ESTADOS
Impulsaron autoorganización y encabezan reclamos de justicia
CIMACFoto: Anaiz Zamora Márquez
Por: Anaiz Zamora Márquez, enviada
Cimacnoticias | Cherán, Michoacán.- Vía terrestre, existen dos formas de llegar a la meseta purépecha del occidental estado de Michoacán. Ganar tiempo implica ver por la ventanilla el lago de Cuitzeo, pero también pasar dos horas entre caminos de terracería.
Se puede gozar de la comodidad de la autopista en caso de que se decida atravesar Morelia (capital del estado), ciudad que desde la instalación de guardias comunitarias en varios municipios de la entidad permanece entre la incertidumbre que genera el silencio de los medios del estado, y las notas escandalosas que circulan a nivel nacional sobre las condiciones de inseguridad.
No importa cuál sea la decisión, ningún camino logra evitar el
retén que mantiene la Ronda Comunitaria del municipio autónomo de
Cherán desde 2011.
Si la Ronda comprueba que quien visita no es un “maleante” y no tiene malas intenciones con el pueblo, da la bienvenida al lugar de “espantos” como se traduce el nombre de uno de los 13 municipios purépecha de Michoacán.
Desde los relatos de las mujeres de Cherán, Cimacnoticias presenta la historia del movimiento que emprendió la comunidad de apenas 17 mil habitantes; autoorganización que lo llevó a ser considerado por el gobierno estatal como el municipio más seguro de la entidad, y a tener el sistema de vigilancia que los grupos de autodefensa han declarado que quieren imitar.
Rodeado por montañas de bosque, Cherán resistió por décadas la embestida de los talamontes que fueron recrudeciendo su forma de operar con la llegada del crimen organizado.
Ante la mirada omisa y cómplice de las autoridades municipales, los delincuentes cortaban los árboles, dejando sin recursos para alimentarse, curarse o sobrevivir a las y los comuneros. Camionetas llenas de madera pasaban por las calles del pueblo sin que alguien se atreviera a cuestionarlos.
Fue en 2009, que cansados de las burlas y los abusos de los “maleantes” algunos valientes intentaron detener la falta de respeto a la naturaleza que para ellos representaba la tala de árboles.
Desde los relatos de las mujeres de Cherán, Cimacnoticias presenta la historia del movimiento que emprendió la comunidad de apenas 17 mil habitantes; autoorganización que lo llevó a ser considerado por el gobierno estatal como el municipio más seguro de la entidad, y a tener el sistema de vigilancia que los grupos de autodefensa han declarado que quieren imitar.
Rodeado por montañas de bosque, Cherán resistió por décadas la embestida de los talamontes que fueron recrudeciendo su forma de operar con la llegada del crimen organizado.
Ante la mirada omisa y cómplice de las autoridades municipales, los delincuentes cortaban los árboles, dejando sin recursos para alimentarse, curarse o sobrevivir a las y los comuneros. Camionetas llenas de madera pasaban por las calles del pueblo sin que alguien se atreviera a cuestionarlos.
Fue en 2009, que cansados de las burlas y los abusos de los “maleantes” algunos valientes intentaron detener la falta de respeto a la naturaleza que para ellos representaba la tala de árboles.
En esos primeros intentos de lucha perdió la vida Placido Fabián Ambrosio, esposo de Margarita Ambrosio Magaña, representante de uno de los cuatro barrios que conforman a Cherán.
Doña Margarita –como le dicen con respeto en la comunidad– recuerda muy bien el día del asesinato, pues ocurrió en las fiestas del pueblo. “(Yo) no quería salir porque como que presentía algo, pero mi esposo insistió en que fuéramos a ver la quema del castillo.
“Vivimos junto a la carretera por la que se sale del pueblo; diario veíamos pasar las camionetas llenas de madera. Esa noche las vi venir, nunca me imaginé que no iban por más árboles sino a matar a mi esposo. Oí los disparos, pero lo que más recuerdo fue el grito de mi esposo, que me pidió que corriera a esconderme a la casa.
“Me dieron en la pierna y ya no pude correr, sólo me quede tumbada en el suelo; como no oí más la voz de mi compañero pensé que él había logrado entrar a la casa; mi sorpresa fue verlo tirado junto a la puerta con dos disparos en la cabeza.
