Roberto Garduño
Periódico La Jornada
Sábado 3 de mayo de 2014, p. 5
La
postura de Rosario Robles en torno a la natalidad entre los mexicanos
indígenas y la repercusión de ésta en los programas asistencialistas
del gobierno propició el rechazo de diputados federales.
Tal declaración es reaccionaria, discriminatoria y violatoria de los derechos humanos; es profundamente grave que la responsable de la política social en México considere que un problema histórico y de fondo es un chantaje de los más pobres al presupuesto federal.
Ricardo Monreal, coordinador del partido Movimiento Ciudadano, y
Carlos Reyes Gámiz, vocero del grupo parlamentario perredista, ubicaron
el discurso de Robles como “la más lamentable señal del gobierno de
Enrique Peña Nieto con los sectores más desprotegidos del país; no
consideró –esa funcionaria– que el sistema económico de los regímenes
del PRI y el PAN son responsables de la postración y dependencia en que
han subsistido más de 50 por ciento de los pobladores en el país”.
Reyes Gámiz advirtió que, “con una funcionaria como Rosario Robles,
los pobres del país seguirán viviendo en la desazón, y continuarán
siendo observados desde el poder como instrumentos electorales que son
apaciguados con migajas entregadas a través de programas
asistencialistas.
“De lo que no se ha enterado la funcionaria es de que con sus dichos
y hechos se encarga de colocar un clavo más en el ataúd de la
popularidad –a la baja– de su jefe, el presidente Enrique Peña Nieto.
Resulta inadmisible que un encargado de proponer soluciones a uno de
los grandes problemas nacionales se aboque a atizar las llamas de la
indignación”.
Demandó que el Ejecutivo federal “rectifique en materia de la política social y sus ejecutores.
La obcecación de Enrique Peña lo llevará a continuar alimentando la desconfianza popular en sus políticas, porque en nada le ayudan sus empleados. Seguiremos viendo y escuchando barbaridades como la señalada por la señora Rosario Robles, que de ser portavoz de causas populares se convirtió, por su afán de formar parte del poder, en una funcionaria sin ideología, una vez que dio tumbos de cinco años a la fecha.
Ricardo Monreal señaló que “ni siquiera el ideólogo más avezado de
la derecha se hubiera atrevido a señalar tal cosa; es una burla a los
pobres, que representan en conjunto más de la mitad de la población. Me
extraña mucho su cambio: de haberse erigido como mujer progresista
ahora representa al sector más conservador del país, que aborrece a los
estratos más empobrecidos, que son la mayoría.
Es muy lamentable y muy desalentadora esa expresión que se puede avizorar en las fosas más negras de la nación.
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