Un objetivo mundial en materia de igualdad de género, derechos de las mujeres y empoderamiento de las mujeres
23 de Mayo 2013
Por Lakshmi Puri*
Por Lakshmi Puri*
Apenas
pasa un día sin que llegue a las noticias alguna violación de los
derechos de las mujeres. En los últimos meses, horrorosos episodios de
violencia contra mujeres y niñas, que han ocurrido desde Nueva Delhi
hasta Johannesburgo y Cleveland, han provocado la indignación pública y
dado pie a reclamos de que se ponga fin a estos espantosos abusos.
En
Bangladesh y Camboya, la escandalosa pérdida de vidas de trabajadores
del sector textil, muchas de ellas mujeres, desató un debate mundial
sobre cómo garantizar empleos seguros y decentes en nuestra economía
globalizada. En Europa sigue dando lugar a titulares el impacto
desproporcionado que han tenido los recortes de austeridad sobre las
mujeres, así como el uso de sistemas de cuotas para que las mujeres
ocupen puestos en las juntas corporativas.
Aunque
las mujeres han logrado verdaderos avances, los hechos nos recuerdan
continuamente que todavía queda mucho por hacer para hacer realidad la
igualdad entre hombres y mujeres.
Cuando
firmaron la visionaria Declaración del Milenio en el año 2000, las y
los líderes mundiales reconocieron que la discriminación y la violencia
contra las mujeres y las niñas son omnipresentes.
Entre los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio incluyeron el que se refiere a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
Estos
objetivos tienen fecha de cumplimiento en 2015, por lo que
ahora estamos en una carrera para alcanzarlos. También nos encontramos
en medio de un diálogo mundial acerca de lo que debería reemplazarlos.
Ha llegado el momento de que las mujeres salgan de los márgenes y pasen
al centro.
En una nueva agenda de desarrollo posterior a 2015, debemos
aprovechar los logros de los ODM y a la vez evadir sus carencias. Todas
y todos están de acuerdo en que los objetivos han impulsado avances
para reducir la pobreza y la discriminación, y promover la educación,
la igualdad de género, la salud y el acceso al agua potable y el
saneamiento.
El objetivo de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres
hizo un seguimiento de los avances en materia de matriculación escolar,
participación de las mujeres en el trabajo remunerado y el porcentaje
de mujeres en el parlamento, y atrajo la atención mundial al tiempo que
estimuló la implementación de medidas diversas. Permitió exigir la
rendición de cuentas a los gobiernos, movilizar los recursos
necesarios, fomentar la promulgación de nuevas leyes, la ejecución de
políticas y programas y la recopilación de datos.
No obstante, hay omisiones manifiestas. Es notorio que falta una referencia a la erradicación de la violencia contra mujeres y niñas. Otros asuntos fundamentales también están ausentes, por ejemplo, el
derecho de las mujeres a ser propietarias de bienes y la división
desigual de las responsabilidades domésticas y de cuidado de la familia.
Al
no abordar las causas estructurales de la discriminación y la violencia
contra las mujeres y las niñas, el progreso hacia la igualdad se ha
detenido. De todos los ODM, el que ha obtenido un menor progreso ha
sido el ODM 5: reducir la mortalidad materna. El hecho de que este sea
el objetivo más difícil de alcanzar es una prueba de la profundidad y
el alcance de la desigualdad de género.
A
fin de impulsar un avance mayor, ONU Mujeres propone la adopción de un
objetivo independiente que aborde el logro de la igualdad de género,
los derechos de las mujeres y su empoderamiento, que se apoye en los
derechos humanos y afronte las relaciones de poder desigual.
Concebimos tres áreas que requieren medidas urgentes.
En primer lugar,
poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas debe ser una
prioridad. Desde la violencia sexual en los campamentos de Haití, Siria
y la República Democrática del Congo, hasta la violencia a manos de un
compañero sentimental en los Estados Unidos y otros países, esta
violencia causa daños físicos y psicológicos incalculables. Se trata de
una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos y
acarrea costos inmensos para las personas, las familias y las
sociedades.
En segundo lugar,
mujeres y hombres deben tener igualdad de oportunidades, recursos y
responsabilidades para que la igualdad sea una realidad. Es preciso
abordar con renovada urgencia la paridad del acceso a la tierra y el
crédito, a los recursos naturales, la educación, los servicios de
salud, incluidos los de salud sexual y reproductiva, el trabajo decente
y la igualdad de remuneración. Se necesitan políticas, como las
referidas al cuidado de los niños y la licencia maternal o paternal,
que alivien la doble tarea de las mujeres con trabajo remunerado, para
que mujeres y hombres puedan disfrutar de igualdad en el trabajo y en
el hogar.
Y en tercer lugar,
es preciso escuchar las voces de las mujeres. Ha llegado el momento de
que las mujeres participen en pie de igualdad en la toma de decisiones
en el hogar, en el sector privado y en las instituciones de gobierno. A
pesar del progreso alcanzado en los últimos años, las mujeres ocupan
sólo el 20 % de los escaños parlamentarios y el 27 % de los cargos
judiciales. Para que la democracia sea significativa e inclusiva es
preciso amplificar las voces de las mujeres y su liderazgo en todos los
ámbitos, públicos y privados.
Toda
nueva agenda para el desarrollo debe apoyarse en acuerdos de derechos
humanos ya firmados por los gobiernos. Esto incluye la Convención sobre
la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer,
la Plataforma de Acción de Beijing de 1995 y las resoluciones de las
Naciones Unidas, entre las que se encuentra el reciente acuerdo de la
Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer sobre la
eliminación y prevención de todas las formas de violencia contra
mujeres y niñas.
Hay
abundantes pruebas de que los países donde las mujeres tienen una
condición más elevada también disfrutan de mejores niveles de desempeño
social y económico. También hay pruebas que pueden orientar a los
países sobre lo que en efecto funciona, desde las políticas equitativas
en el mercado laboral, hasta la eliminación de leyes y políticas
discriminatorias, la universalidad de los servicios de protección
social y los servicios sociales, así como las reformas de los sistemas
de seguridad y justicia para poner fin a la impunidad de la violencia
contra mujeres y niñas. El activismo de los movimientos de mujeres en
todo el mundo ha sido fundamental para exigir e impulsar los cambios en
todas estas áreas.
Las
deliberaciones para dar forma a la agenda para el desarrollo posterior
a 2015 ofrecen una oportunidad auténtica para impulsar cambios
duraderos en materia de derechos e igualdad de las mujeres. Un objetivo
mundial fuerte puede llevar a nuestras sociedades al punto de inflexión
de rechazar la violencia y la discriminación contra las mujeres y las
niñas, y desplegar el potencial de la mitad de la población, para que
podamos tener un mundo más pacífico, justo y generoso y un planeta
sostenible.
*Lakshmi Puri, Jefa interina de ONU Mujeres y Subsecretaria General de las Naciones Unidas (foto cortesía de ONU Mujeres)
Fotografías cortesía de Programa Mundial de Alimentos http://es.wfp.org,
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