“Esa misma noche me metí en la cabeza que tenía que hacerle justicia, y de esa idea no me ha sacado nadie, se lo cuento y me dan ganas de llorar, pero una no puede quedarse llorando”.
Ese mismo año (2009) fue desaparecido el esposo de Rosa Tomás Gerónimo, Tirso Madrigal Madrigal, su familia lleva más de cuatro años sin verlo sólo porque intentó poner una valla para resguardar los bosques.
“Convenció a sus compañeros de empezar a construir una cerca; en eso estaban, habían alquilado una perforadora para hacer surcos y poner ahí los postes; una mañana encontraron quemado el material, su coraje fue tanto que se adelantó para ver si encontraba a alguien y hablar con ellos. Lo levantaron y no volví a saber de él”, cuenta Rosa.
“Denuncié y les pedí a los policías que me ayudaran a buscarlo pero no lo hicieron, así que le pedí a uno de mis hijos y a mi cuñado que me acompañaran. A los 10 días oímos disparos en el bosque, así nos advirtieron que dejáramos en paz las cosas; dejé de buscarlo por mi cuenta, pero no se me olvida mi exigencia de justicia”.
MÁS VIOLENCIA
Después de eso, algunos comuneros hicieron pequeños intentos para dialogar con los maleantes. Los talamontes respondieron con disparos.
Fue así que dos años después, en febrero de 2011, fueron “levantados” Armando Gerónimo Rafael, esposo de Rosa María Hernández Guerrero, y Rafael García Ávila, esposo de María Juárez González, por intentar detener la explotación del bosque.
Doña Rosa y doña María interpusieron las denuncias correspondientes y cumplieron con todos los requisitos que les pedían las autoridades. Pero hasta ahora no hay resultado de las investigaciones.
“Nos traen como pelotitas, gastamos para ir a Morelia cada vez que nos llaman, nos hacemos la ilusión de que van a darnos avances pero nunca pasa nada, puras promesas es lo que tenemos del gobierno.
“Desde que desapareció mi esposo es como si la vida se me hubiera congelado, veo a mis hijos crecer y yo sigo sintiendo todos los días que algo me falta”, relata doña Mari.
Para ellas lo que ocurrió el 15 de abril de 2011 fue resultado del hartazgo y cansancio del pueblo, que sólo veía como los otros se adueñaban de lo que era de ellos.
Sin reuniones para planearlo o establecer una estrategia, alrededor de las 5 de la mañana de ese día un grupo de mujeres empezó a juntarse en la Capilla del Calvario, ubicada en uno de los barrios de Cherán.
“Los malos ya habían llegado al ojo de agua del bosque (cuenca que brinda agua a la región purépecha, Morelia y Zamora); si los dejábamos seguir avanzando, no sólo nos iban a dejar sin agua a nosotros sino a una gran parte del estado, eso fue lo que nos hizo tomar la decisión de poner un alto”.
Decidieron que hablarían con los maleantes para explicarles la situación y tratar de llegar a un acuerdo: “Íbamos a hablar las mujeres porque sabíamos que a nuestros compañeros o los mataban o los ‘levantaban’”.
A las 6 de la mañana tocaron las campanas del Calvario. No era el llamado a misa, era para unirse contra la violencia. Muchas otras mujeres salieron de su casa y se unieron a la comitiva; muchos jóvenes también se sumaron al movimiento.
ENFRENTAMIENTO
“Nos armamos con lo que pudimos, no para atacarlos, sólo para
prevenir que algo nos pasara; nosotros no tenemos pistolas así que
agarramos piedras, palos, maderas, botellas, lo que encontráramos que
pudiera servir.
“Vimos bajar la primera camioneta y la paramos, y eso nos dio valor, así paramos como tres y como no querían hablar detuvimos como a cinco muchachos; no queríamos hacerles daño sólo que se comprometieran a dejarnos en paz.
“Por ahí de las 9 de la mañana empezó el desorden: los maleantes quisieron rescatar a sus compañeros y empezó la balacera. La policía municipal (que apoyó a los delincuentes) les iba abriendo paso entre nosotras, éramos casi puras mujeres y jóvenes; en el desorden fue que se incendiaron dos camionetas de ellos”.
