El 68 a medio siglo
▲ La instalación artística está a cargo de la israelí Yael Bartana.
En el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) comenzó a elaborarse la instalación artística titulada Monumento a la ausencia,
de la creadora israelí Yael Bartana, en la cual participantes del
movimiento estudiantil de 1968 plasmaron las huellas de sus pisadas en
una placa de cemento, para de esta forma recordar a todos aquellos que
forjaron una de las etapas históricas más determinantes del México
moderno.
El jueves se dieron cita alrededor de 10 personas que caminaron sobre
la plancha de cemento fresco de 400 metros cuadrados, la cual será
intervenida hoy con sus pisadas por varias decenas de participantes más,
algunos de ellos sobrevivientes de la matanza de Tlatelolco o
familiares de hombres y mujeres que murieron ahí.
Además de las huellas, en el friso superior de la planta baja del
edificio se colocarán dos consignas en tipografía volumétrica –es decir,
letras en tercera dimensión– con las leyendas
¡Pueblo, únete!, ¡Pueblo, no nos abandones, y
Ni perdón ni olvido, que escogieron tanto la artista como los colectivos sociales que participaron en el movimiento de 1968.
Ander Azpiri, subdirector académico del CCUT, explicó que la obra fue
auspiciada por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y la
Universidad Nacional Autónoma de México, y forma parte de las acciones
de reparación simbólica colectiva que ambos organismos llevarán a cabo
en referencia al 68.
Pretendemos que la obra se convierta en un lugar donde los sobrevivientes del movimiento y los colectivos que llevan 50 años demandando verdad y justicia tengan un nuevo lugar de conversación y de reunión, señaló Azpiri, quien añadió que la selección del proyecto corrió a cargo de expertos en temas de memoria y monumentos, así como de participantes en las movilizaciones estudiantiles de hace medio siglo.
La artista israelí, quien resultó seleccionada luego de una
convocatoria internacional, subrayó que sus trabajos están relacionados
con el trauma colectivo, la memoria y la forma en que las sociedades
pueden aprender de su historia para proyectarse hacia el futuro.
Al crear un monumento así podemos representar un momento de miedo colectivo, de fuga, y hablar de la ausencia (de quienes murieron ahí), pero también representar a quienes sobrevivieron. Esta obra es sobre lo colectivo, pero también sobre cómo los individuos dejan sus huellas y hacen sus propios recuerdos, explicó.
Entre los participantes en la instalación figuró Humberto Campos,
quien en 1968 estudiaba en el Instituto Politécnico Nacional y participó
en el movimiento estudiantil. “Nuestro ‘delito’ fue creer en la
Constitución. Los jóvenes nos empezamos a organizar por la represión
estúpida y autoritaria de (el entonces presidente) Gustavo Díaz Ordaz”,
recordó.
Por su parte, Mirtocleya Adela González, también estudiante del Poli, narró la forma en que logró sobrevivir el 2 de octubre, y afirmó que para ella participar en la instalación es como
tener los 23 años que tenía en aquel entonces.
Foto José Antonio López
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
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