Miguel Concha
El Examen Periódico
Universal (EPU), establecido en marzo de 2008, es un mecanismo del
Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), que tiene como objetivo revisar la situación de los
derechos humanos en los Estados miembros de la Organización. Con su
funcionamiento genera una serie de recomendaciones que, de
implementarse, podrían ayudar a superar las deficiencias que se tengan
en el cumplimiento de las obligaciones estatales respecto a los derechos
humanos.
Su relevancia se debe a que es un ejercicio político de alto nivel
que permite exponer y conocer la situación de los derechos humanos en
cada país. Además, las recomendaciones se hacen entre pares, por lo que
tiene un impacto político directo en las agendas públicas de los
Estados.
Para realizar la evaluación, el mecanismo se basa en tres fuentes de
información. Primero, en la presentada por el Estado sujeto a
evaluación. Segundo, en la información recabada por expertos
independientes y grupos de trabajo de la ONU. Y tercero, en la
presentada por otras partes interesadas, como la Comisión Nacional de
Derechos Humanos y organizaciones de la sociedad civil.
Como aporte a la evaluación de México, más de 200 organizaciones
civiles nacionales denunciaron, en un esfuerzo de articulación, la
crisis de derechos humanos que padecemos en nuestro país, por conducto
del Colectivo EPU MX (colectivoepu.mx). En él se parte de un diagnóstico
sobre las causas estructurales que derivan en las graves violaciones a
derechos que conocemos. De la misma manera, se enfatiza la triple crisis
que afecta la vida de miles de personas en la nación: violencia,
corrupción e impunidad.
El informe reconoce avances en materia legislativa, que en su mayoría
ha sido el resultado del trabajo de organizaciones y movimientos que
históricamente buscan hacer efectivos sus derechos. Ello no obstante, y a
pesar de contar con un marco normativo avanzado, la implementación de
dichas leyes es deficiente.
La falta de reconocimiento de la crisis de derechos humanos por parte
del Estado mexicano, ante los mecanismos internacionales, ha impedido,
además, que esta situación sea conocida del todo por parte de otros
Estados. En los últimos dos periodos del EPU, México recibió 267
recomendaciones, y, salvo algunas excepciones, la mayoría fueron
aceptadas. Sin embargo los mecanismos de seguimiento para éstas fueron
limitados, y, como se expone en el informe, ello ha provocado su nulo o
parcial cumplimiento.
Se identifican al menos cinco aspectos generales en este mecanismo
internacional que merecen ser recomendados a México, que son además
demandas que organizaciones de la sociedad civil han impulsado para
hacer frente a la crisis que vivimos en el país.
Primero, la conformación de un mecanismo de asistencia internacional
contra la impunidad, que pueda coadyuvar con el Estado mexicano en el
diseño e implementación de estrategias que permitan una efectiva
investigación de delitos y graves violaciones de derechos humanos
cometidos en años recientes.
Asimismo, la urgente derogación de la Ley de Seguridad Interior y el
seguimiento de manera decidida en la transición hacia un modelo de
seguridad ciudadana, ya que resulta urgente que la militarización del
país, que inició por lo menos el año 2006, termine de manera definitiva.
Se requiere que se fortalezcan y reformen igualmente las
instituciones civiles de seguridad, para que éstas asuman las tareas de
seguridad pública, siempre desde un enfoque de protección a los derechos
humanos. En este sentido se hace también oportuno un programa de retiro
de las fuerzas armadas de los diversos territorios de México.
Como tercer elemento es igualmente apremiante combatir la impunidad
mediante la justicia penal, autonómica y eficaz. Y de ahí la importancia
de contar con una Fiscalía General de la República autónoma e
independiente, que se conduzca con la debida diligencia y tenga
capacidad para atender integralmente las investigaciones.
Otro pendiente se refiere al Sistema de Atención a Víctimas, pues a
pesar de que contamos con la Ley General de Víctimas y el Sistema
Nacional de Atención a Víctimas, éstos deben fortalecerse. Por tanto, se
tiene que garantizar su debida implementación, asegurando que los
procesos de atención sean adecuados, se cuente con personal eficiente y
se atienda a víctimas respetando su dignidad humana, y evitando la
revictimización desde las instituciones del Estado.
Como quinto punto, en el informe se observa la relevancia de la
coadyuvancia internacional para la implementación de las
recomendaciones, así como la exposición de la situación de México en los
diversos foros internacionales.
El CDH de la ONU debe atender a México no sólo para reconocer su
labor activa en organismos multilaterales, sino, sobre todo, para
evidenciar la grave crisis que se vive en el país. Y ello con el afán de
ayudar, desde la solidaridad internacional entre países, a revertir de
manera efectiva la actual crisis de derechos humanos.
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