8/21/2016

México y el mundo



Antonio Gershenson
La Jornada
El domingo pasado vimos, entre otras cosas, que México y otros países tienen un ritmo de crecimiento bajo y además decreciente. También, que China, Mongolia, Uzbekistán, India y otras naciones asiáticas poseen un alto crecimiento promedio –de entre 9.2 y 7.4 por ciento– entre 2007 y 2015.
Hemos analizado cambios de corto y largo plazos, la situación económica nacional, general y petrolera. Vamos ahora a ver el papel de México en todo el contexto, en algunos aspectos importantes.
Revisaremos algunos casos. Podemos tratar de identificar diferencias en México, entre los ritmos de crecimiento anteriores y posteriores a 2012. Después del cardenismo, cada sexenio aumentaba la economía nacional en el orden de 6 por ciento por año.
Esto cambió al cambiar la política, en especial la política económica. Se le ha llamado neoliberalismo y de otras formas. En este esquema se reduce progresivamente el papel del Estado en la economía, aumenta la entrega al exterior y en especial a los grandes monopolios; en caso de que no llegue el apoyo a las grandes empresas extranjeras se apoya a los multimillonarios del país, en especial a los cuates y favoritos. Aumenta la miseria y se degradan los empleos, en número y en pago.
En este nuevo periodo, por ejemplo, ahora se considera un heroísmo el nivel de crecimiento superior a 2 por ciento –2 por ciento y fracción–, cada vez más bajo, y todo indica que ni siquiera esa miseria se podrá sostener. Hay un futuro luminoso, pero sólo para unos cuantos, y de ellos algunos ya mejor están haciendo las maletas o ya las hicieron.
Los casos de ritmos de desarrollo de diferentes países varían. En el caso de Estados Unidos en los dos primeros trimestres de este año su crecimiento fue 0.2 por ciento y de 1.2 por ciento, respectivamente. No le llaman crisis porque no quieren, pero en fin.
Los países que poseen crecimiento alto durante varios años, principalmente en Asia, podrán tener diferentes niveles de miseria pero van mejorando con su crecimiento. Uno de los casos que hemos analizado es el de los ferrocarriles, que han avanzado mucho. Hay factores de unidad en el proceso, como un banco de desarrollo de todo el continente.
En India llegaron a primer lugar mundial en varias ramas tecnológicas, como los llamados puertos secos, que permiten a ferrocarriles circular con rieles de diferentes anchos de separación. También llegaron con una nave espacial a Marte e instalaron ahí un satélite de investigación.
Gigantescas vías de ferrocarril cruzan Asia entre el este y el oeste. El transiberiano tiene tiempo cruzando desde San Petersburgo en la costa este de la Eurasia, a la costa del Pacífico. Ahora tiene una derivación al sur, cruzando parte de China y llegando al Pacífico más al sur.
Otros ferrocarriles cruzan el continente en diferentes direcciones. Recientemente han entrado en servicio entre ciudades de China y otras de varios países de Europa.
Aquí el dinero se derrocha y se concentra en cada vez menos bolsillos. Y las obras públicas son, ante todo, negocios de unos cuantos.
Como vimos el domingo pasado, la proyección al futuro apunta a que el centro económico se vaya desplazando a Asia; de hecho, ya empieza a ocurrir, y Estados Unidos dejará de ser la mayor economía el mundo, tal vez en menos de 10 años. Y sus colonias, bien gracias.
México podría recuperar las ventajas del pasado, pero no con la izquierda dividida, y si una parte de la izquierda se alía, como ahora, con el PAN, peor. Ya hemos dicho que en la actual situación de la izquierda, si sigue cayendo el PRI volverá a quedar el PAN, por tercera vez.
Creo que esto debe cambiar, y pronto, que no están tan lejos las siguientes elecciones.

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