Luna: 1095 días
Duncan Jones crea una atmósfera claustrofóbica, de pulcritud angustiante, en la que por espacio de tres años vive Sam Bell en compañía únicamente de Gerty (voz sugestiva de Kevin Spacey), robot de inteligencia programada que expresa sus emociones en una pantalla de iconos gestuales o emoticones. La aparición de un segundo Sam no sólo provoca el conflicto de rivalidad e identidades confundidas que confiere interés dramático a la cinta, sino un elemento de intriga relacionado con la corporación como una entidad amenazadora.
Luna: 1095 días muestra los efectos alucinatorios de una reclusión prolongada, mismos que se entrecruzan con la realidad de los dos individuos que reclaman cada cual una identidad verdadera, pero que pudieran ser sólo clones de un original ausente. Sam Rockwell ofrece un trabajo notable de actuación al transmitir la gama de emociones encontradas de los dos personajes, en tanto Gerty posee una macabra simpatía de robot hospitalario, potencialmente hostil, imprevisible en todo momento. Una cinta de intriga inteligente que con fortuna ignora las facilidades y rutinas del avasallamiento visual hollywoodense.
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