En
el primer aniversario de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador
(AMLO), en el llamado gobierno de la Cuarta Transformación, México ha
experimentado una reconfiguración sin precedente, marcada en gran medida
por el combate a la corrupción, una reorientación presupuestaria
redistributiva, un política energética no entreguista y soberana y una
política exterior que retomó los principios de la diplomacia mexicana.
Las
transformaciones emprendidas por AMLO cuentan con un respaldo social,
acaso sin precedente desde el gobierno de Lázaro Cárdenas, y las
multitudes lo acompañan a su paso por todo el país, pese a la irritación
que han provocado sus políticas en sectores altos y medios, que no
pudieron ser capitalizados por los perdedores de las elecciones.
Los
avances en el primer año de esta Cuarta Transformación se suman a la
inviabilidad manifiesta de una regresión conservadora, recalcó AMLO en
su discurso, y dan muestras que México, más allá de un cambio de
gobierno, está transitando el fin del viejo régimen y los dolores de
parto de uno nuevo.
“Tendrían que esforzarse muchísimo y
pasar mucha vergüenza para retroceder a los tiempos aciagos de la
corrupción, de los contratos leoninos, de los fraudes electorales, del
racismo, del desprecio a los pobres, del mátenlos en caliente”, añadió.
En
su extenso discurso ante más de 300 mil personas, López Obrador
consideró que la cooperación en la relación bilateral con Estados Unidos
se ha profundizado y agradeció los gestos de apoyo que tuvo Donald
Trump en la crisis de violencia generada durante el operativo en
Culiacán y tras los lamentables y dolorosos ataques a la familia mormona
de LeBarón.
“Ofreció ayuda y respetó nuestro derecho
soberano a decidir con independencia y libertad. El gobierno de México
cumplirá su responsabilidad de hacer justicia. No aceptamos ningún tipo
de intervención, somos un país libre y soberano”, dijo.
Asimismo,
reivindicó la posición mexicana frente al conflicto en Bolivia: “Que se
escuche bien y que se escuche lejos, Evo no sólo es nuestro hermano que
representa con dignidad al pueblo mayoritariamente indígena de Bolivia,
Evo fue víctima de un golpe de Estado y desde México para el mundo
sostenemos: democracia sí, militarismo no”.
Apeló a Benito
Juárez para enfatizar la irreversibilidad de los cambios impulsados:
“¿Qué decía Juárez, entre otras cosas, en circunstancias como ésta,
cuando se estaba llevando a cabo la segunda transformación, la época de
la Reforma, momentos mucho más difíciles que los que estamos viviendo?
Decía Juárez: ‘El triunfo de la reacción es moralmente imposible’.”
En
hora y media de discurso, aseguró que ya se han cumplido 89 de los 100
compromisos de gobierno que asumió hace un año y recalcó el desmonte de
los esquemas que favorecían la corrupción: Ley de Extinción de Dominio,
creación del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, prohibir la
condonación de impuestos, Ley de Austeridad Republicana, clasificar la
evasión fiscal y el fraude electoral como delitos graves y eliminación
del fuero presidencial, entre otros.
La transformación
La
Cuarta Transformación nada tiene que ver con la continuidad o la
consolidación de la pretendida transición democrática de antaño, sino la
negación y la superación de este viejo concepto fallido, un sistema de
privilegios, impunidad y simulación, cuando la corrupción derrotó la
institucionalidad, el neoliberalismo aniquiló la justicia y el poder
aplastó la pluralidad.
Hoy AMLO busca un cambio profundo en las relaciones del Estado con la sociedad, el sector privado y el sistema político.
Las
transformaciones constatadas en este primer año de gobierno incluyen
el combate a la corrupción, una reorientación presupuestaria con fines
redistributivos, un política energética soberana y una política exterior
que retomó los principios de la diplomacia mexicana.
En
un año de gobierno, la llamada reforma educativa del gobierno anterior
fue revertida, la política energética fortaleció la estatal Pemex y la
Comisión Federal de Electricidad; y el gobierno cumplió con su promesa
de no aplicar medidas represivas contra movimientos sociales. Y, además,
los ha escuchado.
Lo que no ha logrado es llevar a un
crecimiento económico del 4%, pese a la resaltable mejoría en la
economía popular a partir del aumento generalizado de los apoyos para
los más necesitados: jóvenes, mujeres, indígenas, campesinos,
discapacitados, tercera edad. En este primer año, el 27.7 por ciento de
los mexicanos perciben un aumento en su ingreso familiar y el 51,2%
señala que la situación económica les alcanza sin grandes dificultades.
Lo
que no le ha resultado fácil al actual gobierno es frenar la
inseguridad y la violencia delictiva, generados y aupados durante los
últimos tres gobiernos anteriores. Es muy pronto para que la apuesta por
atacar las raíces de la inseguridad (pobreza extrema, desempleo,
marginación, deterioro de los sistemas de salud y educación) den
resultados.
La decisión de no continuar con las políticas
belicistas y violentas dejó a la intemperie el enorme poder que las
organizaciones criminales sumaron en los 12 años anteriores.
Pero
también se ha transformado la relación entre el Estado y el sistema
político, con una mayor democratización. Hoy el presidente ya no dicta
lo que ocurre en los otros poderes del Estado ni en el partido político
en el gobierno sino un primero entre pares.
Gerardo Villagrán del Corral
Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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