La Coparmex, el centro patronal mexicano, se rasga las vestiduras ante la inseguridad que priva en México y la ola de violencia que afecta ya a los altos estamentos de la iniciativa privada, que sufre ahora de secuestros y asesinatos de sus miembros y sus familias.
Pero si las vidas humanas que se han perdido en esta marea de incapacidad gubernamental para enfrentar el crimen organizado pudieran ser dignas de atención, no pueden ser menos dignas de atención las vidas que se pierden, la desesperación frente al desempleo, la angustia ante la carestía, la impotencia ante la prepotencia gubernamental militarizada, la huida masiva de mexicanos al extranjero en busca de seguridad; factores todos que tienen como origen común la voracidad del capital, precisamente representado por la Confederación Patronal de la República Mexicana.
Esa Coparmex que coludida con los medios, en particular Televisa y Televisión Azteca, trata de hacernos cómplices de más represión en nuestras calles, después de que hasta el Ejército fracasó en su apoyo al control de la derecha calderoniarna. El pueblo no tiene por qué no ver con buenos ojos lo que ocurre con sus depredadores y sus cachorros, pues a diario vive el mismo drama de opresión y represión en sus personas e hijos. Las armas del pueblo por el momento son: su poder de compra, al evitar comprar productos de las empresas que nos imponen los intereses burgueses.
Y la segunda medida, organizarse en grupos de información y resistencia, que expliquen la realidad nacional y preparen la reacción popular de vecinos, de camaradas de oficina, de compañeros de tianguis, de colegas de escuela, de amas de casa, etcétera.
Boicot y organización !
Emmanuel D’Herrera Arizcorreta
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