“Qué sería de las mujeres sin el aliento y apoyo de otras mujeres
conocidas o desconocidas, qué sería de las víctimas del feminicidio sin
esa voz de otras exigiendo justicia. Urge erradicar las estructuras
sociales del caldo de cultivo de feminicidas” (Marcela Lagarde).
En un país donde se asesinan entre 10 y 11 mujeres al día documentar
el feminicidio parece una película de horror, abocarse a la tarea de
explicar lo que está sucediendo (si es que hay alguna explicacion),
sobre todo generar propuestas para avanzar en la solución deesta grave
situación son tareas impostergables de ahorita, urgentes.
A la cabeza del feminicidio se ubica el Estado de México, sin embargo
su gobernador dice “apoyar a las mujeres cuando en realidad ahí el
feminicidio goza de cabal salud, reina la impunidad y son famosos por
dar manga ancha a la corrupción, es un Afganistán para las niñas y
mujeres que viven ahí. Chihuahua y Guerrero, la CDMX gobernada por la
izquierda partidista desde hace más de 20 años, también con una amplia
reputación en materia de corrupción e impunidad, en lo concerniente a
feminicidio (ver gráfica).
La espiral de crecimiento es impactante, solamente para 2019 se registra un aumento del 6 por ciento, respecto al año anterior.
Según la Fiscalía General de la República en ese mismo año nueve de
cada diez delitos cometidos contra mujeres no tienen castigo, ¿por qué?
Parece que se tienen más preguntas que respuestas, respuestas de las
autoridades correspondientes, es decir acciones para erradicar esta
impunidad fatal.
Además de acuerdo con el informe de la Asociación Alto al Secuestro,
de enero de 2018 a diciembre de 2019, los estados de México y Veracruz,
así como la Ciudad de México, fueron las entidades que más secuestros de
mujeres registraron, representan cuatro de cada diez delitos.
Para mayor abundamiento, al menos 6 mil denuncias de violencia contra
las mujeres están sin investigar y, por lo tanto, los presuntos
responsables siguen impunes, de acuerdo con estimaciones de la Comisión
Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres
(Conavim).
Lo primero que dicen estos datos duros es que aquí se ha normalizado
la crueldad contra las mujeres y la violencia de género tiene derecho de
pernada. Tan terrible como el femicidio en las niñas o las jóvenes -al
parecer las principales víctimas de esta cruda realidad-, sólo esto
obliga a un nuevo pacto entre las feministas o las organizaciones de
mujeres.
¡Alerta, alerta!, esa es la voz que convoca con mucho enojo, porque no han sido escuchadas, no han tenido respuestas.
También un nuevo pacto entre Estado y sociedad: identificar
responsables, una hoja de ruta mínima, para aplicar medidas correctivas;
a sabiendas de que las acciones punitivas son insuficientes, quizás
necesarias pero insuficientes.
¿Qué se requiere para erradicar lo que llama Lagarde “caldo de
cultivo de feminicida”? Apoyarse en las teóricas del feminismo, en las
organizaciones de mujeres; retomar aportaciones de tantos y tantas voces
sensatas, opuestas a provocar más destrucción convocar a un diálogo con
el gobierno y sus instituciones.
El Estado es parte del problema desde luego, pero ¿dónde quedó el
Estado? en un país que deliberadamente “lo adelgazó”, al punto de que se
volviera inútil e invisible. “El problema se resuelve allá abajo, donde
está la gran cantidad de agresiones que no son crímenes, pero que van
formando la normalidad de la agresión” (Segato), ergo es indispensable
la acción del Estado.
Gracias a la continua presión social el tema ya está en la agenda
nacional, ¡ya era hora!.
Llegamos tarde, dice la Secretaría de Gobernación, aunque reconoce
que las demandas son legítimas; a esta afirmación se agrega lo que el
propio gobierno difunde: el paro del #9M no nos representa, porque es un
movimiento contra la 4T y contra AMLO (no confundir al mensaje con el
mensajero); el paro implica que las mujeres se dediquen a trabajos
domésticos; la derecha conservadora o PRIAN están en este movimiento,
agazapados para provocar un golpe blando.
Estas son algunas de las equivocaciones o yerros que revelan una
subestimación, pone a las mujeres como ignorantes, infantiles, las
descalifica a ellas y sus motivos, o como dice Lydia Cacho: reflejan una
introyección de la misoginia, que reina a sus anchas en el país.
Los mensajes que se reproducen en las redes sociales tienen una
carga tremenda de misoginia y machismo, tal vez lo más grave es que
provienen de lo que se considera o consideraba “fuerza transformadora y
progresista del país”.
No sólo desacredita un movimiento que tiene una sustentabilidad
inexclusable totalmente justificada, lo más importante, no genera
propuestas de solución o acciones mediatas o inmediatas. ¿Acaso esa es
la intención: apagar y ahogar las voces de las mujeres, una vez más?
Ninguna de estas fake news (quizás son más que FKNws) abona a
resolver la situación, sacurdirse a la derecha es bastante sencillo.
Esa parte de nuestra realidad no convoca, son las mujeres y mejor aún
las feministas. No existen los movimientos sociales “puristas”, desde
siempre han estado presentes o han intentado estar presentes las fuerzas
conservadoras y de derecha: en el movimiento obrero, el campesino y
estudiantil, obvio también en esta ocasión.
Con la salvedad de que en el movimiento feminista la derecha
representa su antítesis, son cuna del patriarcado y del machismo. Hoy,
imposible abordar el problema de la violencia de género como si fuera un
tema separado de la situación de intemperie de la vida.
En efecto, el problema de la violencia de género no es un problema de
los hombres y las mujeres como bien afirma la antropóloga y feminista
Rita Segato. Aceptar y reconocerlo implica plantear soluciones que
comprometan al Estado y sus Instituciones, no sólo al gobierno, o a las
acciones individuales, aunque tampoco estorban.
En última instancia el gran culpable es el capitalismo neoliberal,
pero hay que desmenuzarlo, meterse a las tripa porque en el camino se
podrá encontrar muchos responsables intermediarios; con miras a ubicar
soluciones, respuestas que se conviertan en acciones. Sin necesidad de
inventar mucho en el marco juridico porque ya existe, hay que aplicarlo.
Que la normatividad nacional e internacional para la protección de
Mujeres y niñas no sean letra muerta.
Retomando una cita de Segato: la repetición de la violencia produce
un efecto de normalización de un paisaje de la crueldad y, con esto,
promueve en la gente los bajos umbrales de empatía indispensables para
la empresa predadora. La crueldad habitual es directamente proporcional a
formas de gozo narcisista y consumista, y al aislamiento de los
ciudadanos mediante su desensibilización al sufrimiento de los otros.
(Pedagogías de la crueldad. El mandato de la masculinidad (fragmentos),
Rita Segato.
El que las mujeres se hayan empoderado -por cierto muy poco- no es la
causa de tanta crueldad y violencia de género…. el problema se resuelve
allá abajo, donde está la gran cantidad de agresiones que no son
crímenes, pero que van formando la normalidad de la agresión.
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