A partir de entonces hemos tenido reformas electorales
concebidas y diseñadas para reforzar a la “partidocracia” y a las
élites políticas -con sus desviaciones y crisis de representatividad
incluidas-, así como dificultar el advenimiento de la democracia
participativa directa.
El paquete de leyes que se aprobará esta
semana (leyes de partidos políticos, de Instituciones y Procedimientos
Electorales, leyes de medios de impugnación, y Orgánica del Poder
Judicial de la Federación) va en lo general por ese camino lesivo y
perverso, incorporando algunos beneficios de alcance menor. Seis
botones de muestra.
1-Gobernadores: Se espera que el INE acoté el control de los gobernadores
sobre la preparación y conducción de las elecciones locales. Sin
embargo, lo que se debe amarrar a los gobernadores son los bolsillos,
más que las manos. En materia de gasto público en publicidad,
información oficial y gasto social con sesgo electoral, se les deja la
manga ancha que actualmente tienen.
2-Prorrateo:
Se legitima la práctica perversa de distribuir el gasto excesivo e
ilegal de un candidato, entre los otros participantes de su partido que
hayan gastado menos en esa misma elección. Con esta disposición, se
dejan sin efecto práctico los topes de campaña y se legaliza el uso de
recursos de procedencia ilícita como el “Monexgate” y el “Sorianagate”.
3-Candidatos independientes: Se
obstaculiza la participación de ciudadanos sin filiación partidista, al
ponerles porcentajes altos en el número de ciudadanos que deben apoyar
su registro. En este sentido, mientras que un nuevo partido puede
obtener su registro federal con 30,000 afiliados, a los independientes
se les pide casi 700,000 firmas de apoyo. Claro ejemplo de
“partidocracia”.
4-Pensión vitalicia a magistrados electorales: Se
insiste en otorgar una pensión vitalicia a los magistrados electorales,
una vez que concluyan su encargo, al equipararse con los ministros de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es una disposición
introducida de contrabando, no aprobada por el Pleno del Senado.
Claramente se trata de un “pago de marcha” por el fallo presidencial
del 2012 y para garantizar dictámenes similares en el 2018.
5-Aprobación sin debate:
se repite la práctica autoritaria de la presente Legislatura de aprobar
reformas sustanciales sin debatir. Es de los pocos parlamentos en el
mundo que no parlamentan. Es una Legislatura que no lee lo que vota. El
nuevo código electoral contiene 600 artículos en 700 fojas, cuya
primera lectura requeriría de al menos 30 horas continuas; es decir,
más de tres sesiones legislativas de 8 horas.
6-INE por Pemex: La
perversión mayor de esta legislación se encuentra en el esquema de su
negociación y aprobación. Se intercambió reforma electoral por reforma
energética. La transformación del IFE por el desmantelamiento de Pemex.
Con este trueque gana la “partidocracia”, no la democracia.
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