12/08/2009





Nuevo director en el IPN

Miguel Ángel Granados Chapa

Estaba previsto que ayer se reunieran ex directores generales del Instituto Politécnico Nacional con el secretario de Educación, Alonso Lujambio. Aunque no hay norma que obligue a una auscultación, ni quienes encabezaron esa institución forman parte de un cuerpo que ejerza atribuciones de ese género, es seguro que el encuentro versara sobre el nombramiento de quien el 12 de diciembre reemplace al doctor Enrique Villa Rivera, que concluye seis años al frente de esa institución. Al cabo de dos periodos trienales, ya no es posible que el presidente de la República lo designe de nuevo. De esa manera, mañana rendirá su sexto y último informe. Su eficaz gestión se enriqueció en estos días con el resultado de su faena para conseguir que el presupuesto del IPN creciera levemente por encima de los 9 mil millones de pesos que se propuso conseguir.

Villa Rivera fue nombrado por Vicente Fox y confirmado por Felipe Calderón apenas superado el escabroso trance de su ascenso al gobierno, en los primeros días de diciembre de 2006, cuando también iniciaba sus funciones la secretaria Josefina Vázquez Mota. La operación política que supone esa designación se realiza ahora en un contexto más complicado: por una parte, ya no es posible mantener en el cargo a quien lo ha ejercido y, por otro lado el responsable del sector es distinto de quien operó el nombramiento anterior (pues Alonso Lujambio reemplazó en abril a quien ahora encabeza la fracción panista en San Lázaro), si bien el subsecretario de Educación Superior, el doctor Rodolfo Tuirán, se halla en funciones como desde el comienzo del sexenio.

Aunque la ley no obliga a que el director sea un profesor del Politécnico, sería inconveniente llevar al cargo a una persona ajena a la institución. Si bien es preciso en ocasiones quebrar inercias endogámicas, tal propósito se justifica cuando es mayor el costo de la ruptura que la preservación de tradiciones, sobre todo si éstas no enferman sino alimentan a una institución. Por eso conviene que quien encabece el Politécnico tenga experiencia en responsabilidades internas, como ocurrió con el director saliente, que había sido secretario académico y desarrollado otras tareas en la propia institución.

También es atendible el criterio que privilegia la diversidad de orígenes de los directores. El doctor Villa Rivera se formó en la Esiqie (Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas); su antecesor Miguel Ángel Correa Jasso es economista, de la ESE; y antes dirigió el IPN el ingeniero Diódoro Guerra, de la ESIME, una de las escuelas fundadoras del Politécnico y de la que han surgido un buen número de directores generales. Otros se han graduado en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, como los doctores Guillermo Massieu y Héctor Mayagoitia.

No ha habido hasta la fecha un director procedente de la Escuela Superior de Medicina, y ésa es una de las razones por las que miembros relevantes de la comunidad politécnica y de sectores relacionados con ella juzgan que sería pertinente la designación de un ex director de ese plantel, el doctor Óscar Escárcega Navarrete. Graduado y posgraduado en esa escuela, profesor de carrera en la misma, este médico experto en administración académica es fruto claro de un establecimiento surgido en los años iniciales del IPN con el espíritu de servicio social que debe caracterizar a los egresados de una institución creada como parte de la política popular del presidente Lázaro Cárdenas.

El Politécnico no surgió de la nada. Reunió establecimientos que ya ofrecían educación superior de calidad como la mencionada Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, de cuyas aulas surgió la institución bautizada como Escuela Superior de Medicina Rural, que comenzó en marzo de 1938 su desarrollo propio. Amén de crecer en sus funciones de docencia e investigación, la ESM (que pronto perdió el apellido que señalaba su vocación pero que ante muchos prejuicios parecía ofrecer una formación de menor nivel que la universitaria) rindió sus propios frutos, la Escuela Superior de Enfermería y Obstetricia y el Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud, que cuenta hoy con dos establecimientos.

Sin perder su oriundez y apego a la institución en que se formó (y donde ha sido director de Relaciones Públicas y de Comunicación Social, así como secretario de Extensión y Difusión), Escárcega Navarrete ha cobrado experiencia en ámbitos académicos más dilatados. Sirvió en la administración de la UNAM, bajo el rectorado del doctor José Sarukhán, y fue asimismo coordinador en el área de Ciencias Biológicas y de la Salud en el Ceneval (Centro Nacional de Evaluación Educativa). Actualmente es coordinador de Planeación y Desarrollo del Sistema Nacional de Educación Técnica Superior en la Secretaría de Educación Pública, cargo que ganó conforme a las reglas del servicio civil de carrera.

Una tentación a la que no debe ceder el gobierno es a considerar que un egresado del IPN, miembro del PAN, lo dirija como ocurrió por ejemplo en Bellas Artes. Allí se tuvo el tino de nombrar a María Teresa Vicencio Álvarez, que contaba con adecuados antecedentes en el Centro Cultural de Tijuana. No sería el caso de Jaime Domingo López Buitrón. El hecho de haber dirigido el Cisen y ocupado dos subsecretarías de Estado (en materias tan disímbolas como Población, Migración y Asuntos Religiosos; y Empleo y Productividad Laboral) no lo califica para dirigir el IPN, al que ha sido ajeno.

Cajón de sastre

Se comprende bien la misión a que fue enviado a la Cámara de Diputados Luis Videgaray, presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en San Lázaro. El ex colaborador formal de Enrique Peña Nieto, indisolublemente vinculado a él, lo puso a la cabeza de los gobernadores cuya provisión del gasto federal para carreteras creció respecto del proyecto enviado desde Los Pinos. Todos los gobiernos estatales salieron ganando pero algunos en porcentaje muy magro, como el de Nayarit, que sólo recibirá 7.9 por ciento más de lo proyectado. Otros fueron servidos con la cuchara grande, pero ninguno como el Ejecutivo mexiquense: se previó que su programa carretero recibiera 1,100 millones de pesos. Por obra y gracia de Videgaray contará con 2,665 millones de pesos, ¡ciento cuarenta y dos punto tres por ciento de más!

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