3/27/2013

Los periodistas pal cafe.....



Un mes ha servido para comprobar que la profesora Elba Esther Gordillo era una tigresa de papel. Nada queda de los aires retadores que asumió en el tramo final de su forcejeo, aún en libertad, contra Enrique Peña Nieto, e incluso hoy suena a tragicomedia aquel pretencioso epitafio en el que se imaginaba para sí misma un final político en condición de guerrera.
Todavía hoy es posible escuchar a ex trabajadores petroleros y a habitantes de la zona conurbada de Tampico-Ciudad Madero que recuerdan con buen ánimo a Joaquín Hernández Galicia, alias La Quina, aquel cacique presuntamente semibueno que fue expulsado del imperio sindical petrolero por el entonces presidente Salinas de Gortari, quien estaba urgido de mostrar que tenía fuerza institucional como para remontar su contexto de falta de legitimidad electoral. Pero nadie se atreve actualmente a pronunciar algunas palabras piadosas para la mujer que con mano de hierro y arcas a su disposición manejó el sindicato de profesores y varias oficinas importantes del gobierno federal calderonista. Ni siquiera sus familiares, amenazados claramente con acción penal (a partir de su probado involucramiento como beneficiarios y operadores de actos de corrupción gordillista) si abren la boca para tratar de reivindicar a la famosa maestra ahora en desgracia.
Reducida a una patética condición de impotencia, Gordillo ha hecho un involuntario último favor al sistema que la encumbró y ahora la ha destronado. Su zalea política ha sido exhibida con toda intención ejemplarizante para que diversos actores, ensoberbecidos y falsamente agigantados durante la docena inexperta del panismo en Los Pinos, se sometan a los designios del nuevo habitante, el priísta Peña Nieto que goza con los réditos de ese golpe contra la cacica.
Las consecuencias de la operación de Estado contra Gordillo han dejado también en una especie de cárcel política a los dirigentes nacionales y estatales del SNTE. La gran mayoría son reproductores, en sus escalas regionales, de los abusos y la proclividad a lo delictivo (corrupción, venta de plazas, uso arbitrario de los fondos sindicales, entre otras linduras) de su anterior jefa máxima. Y el sucesor oficial de Gordillo no se atreve ni a respirar profundamente para que no se le vaya a considerar una especie de rebelde pulmonar.
En ese marco de abatimiento del sindicalismo institucional, la resistencia frente a las líneas oficiales y extraoficiales de la reforma peñista en materia educativa está quedando en manos de las secciones consideradas independientes (en Guerrero, la llama puede prenderse de nuevo). No sólo hay una impugnación en materia de reglamentaciones laborales, sino una convicción de que el debilitamiento de la defensa sindical dará paso a medidas como el incremento de la participación privada en la educación, así clasificada ya abiertamente como negocio e incluso a la mayor presencia e influencia del clero en el manejo educativo y en la definición de sus contenidos, acercándolos cada vez más al modelo deseado por la élite vaticana.
Para conmemorar el elbazo, en el Distrito Federal se dio un albazo. En plena temporada vacacional de Semana Santa, como suele suceder cuando se quiere amortiguar el impacto de un golpe a intereses populares, el gobierno encabezado por Miguel Ángel Mancera decidió aumentar en un 33 por ciento las tarifas de transporte público de microbuses, autobuses y Metrobús, a los que se sumarán aumentos al servicio de taxis, que entrarán en vigor a partir del 1° de abril, según reportaban ayer Alejandro Cruz y Laura Gómez en el portal electrónico de La Jornada.
Es evidente que el costo de operación del servicio público de transporte en la ciudad de México ha sido constantemente afectado por procesos inflacionarios, de entre los cuales destaca el aumento progresivo del precio de la gasolina y las refacciones. También es cierto que el bajo costo de los pasajes en el Distrito Federal es una forma de subsidio popular que contrasta con las tarifas de otras entidades.
Pero Mancera no generó un proceso de explicación y convencimiento sociales para tomar una decisión que impactará a la economía popular, y tampoco presenta contraprestaciones creíbles de parte de los concesionarios, quienes según eso quedan obligados a un programa volátil, que el tiempo se encargará de dejar en mero recurso oratorio: esta alza se da con el compromiso de mejorar la seguridad y calidad del servicio, además de destinar 20 por ciento del incremento para la capacitación del gremio, con el fin de integrarse al nuevo esquema de conformación de empresas.
Hasta ahora, el manejo de los gobiernos capitalinos en materia de transporte público y privado ha permitido que mediante métodos de corrupción institucionalizada se recaben cuotas para financiar actividades políticas y electorales y se creen comaladas izquierdistas de nuevos ricos. Así ha sido en general y no solamente durante la administración de Mancera. Aprobar estos aumentos en los pasajes es una forma nada disfrazada de instaurar impuestos sociales sin que se tenga claridad ni confianza en lo que supuestamente habrá de recibir a cambio el pasajero, más allá de la demagogia rutinaria.
En Tabasco, los costos de los arreglos políticos también se han encarecido a causa de una extraña mezcla de abusos y debilidades. Enaltecido por el lopezobradorismo como un ejemplo de los logros que a largo plazo y en condiciones muy difíciles se pueden alcanzar, el gobierno de Arturo Núñez chapotea entre arroyos de legalidad convenenciera, sin decidirse a enderezar la fuerza institucional contra el depredador del erario de esa entidad, el químico Andrés Granier Melo.
Hasta ahora, y a pesar del creciente reproche popular por la impunidad hasta ahora otorgada al priísta antecesor, el peculiar lopezobradorista Núñez disipa los aires justicieros en instancias de segundo nivel del aparato de corrupción encabezado por el citado Granier, una de cuyas hijas fue pillada con una cuenta bancaria increíblemente abultada.
Y, mientras sigue saliendo pus de la estela que es símbolo de la corrupción calderonista, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
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¿Cómo no iba a subir la tarifa del transporte público del Distrito Federal si cada mes el gobierno federal nos asesta un gasolinazo? Opuesto a lo que dice el discurso oficial, el costo de los combustibles es la espina dorsal de los precios de las demás mercancías y servicios. Miguel Ángel Mancera dice que se tomó en cuenta que no se autorizaba un incremento desde el año 2008, y el de los combustibles ha sido desde entonces de 60 por ciento. Ahora, ustedes lo saben bien, seguirá el alza de todo lo demás. Ese peso que se aumentó a los pasajes acaba de borrar el incremento del salario mínimo de diciembre pasado, que fue de $2.40 al día. No alcanza ni para subirse al microbús.
El gato que persigue su cola
La Junta de Gobierno del IPAB nombró a Lorenzo Meade Kuribreña nuevo secretario ejecutivo. Será el encargado de continuar aplicando un caro tratamiento a un enfermo que se resiste a morir. El ex presidente Zedillo y el entonces presidente Calderón, reunidos en Davos el año 2009, celebraron que el Fobaproa –padre del IPAB– le cueste al país el equivalente a 20% del PIB, alrededor de 120 mil millones de dólares. El Fobaproa fue el encargado de salvar a los banqueros y convertir sus deudas en deuda de los contribuyentes. Todavía se está pagando; los miércoles de cada semana ofrece bonos por miles de millones de pesos a los inversionistas, y emplea el dinero para pagar los intereses. (Los inversionistas, aunque no lo saben, son los trabajadores víctimas del propio Fobaproa, ya que las Afores utilizan sus ahorros para adquirir los bonos). El rescate bancario, según reconocieron Zedillo y Calderón, había salido más gravoso que el Fobaproa estadunidense –en términos del PIB. Sólo que entre un Fobaproa y otro hay una diferencia enorme: allá los bancos, como Citigroup, y las empresas, como General Motors, regresaron el dinero del rescate al gobierno, con sus sagrados intereses. Aquí no.
Migración sí, pero…
El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, está formando un grupo político a cuya cabeza figuran Jon Lerner y Jesmer Rob, dos personajes del ala ultraconservadora del Partido Republicano. Harán cabildeo en favor de la reforma migratoria. A principios de este mes, 99 directores ejecutivos de corporaciones escribieron una carta al presidente Barack Obama y a los líderes del Congreso, instándolos a abordar el asunto tantas veces pospuesto. El billonario de 28 años de edad no tiene en mente a las mexicanas y mexicanos faltos de educación que hacen labores de limpieza o levantan las cosechas, sino a jóvenes ingenieros de otros países; ellos hablan inglés y poseen grados profesionales. Los ingenieros de la India son altamente cotizados. También los mexicanos, nuestros médicos, odontólogos, arquitectos, diseñadores, pero lamentablemente el grueso de la diáspora son los menos ilustrados, los que se van huyendo del hambre y la falta de oportunidades y difícilmente terminaron la primaria. El creador de Facebook ya ha donado 100 millones de dólares a la escuela pública de su estado natal, Nueva Jersey, y ahora está preparado para invertir otros 20 millones en este proyecto junto con su antiguo compañero de habitación en la Universidad Harvard, Joe Green.


El promovido por el actual gobierno no será el primer intento de gravar medicinas y alimentos (más libros, transportes y otros productos y servicios hasta ahora exentos o con tasa cero) con el impuesto al valor agregado (IVA). De hecho, será el sexto intento al hilo en las últimas tres décadas. Aunque la autoridad considera ocioso adelantarse a los acontecimientos, este tema no sólo es de interés nacional, sino de seguridad para millones de familias que de por sí carecen de recursos suficientes para alimentarse y mantener las enfermedades a raya.
Los genios tecnocráticos no quitan el dedo del renglón, y cada que pueden, y pueden seguido, retoman el plan de gravar con IVA a medicinas y alimentos (impuesto al hambre y a la enfermedad), y cuentan con inagotable tiempo en los medios electrónicos de comunicación para explicar las bondades y beneficios de esta que es, según dicen, la mejor alternativa. Pues bien, existen otros genios, fuera del circuito dorado de la burocracia financiera, con sensibilidad social y fuera de las pantallas, que documentan exactamente lo contrario. En este sentido, el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (IIE) aporta su análisis (IVA generalizado a alimentos y medicinas: ¿buena opción para incrementar la recaudación?, del que se toman los siguientes pasajes) para entender mejor de qué se trata.
El IIE señala que para que el Estado pueda cumplir como proveedor y facilitador del bien común, así como promotor del desarrollo nacional, es indispensable que cuente con recursos suficientes. En México el problema de escasez de recursos públicos coexiste con la prevalencia de la dependencia fiscal de los ingresos petroleros, aunado al riesgo latente de no contar con dichos recursos en el futuro. De ahí la necesidad de encontrar la manera de incrementar los ingresos fiscales sin dejar de cumplir con los principios básicos de equidad, eficiencia y progresividad.
Debe analizar cuidadosamente la posibilidad de elevar la recaudación vía la aplicación del IVA generalizado a medicinas y alimentos. Las voces a favor de la aplicación de este impuesto argumentan que tiene ventajas derivadas de su facilidad de recaudación y que su cobro no afectaría a los pobres, pues en montos absolutos los ricos aportarían más a través de este impuesto y, por otro lado, los pobres serían compensados a través de programas como Oportunidades.
Respecto a los argumentos a favor que se mencionan se debe hacer una evaluación más profunda para conocer las implicaciones de la aplicación de este impuesto sobre la distribución del gasto en los hogares. De acuerdo con la Encuesta Ingreso Gasto de los Hogares 2010 publicada por el Inegi, los hogares del primer decil (el 10 por ciento más pobre) de ingresos destinan cerca de 40 por ciento de su ingreso al consumo de estos bienes, en tanto que el último decil (el 10 por ciento más rico) sólo el 12 por ciento. En gasto en medicinas la proporción es de uno y 0.7 por ciento, respectivamente.
Si se suma el gasto en alimentos y medicinas del decil más bajo (el más pobre) respecto del más alto (el más rico), y aplicando la tasa impositiva teórica de 16 por ciento, los resultados son contundentes: gravar con IVA a medicinas y alimentos reduciría 7 por ciento el ingreso real de los hogares con menores recursos, y la caída sería sólo de 2 por ciento para los hogares con mayores ingresos; es decir, la afectación de los deciles más bajos de ingreso es mucho mayor que la que sufrirían los deciles de mayores ingresos.
Respecto al argumento que sugiere la posibilidad de compensar a los hogares de menores ingresos por el cobro del IVA sobre alimentos y medicinas, vía programas sociales como el Oportunidades, es de subrayar la existencia de estudios que revelan la falta de acceso de los pobres urbanos y la inclusión de personas que no necesitan de este apoyo a dicho programa; es decir, que a 16 años de su puesta en marcha continúan los problemas de focalización, cobertura y acceso.
Afortunadamente existen muchas otras fuentes para incrementar los ingresos públicos. Sólo por mencionar algunas: combatir la evasión del IVA que se calcula representa 50 por ciento; corregir la progresividad del ISR haciéndolo menos regresivo; y gravar las ganancias de capital. Es decir, podrían considerarse algunas de estas opciones antes de aplicar el IVA a alimentos y medicinas, evitando la afectación de las familias con menores ingresos y el crecimiento de la desigualdad, así como la disminución del consumo y la consecuente afectación en la actividad económica.
La aplicación generalizada del IVA sobre alimentos y medicinas tampoco se justificaría en función de mejores prácticas internacionales, incluso respecto de los esquemas tributarios de los socios mexicanos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. En 2010, nuestro país recaudó por impuestos al consumo en general 3.9 por ciento de su PIB, casi el doble que Estados Unidos (país que obtiene por este concepto 2 por ciento del PIB) y una cifra muy cercana a la recaudada en Canadá (donde los ingresos por estos impuestos ascendieron a 4.3 por ciento del PIB).
Los países del TLCAN tienen una legislación similar respecto de los impuestos al consumo general. Sin embargo, es importante advertir que en 2010 estos impuestos representaron para México 20.5 por ciento de los ingresos tributarios totales, en tanto que para Estados Unidos sólo 8.1 y para Canadá 14. Ello indica que si bien recaudamos por impuestos al consumo una cantidad similar en términos del porcentaje del PIB, la importancia relativa de este impuesto sobre ingresos tributarios totales es mayor para nuestro país.
Estados Unidos y Canadá cuentan con sistemas tributarios fincados, fundamentalmente, en el cobro de impuestos sobre la renta. En Canadá, la tributación por concepto de ingresos y beneficios representó (2010) 46.8 por ciento de los ingresos tributarios totales, y en Estados Unidos 43.6 por ciento. En contraste, para México representó 27.8 por ciento del total. En nuestro país el rubro más importante de ingresos tributarios es el de los impuestos específicos sobre bienes y servicios (incluyen ingresos petroleros), que significa 31.2 por ciento de los ingresos totales, superior a la recaudación por gravámenes al ingreso y las ganancias.
Entonces, antes de la generalización del IVA deben buscarse fuentes alternativas de tributación que promuevan el crecimiento económico con equidad distributiva.
Las rebanadas del pastel
Así, o más bondades.


De alguna manera la poesía siempre toma por sorpresa. Deliquio o maravilla, constituye un estado más que una estructura. Acaso, sí, un estado sostenido en o por una estructura que debe ser descubierta, o que descubriéndose va a la par que el estado viviéndose. Esta alegría de creación, que lo suyo tiene de aparición (reaparición prístina si se perdona el juego con la paradoja) de la Creación, trae desde luego novedad, una novedad que proviene, que llega como de antiguo –y que futuro promete tener.
El poeta, pensamos, debe estar preparado para esa sorpresa, para de esa sorpresa aprender y ser capaz de transmitirla. Quiero decir, debe estar preparado para el descubrimiento de la estructura de la sorpresa, una estructura que (gusto de imaginar, sin en primer lugar proponérselo) sorprende siempre . Y suele, agregaremos, como natural sorprender.
Consideramos el goce literario, muy en particular el goce lírico, como una textura de intensidades. El estado de alerta en este sentido no implica por tanto siempre la alta o la profunda intensidad. 



Exigen escuchar opinión de científicos sobre transgénicos
Preocupados por el característico sabadazo que en el tema de los transgénicos acostumbró el gobierno de Felipe Calderón, reiteramos nuestra petición al secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan José Guerra Abud, de que cumpla la palabra empeñada de que quien nos tiene que decir cuáles son las consecuencias de este cultivo son los científicos y en función de los elementos que nos den los secretarios asumiremos nuestra responsabilidad y haremos una propuesta para tener una política pública en la materia. Hay muchas voces encontradas; mejor que los expertos nos digan.

Vengo llegando de un viaje maravilloso a California. Mi hija y mi yerno trabajan en Hollywood –él de escritor, ella de productora– y me hicieron el favor de regalarme una visita a los viejos estudios de Sunset Gower y una caminata a lo largo del Sunset Strip, que es una avenida bastante destartalada, comercial, algo turística, pero, sobre todo, histórica y fascinante.

Cuando Ángel Guerra me propuso presentar el libro de Enrique Ubieta Gómez Cuba: ¿reforma o revolución? (Ed. Abril, La Habana, 2012), acepté de inmediato, a pesar de mis reservas por el riesgo implícito (y no exactamente desafío) de comentar un tema de este calibre en 20 minutos o, como ahora, en 800 palabras escritas.

El contagio del optimismo político resbala hacia amplios sectores del espectro social interno y hasta del internacional. Las cúpulas partidistas y el gobierno federal han acelerado sus maniobras, y sus regocijos son apoyados por un amplio aparato de convencimiento. Como parte sustantiva de la estrategia, los medios de comunicación han acudido presurosos al banquete de ilusiones y promesas desatadas a partir de dos apoyos básicos: una atractiva figura presidencial y el entusiasta colaboracionismo de las oposiciones. Una tras otra han ido cayendo las reformas legislativas. Una y otra vez el pacto (llamado por México) ha guiado la eficacia operativa hasta llegar a suplantar al Congreso. Sus integrantes, operadores avezados, se mueven con sigilo ya poco contenido. Los triunfos sobre las fuerzas del mal, personificadas en una profesora y dos que tres capitostes de la IP, entran a la escena de la exitosa narrativa oficial.

El episodio más reciente de la crisis económica coloca a los llamados paraísos fiscales en el centro de la escena. Chipre es una pequeña economía y un gran dolor de cabeza, pero lo esencial es que ha revelado una vez más la importancia de estos espacios en la economía mundial: la globalización neoliberal no hubiera podido desarrollarse sin la ayuda de estos instrumentos de la acumulación financiera.

El primer ministro ha renunciado, no hay gobierno propiamente dicho, y en Trípoli persisten las batallas callejeras, la amenaza de más secuestros. Líbano, como solíamos decir en la guerra civil, vuelve a la normalidad. Y en algunos aspectos es cierto. El país siempre está hundido en la crisis más grande desde la crisis más grande. Pero el drama actual es un poco más serio.

Ludovic y Jean Paul, dos muchachos recién llegados a la mayoría de edad, se dirigen al Parc des Expositions, donde tiene lugar el Salón del Libro de París desde hace varios años.




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