8/26/2016

Una reforma que hace agua


Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre 


Hace cinco semanas comenzó un lento pero cada vez más pronunciado proceso de distanciamiento y hasta deslinde de actores políticos clave, como son los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, por medio de sus senadores, de la madre de todas las reformas llamadas estructurales de Enrique Peña Nieto.
Ahora es el Grupo Parlamentario del PAN el que desde Saltillo, Coahuila, anuncia estar dispuesto a analizar una modificación de la reforma educativa, “siempre que no se atente contra la búsqueda de la excelencia en la materia y los cambios propuestos sean razonables”, en voz del coordinador Fernando Herrera. Es oportuno recordar que el primero en tomar distancia del proyecto y de la defensa dogmática y hasta beligerante que hace Aurelio Nuño y el cada vez más débil gobierno que jura “Mover a México” (¿en reversa?), fue el presidente del Senado Roberto Gil, político forjado a la sombra de Felipe Calderón.
Frente a la cerrazón del coordinador de los senadores del Revolucionario Institucional, Emilio Gamboa, el mismo que ya se lavó las manos respecto a la plausible iniciativa presidencial sobre el matrimonio igualitario, Herrera Ávila dijo “no estamos cerrados a revisar temas como la evaluación docente y la necesidad de un modelo educativo acorde a cada región del país”.
Destaca la belicosidad de Nuño Mayer, sobre todo cuando está rodeado de militares, al sentenciar: “No hay posibilidad de regresar a ninguna mesa de diálogo hasta que no estén todas las niñas y todos los niños en donde deben estar, en un salón de clases”. Es la misma carta con la que jugó el gobierno hace más de un año y sólo hubo mesa de negociación después de la matanza de Nochixtlán, Oaxaca, y debido a la condena mundial.
Para el titular de Educación –propuesto como secretario de Gobernación por Carlos Elizondo Mayer-Serra– “el futuro de México, el éxito y los sueños de las niñas, de los niños y de los jóvenes, no pueden estar ni a negociación ni sujetos a los caprichos o a los intereses de unos cuantos o de un solo grupo”. Cierto, sólo el Grupo Atlacomulco puede imponer, como hizo con la reforma energética frente al rechazo mayoritario de la ciudadanía, lo que evidenció un divorcio muy profundo entre la representación de los diputados y los representados. Por cierto, Leo Zuckermann propuso en el noticiario de José Cárdenas (Radio Fórmula, 24-VIII) que renuncie Luis Videgaray y el conductor salió en su cerrada defensa.
Es oportuno que los aliados estratégicos del tricolor, el afamado PRIAN, recuerden que “las negociaciones no están peleadas con los derechos humanos” y el gobierno debe buscar “un acuerdo que incluya el derecho de los niños a recibir una educación de calidad y garantizar a los maestros que su fuente laboral se habrá de respetar”. Además de que tanto Emilio Chuayffet como el delfín de Peña Nieto (ANM), dieron los primeros pasos “sin tomar en cuenta a sectores magisteriales” y pareciera que “iban caminando solos”. Allí están los enormes costos y como advierte el Consejo Nacional Empresarial Turístico: ‘‘Es urgente la solución de estos conflictos, pues se corre el riesgo de la proliferación”.
El partido del senador Miguel Barbosa fue más lejos y analiza con dirigentes de la Coordinadora Nacional una iniciativa ciudadana sobre educación para “quitarle todos los aspectos lesivos para los derechos del magisterio y de la ciudadanía”. Hasta el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación anuncia la disposición a corregir varios excesos de lo que tanto defiende la debilitada dupla Peña Nieto-Nuño Mayer.
Utopía 1720, 26-VIII-16



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