En el enfrentamiento fue herido Eugenio Sánchez, esposo de María Elena Guerrero Guerrero.
“Como vivo cerca de la Capilla del Calvario, desde ahí pude escuchar cuando empezaron los disparos, alguien corrió a avisarme que a Eugenio lo habían lastimado”, cuenta María Elena.
“Pensamos que estaba muerto porque la bala entró por la parte de atrás de la cabeza, pero nos dimos cuenta de que estaba respirando; juntamos el dinero que teníamos y nos lo llevamos al hospital de Morelia.
“No nos querían atender en Starmédica porque pensaban que no íbamos a tener el dinero suficiente para pagar la cuenta y sacarlo de ahí, los logramos convencer y lo operaron para sacarle la bala.
“Días después, un poco más estable, lo pasamos al Hospital Militar; (pero) no se querían hacer responsables de él y me decían que mejor me lo llevara a mi casa para que se muriera cerca de sus seres queridos. Yo me empeñé en que lo atendieran y por eso sobrevivió, es como tener un hijo más porque debo de atenderlo, pero lo amo y no lo voy a dejar morir.
“Le dispararon los malos o la policía municipal, pero como perdieron la bala no pueden determinar quién fue”, critica María Elena.
RESISTENCIA
Ese mismo día, mujeres y hombres bloquearon todas las entradas al pueblo y se organizaron para encender fogatas en las esquinas de las calles.
“Nos dividíamos para cuidar las fogatas día y noche, ahí comíamos, dormíamos y ahí nos empezamos a sentir seguros. Como no teníamos teléfono y los celulares no funcionaban porque estábamos sin señal instalamos un mecanismo de alerta para avisarnos de posibles riesgos”, narran las mujeres.
“Si tronábamos un ‘cuete’ significaba que todo estaba tranquilo y podíamos dormir, si eran dos teníamos que estar alerta, si eran muchos era que alguien nos estaba atacando.
“También así nos alertábamos sobre posibles emboscadas. Por ejemplo, un día incendiaron uno de los montes con la intención de que fuéramos a ver y así nos acorralaran, pero con los sonidos de los ‘cuetes’ todo el pueblo se enteró de que era un engaño.
“No hizo falta correr a los policías municipales, ellos solitos se fueron; así pasamos varias semanas y poco a poco las cosas se iban formalizando.
“Retomamos el sistema de vigilancia de nuestros antepasados, pues ellos antes se turnaban para recorrer las calles y revisar que todo estuviera bien; de ahí viene nuestra Ronda Comunitaria: son mujeres y hombres del pueblo que recorren las calles y supervisan quién entra a Cherán con el único objetivo de que podamos vivir en paz.
A raíz del movimiento, las y los jóvenes iniciaron el proyecto “Radio fogata”, emisión radiofónica enfocada en rescatar las tradiciones del pueblo, informar y mantener unida a la comunidad, proyecto que sigue vigente.
La población acudió ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para demandar que se impidiera la instalación de urnas electorales, y se les permitiera regirse bajo un esquema alejado de partidos políticos.
En una decisión histórica, el TEPJF determinó cancelar las elecciones del 13 de noviembre de 2011 para renovar el ayuntamiento, y mandató la realización de una consulta para que las y los habitantes opinaran sobre el método a usar para la definición de sus autoridades.
En diciembre de 2011 se efectuó la consulta para definir el método por el que se nombraría a las autoridades. La decisión fue por la vía de los usos y costumbres, de tal suerte que el 22 de enero de 2012 se eligió en Asamblea a los integrantes del Concejo Mayor, quienes recientemente exigieron al gobierno federal proteger la región ante la posible llegada de integrantes del crimen organizado que intentaran refugiarse ante la estrategia implementada en Tierra Caliente.
Los planes de Cherán son muchos, pero uno de sus objetivos principales es recuperar sus bosques. “Antes había arboles que sólo se podían abrazar entre cuatro personas, nos dejaron arbolitos que puedes abrazar tú solita, por eso decidimos reforestar, muchas nos dedicamos a plantar y cuidar los árboles; para nosotras son una fuente de recursos, pero también un ser al que le debemos respeto”.
Las mujeres de este poblado dicen no temer a futuras represalias, pues “cuando alguien sufre tanta injusticia nunca tiene miedo”.
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