicamente ir a
declarar voluntariamente al caso para pasar por inocente? ¿Recuerda los
casos de denuncia de violaciones perpetradas por choferes de Uber? Bueno. Ninguno fue castigado, solo fueron despedidos de la empresa en cuestión. Los violadores y potenciales feminicidas siguen libres.
Ricardo Alexis, asesino de Mara, probablemente estaba al tanto de ello y sabía que no le pasaría nada, como sucede con muchos otros feminicidas todos los días. El asesino sabía bien que en México los cuerpos de las mujeres no
importan, que se les puede hacer eso y nada va a pasar, si acaso se les
culpará a ellas mismas de lo que les pase. Estos asesinos y violadores
saben que no hay sistema judicial ni Alerta de Género que tengan los
mecanismos necesarios para juzgar y castigar, mucho menos para prevenir.
En México parece existir la idea de que no hay poder humano que pueda hacer que violadores y asesinos contengan sus deseos de poder y dominación sobre otros cuerpos, objetos, mujeres,
situación que, por cierto, pocas veces se les ocurre hacer a un
congénere que se precie de ser un hombre de verdad. En México, se culpa a
las víctimas de su propio feminicidio, se criminaliza a las sobrevivientes de violación. Sí. Ya sabemos quiénes gritan orgullosamente "¡Viva México!"
Es importante que no olvidemos que el feminicidio es
la culminación de una serie de violencias normalizadas que van
creciendo de manera progresiva. Contribuyen a su construcción
declaraciones como las del Rector de la Universidad Madero de Puebla:
"...por liberales, mujeres se vuelven víctimas de feminicidios".
Claro, es su culpa, no de los asesinos. O como las del señor Sergio
Zurita, quien llama "estúpidas" a aquellas mujeres que tienen la
intención de vestirse como quieren, diciendo que al elegir tener hijos
pierden sus derechos, expresándose de ellas y de las mujeres en general
con palabras como "golfas", "pirujas", "prostitutas", aplaudido por su
maravilloso y pensante equipo colaborador.
No puedo dejar de mencionar la respuesta que tuvo el tuit anteriormente mencionado de Mara, una vez que se había confirmado su muerte:
Si hubieras estado en tu casa estudiando no te hubiera pasado nada
No hay mucho más que decir respecto a esto.
Tantos nombres, tantas niñas y mujeres desaparecidas,
olvidadas, sin justicia, sin lugar. ¿Qué guerra es esta? ¿Qué México es
este que celebra 207 años de qué? ¿Cómo podemos enfrentarnos a esta
terrible realidad? Sin lugar seguro, siempre en riesgo de ser violadas y/o asesinadas. En casa, en las calles, con las parejas amorosas, amigos, familiares. Ahora también en transportes privados "seguros".
Estamos en guerra con un Estado feminicida.
Nuestras armas son la palabra, la voz, las calles, manifestarnos por
nuestros derechos, hacer llamados entre nosotras al empoderamiento de
nuestros cuerpos, a acompañarnos, aprender juntas a enfrentar el miedo,
autodefensa, incidir en los medios, en las leyes. Es lo que podemos
hacer ya que nuestro México lindo y querido niega las violencias, las
esconde, se burla de ellas o las olvida pronto. En esta guerra lo único
que pedimos es que no nos maten y que dejen nuestro cuerpo en paz.
Mara no debía morir. Lesvy no
debía morir. Valeria, Adriana, Claudia, Carmen, Diana, Leslie, Martha,
Araceli, Jessica, Laura, Jazmín, Melissa... y una larga lista de nombres
que conocemos y no, muchos otros que nunca saldrán a la luz o se
olvidarán al siguiente acontecimiento mediático. Nosotras no nos
callaremos. Vamos a gritar sus nombres, aún con este nudo en la garganta
y en el pecho. No hay dignidad en celebrar la muerte.
Nosotras nos queremos vivas.
No queremos vivo un México feminicida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario