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“Hoy hay más desempleo masculino que femenino, porque la crisis afectó especialmente al sector de la construcción civil”, dijo la catedrática Anália Torres, del Instituto Superior de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Técnica de Lisboa.
“Al registrarse menos actividad económica en este sector, que tradicionalmente emplea hombres, subió mucho la tasa de desocupación masculina, mientras que en otros sectores ocupados por mujeres, el desempleo creció en menor medida”, explicó la investigadora en una entrevista.
El gobierno del conservador primer ministro Pedro Passos Coelho adelantó en febrero que este año la desocupación en Portugal va a situarse en 17,3 por ciento de la población activa, nueve décimas más que en 2012.
La oposición política y los sindicatos elevan el pronóstico a 24 por ciento, en un país donde la población activa está en torno a 5,6 millones y la población total se sitúa en 10,7 millones.
La disparidad de los números se explica por las miles de personas que desistieron de seguir registrándose en los gubernamentales Centros de Empleo o que ya emigraron, en especial a otros países europeos, Brasil, Angola, Mozambique y Macao.
Entre quienes tienen solo educación básica, “ella siempre gana menos que él y a medida que el grado de escolaridad va aumentando, la diferencia entre ellos y ellas es aún mayor. Una mujer con un doctorado gana mucho menos que un hombre” con ese posgrado, apuntó Torres.
En sectores como educación y salud, donde las mujeres ganan 20 por ciento menos, al momento de despedir personal, se opta por los hombres, “que son más caros”.
Otro factor que coloca a la mujer en condiciones de llevar comida a su hogar, “es que muchas actividades remuneradas de ellas se desarrollan en sectores de la economía informal, de trabajo no declarado y no calificado, tales como aseo o ‘baby-sitter’ (niñera), en casas de personas pudientes”, detalló la catedrática.
En Portugal, el fenómeno de la guerra colonial (1961-1974) en las entonces “provincias de ultramar” africanas de Angola, Guinea-Bissau y Mozambique “significó para las mujeres asumir un gran papel de sustitución de los hombres”, recordó.
Desde entonces, “permaneció la idea de la mujer trabajadora para sustentar la familia”, aseguró.
Durante aquel periodo, Portugal mantuvo permanentemente 220.000 efectivos militares, una cifra enorme si se considera que la población no pasaba entonces de 8,8 millones de personas.
En la década de los 60, un millón de portugueses emigraron por razones económicas o para evitar ser enviados a la guerra en África. La mujer, explicó Torres, “asumió un papel central en un país con muy pocos hombres en edad laboral”.
Pese a este contexto particular, la investigadora sostuvo que “el machismo dominante permaneció y los hombres siguen dando muestras de afirmación de una masculinidad increíble e inaceptable”.
“Al negarse a ayudar en las tareas domésticas por razonar: ‘yo soy hombre, no hago esos trabajos’, lo cual acarrea también serios problemas de violencia doméstica”, los varones evidencian la persistencia de la cultura machista, planteó.
Las mujeres, dijo, algunas veces son agredidas, frecuentemente con resultados trágicos, debido a que muchos hombres “basan toda su masculinidad en su sueldo, pese a que ya hace bastante tiempo que en Portugal ambos trabajan” y aportan al mantenimiento del hogar.
Entre enero y noviembre del año pasado 30 mujeres fueron asesinadas en Portugal por sus parejas o exparejas, según registros de la no gubernamental Unión de Mujeres Alternativa y Respuesta. Eso coloca a Portugal como el país con más feminicidos de la Unión Europea, en proporción a su población.
Pese a todo, “trabajar era y es también una especie de seguro contra el machismo en el sentido de tener plena conciencia de que ella gana para vivir y no necesita de él”, dijo Torres.
Por su parte, la socióloga e investigadora Sofia Aboim, del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, resalta que en los últimos ocho años, la proporción de parejas donde la mujer asumió el sustento de la familia, se elevó de dos a 16,5 por ciento.
Es “evidente” que muchos hombres “sufren un fuerte sacudón a su autoestima, ya que su masculinidad está tradicionalmente muy asociada al sustento familiar”, afirmó al sintetizar en el diario Público los resultados de una investigación al respecto.
Aboim destacó que esta situación se registra sobre todo en las parejas con bajos niveles de escolaridad y en los grupos de más edad, en especial entre los 51 y los 65 años.
Pero Torres hizo hincapié en que la discriminación contra la mujer está bastante arraigada también entre los sectores más ilustrados, pese a que “existen muchas mujeres con excelente formación, por ejemplo entre los profesores de la enseñanza básica, secundaria y universitaria”.
En general, “los altos cargos están copados por hombres, a pesar de que, por ejemplo en el mundo académico, estudios indican que no hay ninguna diferencia en la producción de investigaciones o artículos, pero (ellas) no son dirigentes de los institutos, ni ocupan cargos directivos en las universidades, con muy pocas excepciones”, explicó.
La gran salvedad es el Centro de Estudios Judiciales, dedicado a la formación de jueces y magistrados del Ministerio Público (fiscalía). Allí “solo se puede entrar por concurso” y gracias a ello “80 por ciento de los ingresos a la magistratura en la última década, fueron de mujeres, al resultar mejor situadas que los hombres”, dijo.
Los problemas por los que atraviesa Portugal afectan a todos, “pero en la crisis, las mujeres enfrentan más dificultades, agravadas en caso de marid“Lo más grave de este gobierno es su total insensibilidad e indiferencia ante los dramas de las personas”, acotó.
Esto es especialmente serio en Portugal y otros países de machismo dominante, dijo, porque “si una mujer tiene trabajo y su pareja no, ella continúa haciendo el trabajo de la casa, al contrario de lo que ocurre en otras latitudes, donde el hombre participa en las tareas hogareñas cuando está desempleado”.
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