México
vive actualmente un proceso de neocolonización marcado por el despojo y
la represión. Al tiempo que el pueblo mexicano es despojado
aceleradamente de sus tierras, recursos y derechos; lo que queda del
Estado mexicano se va tornando más autoritario y represivo. Este
proceso neocolonial es impulsado por corporaciones trasnacionales que
encontraron en las burguesías locales en el poder a su mejor aliado.
Ejemplos sobran para explicar este proceso: la reforma energética, la
reforma laboral, el auge de los negocios extractivistas, la “guerra
contra el narcotráfico”, la criminalización de la protesta social y un
largo etcétera2.
Mientras tanto, una gran parte de las organizaciones y miembros de la
sociedad civil hemos perdido la brújula. Sin proyecto alternativo ni
programa de lucha, nos hemos enfocado a reaccionar ante las diferentes
coyunturas. Miramos el árbol que se seca, pero no nos damos cuenta que
el bosque se está incendiando. No es para menos: cuando pensábamos que
estábamos mal, vino lo peor (y al parecer aún falta lo más grave).
En este contexto, son los pueblos originarios los que dan la batalla
más emblemática en defensa del territorio y de sus derechos. Siguiendo
su ejemplo, otros actores han ido extendiendo la resistencia contra el
despojo por diferentes puntos del país. Sin embargo, pocas son las
iniciativas que cuentan con una madurez programática y democrática como
las de los pueblos indios organizados. Ahí están resistiendo y
construyendo alternativas en lo que hoy conocemos todavía como
Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Sonora, Nayarit, Puebla, Chihuahua, Baja
California, Chiapas y más.
En el próximo mes de junio, algunos de estos pueblos se reunirán en territorio del EZLN. Así se anunció en un comunicado
firmado por el Subcomandante Insurgente Moisés, quien también informó
que se llevará a cabo un homenaje al recientemente fallecido Don Luis
Villoro. En el marco de estas reuniones, las organizaciones de los
pueblos indios que asistan darán a conocer una “declaración para lo que
sigue en la lucha de resistencia contra el despojo”, al mismo tiempo
que el EZLN lanzará una “propuesta de iniciativa para toda la Sexta
nacional e internacional”.
Las acciones que se anunciarán son
la continuación de un proceso que los zapatistas desataron desde el 21
de diciembre de 2012, fecha en la que miles de bases de apoyo salieron
a marchar en silencio. Al año siguiente, comenzaron a mostrar al mundo
lo avanzado de su proyecto a través de la escuelita .
El anuncio del SCI Moisés ha despertado gran expectativa entre las
nuevas redes y colectivos que se han ido conformando durante la escuelita , pero también entre los que siempre estamos a la espera de la palabra de los compas
. No es en vano, si alguien tiene experiencia en procesos organizativos
que vayan más allá de la coyuntura son precisamente las y los
zapatistas. Para muestra, revisemos algunas de las convocatorias
lanzadas por ellos y ellas.
Unos días después del estallido
de la guerra en Chiapas, el 12 de enero de 1994, una multitudinaria
marcha en la Ciudad de México obligó a Carlos Salinas de Gortari a
decretar el cese al fuego contra el EZ. Años más tarde, en el 2000, en
una carta que el SCI Marcos envió a Pablo González Casanova, escribió
lo siguiente:
Entonces, en aquel enero de sangre y pólvora, nosotros tuvimos que decidir cómo debíamos "leer" esa gran movilización. Pudimos haberla "leído" como una manifestación en apoyo a nuestra guerra, como un aval al camino de lucha armada que habíamos elegido; o pudimos haberla leído como una movilización que apoyaba no nuestro método (la guerra), pero sí nuestras demandas, y que se manifestaba contra la represión gubernamental.Nosotros estábamos aislados, replegándonos a las montañas, cargando a nuestros muertos y heridos, preparando el combate siguiente. Así, lejos, muy lejos, y en esas condiciones, tuvimos que escoger. Y escogimos "leer" que esa gente que salió a las calles estaba contra la injusticia, contra el autoritarismo, contra el racismo, contra la guerra, que estaba por el diálogo, por la paz, por la justicia, por la solución pacífica de nuestras demandas. Eso leímos y eso marcó nuestro andar posterior3.
Desde aquel entonces los zapatistas dieron las primeras señales de lo
que en adelante sería un rasgo distintivo de su nueva estrategia: la
alianza permanente con la sociedad civil.
Con el lanzamiento de la 2 da Declaración de la Selva Lacandona, la alianza fue más evidente. En aquel entonces, los neozapatistas convocaron a un Diálogo Nacional por la Libertad, la Democracia y la Justicia
que permitiera realizar los cambios profundos que la Nación requería.
Insistían en la necesidad de un nuevo sistema político y llamaban a una
Convención Nacional Democrática (CND) que se encargaría de
establecer un gobierno provisional o de transición, una especie de
constituyente del que emanaría una nueva Constitución.
En
agosto de 1994 se realizó la primera sesión de la CND. Para dicho
encuentro los zapatistas construyeron, en la comunidad de Guadalupe
Tepeyac, Chis., un foro en forma de “barco” al que denominaron Aguascalientes.
Al evento acudieron más de 7000 representantes de distintas
organizaciones y cientos de observadores internacionales. Dicho
encuentro se convirtió en uno de los grandes esfuerzos históricos por
articular a las izquierdas.
El 1 de enero de 1995, ya con Zedillo como presidente y en plena crisis económica, el EZ lanzó la 3ra
Declaración de la Selva Lacandona. Ahí convocaron a los integrantes de
la Convención Nacional Democrática y a otros actores a conformar el
Movimiento de Liberación Nacional (MLN).
Con motivo del cierre
de la Consulta Nacional por la Paz y la Democracia (Julio de 1995), el
EZ anunció “una nueva etapa en el diálogo nacional” entre la sociedad.
Propusieron a sus simpatizantes formar “Comités Civiles de Diálogo” con
el objetivo de “desembocar en la Mesa Civil del Diálogo Nacional”. Los
temas serían el “proyecto de Nación”, el “proyecto del Frente Nacional
Opositor”, las “nuevas relaciones políticas entre organizaciones,
gobierno y ciudadanos y una nueva relación de la Nación con los
indígenas” y la “creación de una nueva fuerza política independiente
con base en el EZLN”.
El 1 de enero de 1996, el EZLN lanzó la 4ta Declaración de la Selva Lacandona.
A las exigencias de techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación,
independencia, democracia, justicia, libertad y paz agregaron las de
comunicación e información. Proponían la conformación del Foro Nacional Indígena,
resultado de las alianzas tejidas con otros pueblos originarios durante
el proceso de diálogo. También anunciaron la formación de una nueva
fuerza política nacional: el Frente Zapatista de Liberación Nacional,
“organización civil y pacífica, independiente y democrática, mexicana y
nacional, que lucha por la democracia, la libertad y la justicia en
México”. Al mismo tiempo lanzaron la 1a Declaración de la Realidad: Contra el Neoliberalismo y por la Humanidad, en la que convocaron al Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo.
La 5ta Declaración de la Selva Lacandona
vino en julio de 1998. En ella convocaron a la realización de la
Consulta Nacional sobre la iniciativa de Ley Indígena que había
elaborado la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa). La Consulta
fue organizada principalmente por el Congreso Nacional Indígena y
organizaciones civiles solidarias.
Con la salida del PRI y la
llegada de Vicente Fox a la Presidencia, los zapatistas lanzaron una
nueva iniciativa. En esta ocasión, convocaron al Congreso Nacional Indígena
(CNI) y a la sociedad civil a una gran movilización al Congreso de la
Unión para “exigir reconocimiento constitucional de los derechos y
cultura indígena, de acuerdo con la iniciativa de la Cocopa”. La
movilización fue encabezada por 27 integrantes del EZLN, representantes
de las etnias tzotzil, tzeltal, tojolabal, chol, zoque y mame. El
objetivo era ocupar la máxima tribuna del Congreso para hablarle a los
legisladores y argumentar a favor de la “Ley Cocopa”.
La Marcha del color de la Tierra
desató pasiones y debates. La movilización duró 37 días, se recorrieron
6 mil kilómetros y se realizaron 77 actos públicos en 12 estados del
país. El 11 de marzo, cuando el contingente llegó a la Ciudad de
México, miles de personas inundaron las calles. En la opinión pública,
intelectuales y políticos de todas las ideologías discutían sobre si la
delegación zapatista tenía derecho a usar o no la máxima tribuna de San
Lázaro. Memorable y representativa de la opinión conservadora fue la
posición del dirigente de la bancada panista Diego Fernández de
Ceballos, quien calificando de “indios calzonudos” a los zapatistas, se
negaba a que ocuparan la máxima tribuna en el Congreso.
Luego
de numerosos debates y gracias a la presión generada por la sociedad
civil, los zapatistas pudieron dirigir sus mensajes a los legisladores
el 28 de marzo. No iban solos, estaban acompañados de representantes de
los pueblos indígenas, integrantes del CNI e invitados internacionales.
En las afueras de San Lázaro, decenas de miles acudieron a manifestar
su solidaridad.
En 2001, la clase política de México puso un
eslabón más en la cadena de desprecio contra los pueblos indígenas. En
aquel año aprobó una contrarreforma que violaba la mayor parte de los
acuerdos de San Andrés Sacamchem de los Pobres. Consolidada la
traición, en agosto 2003 el EZLN se dio a la tarea de ejercer su
autonomía de facto, por medio de la creación de las Juntas de Buen
Gobierno y de los Caracoles Zapatistas.
La 6ta Declaración de la Selva Lacandona,
lanzada en 2005, presentó el camino recorrido por el EZLN, pero también
ofreció una lectura de la situación nacional y mundial. La Sexta
no sólo se integró por un balance, sino que vino acompañada de una
propuesta organizativa encaminada a generar “un acuerdo con personas y
organizaciones mero de izquierda” para construir un programa de lucha
anticapitalista y antineoliberal. Si bien el zapatismo ya había marcado
una diferencia abismal con los partidos políticos luego de la traición
de 2001, con la Sexta y La Otra Campaña se hizo evidente
que la ruta de acción implicaba luchar contra toda la clase política
sin distinción. En 2006 el proceso organizativo y de construcción del
programa, que implicaba un recorrido nacional, fue interrumpido por la
brutal represión contra el pueblo de Atenco.
Las reuniones e
iniciativas organizativas que ha lanzado el EZLN a los pueblos indios y
la sociedad civil a lo largo de 20 años de resistencia pública son
múltiples y con diferentes objetivos. Cada una de ellas ha tenido un
gran impacto en la vida política nacional e internacional. Por otra
parte, dichas iniciativas han globalizado la esperanza y la rebeldía,
siendo el mejor ejemplo de ello las redes de solidaridad que se han
construido con intelectuales y organizaciones indígenas y no indígenas
de todo el mundo.
El andar del EZ, su experiencia
milenaria y la alternativa que han construido les ha dotado de una
visión profunda sobre lo que acontece en el país. De igual forma, su
carácter anticapitalista y sus variadas relaciones con intelectuales,
activistas y otras organizaciones les permite tener un mapeo completo
del estado actual del despojo y de las resistencias. Estemos atentos a
lo que nos propongan el próximo mes de junio. Vayamos con el corazón
abierto y con la disposición para seguir caminando. Se aproxima un
nuevo tiempo para la Dignidad Rebelde.
Notas
2 En un trabajo anterior con Anaid Campos Nájera desarrollamos este argumento. Ver: La Unidad Popular frente a la recolonización de México
3
SCI Marcos. (2000) “Saludo a Pablo González Casanova: por la liberación
de todos los universitarios presos” [en línea]. Chiapas, febrero.
Tomado del sitio electrónico Cartas y Comunicados del EZLN. Disponible
en http://palabra.ezln.org.mx/comunicados/ [Consulta: 19 de marzo de 2013].
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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