Laura M. López Murillo
(especial para ARGENPRESS.info)
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En algún lugar de la prosperidad, cuando se diseñaron las aristas del planeta, el entorno del mercado absorbió todas las manifestaciones de la vida, y desde entonces, la curvatura del horizonte se diluye inexorablemente en la cuadratura de un criterio materializante...
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm
Desde el ocaso de la modernidad, el devenir histórico de la especie humana ha sido un largo y sinuoso camino hacia la deshumanización. Hoy por hoy, la oferta y la demanda son las leyes universales que rigen al mundo porque desplazaron y sustituyeron a la leyes que alguna explicaron la compleja condición de la especie humana.
El índice de precios y cotizaciones destrozó la palanca con que Arquímedes movía al mundo; el filo de la espada de Damocles se disolvió ante la discrecionalidad con que se procura la justicia; la divina proporción que demostraba la esencia estética de todo lo existente sufrió una vulgar factorización cuando se convirtió a una escala monetaria.
Ahora, el único elemento que confiere poder, y todos los privilegios implícitos, es el dinero; el único entorno donde es posible subsistir es el mercado. Todos los derechos que alguna vez se idealizaron, como la igualdad, la fraternidad y la felicidad, se atenúan hasta extinguirse en la frialdad de un encuadre financiero; los atributos que alguna nos humanizaron sucumbieron ante la ostentación como arquetipo del éxito.
El poder adquisitivo doblega normas y principios. La evidencia del nefasto influjo, es la serie de errores y contradicciones en la investigación del incidente en el que resultó herido el futbolista Salvador Cabañas. El esquivo factor que obstaculiza la procuración de la justicia deambula en las altas esferas de la farándula, donde es posible eludir cualquier reglamento y disposición oficial. El presunto agresor tenía siete identidades diferentes todas ellas oficiales y válidas, como lo demuestran siete pasaportes debidamente expedidos por la Secretaría de Relaciones Exteriores, siete credenciales de elector emitidas por la Instituto Federal Electoral, siete CURP (Clave única de registro poblacional) debidamente otorgadas por la Secretaría de Gobernación.
El criterio mercantil también ha impregnado las políticas públicas: la Secretaria de Desarrollo Social (Sedesol) propuso incorporar al mercado oficial los productos de procedencia ilícita: que la mercancía “pirata” incautada por la Procuraduría General de la República (PGR) sea vendida en cinco y diez pesos en las zonas de marginación donde reside el espectro de la miseria. De esta forma, el combate a la pobreza se realizará en el mercado donde el hambre se atenuará con un par de zapatos de diez pesos.
Me queda claro que la justicia y el bienestar son privilegios del estrato dominante en la sociedad de consumo, de la élite que diseño las aristas del planeta y erigió el entorno del mercado absorbiendo todas las manifestaciones de la vida, y que desde entonces, la curvatura del horizonte humano se diluye inexorablemente en la cuadratura de un criterio materializante…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm
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