Sergio E. González Gálvez*
En otra situación entre
México y Estados Unidos, que podría causar un desencuentro con posibles
consecuencias negativas para nosotros, está el comentario sin sentido
hecho por Hugo Rodríguez, subsecretario adjunto para asuntos del
hemisferio occidental del Departamento de Estado de nuestros vecinos, en
una sesión del subcomité correspondiente de la Cámara de
Representantes, encargado de evaluar la eventual asistencia en materia
de seguridad a México, ahora que prácticamente el Plan Mérida ha
desaparecido, advirtiendo que si México compra helicópteros a Rusia,
como se comentó durante la reciente visita a nuestro país del canciller
ruso Serguei Lavrov, país con el que tenemos añejas relaciones, podemos
ser objeto de sanciones bajo la Ley para contrarrestar a los adversarios
mediante sanciones, aprobada en julio de 2017.
Califico dicha declaración de absurda, por varias razones: primero
que nada por la ilegalidad de tratar de aplicar su ley en forma
extraterritorial contra otro Estado soberano; segundo, por calificarnos
como
adversariosdado el complejo vínculo que nos une a ellos, excesivo si me preguntan mi opinión, incluyendo el plano militar con una serie de convenios que, según entendemos, no funcionan o ellos nos han impedido que funcionen normalmente.
Aunque eso no nos atañe, el comentario del citado señor Rodríguez,
funcionario de bajo nivel en el Departamento de Estado –algo que sé por
mis años como diplomático–, significa que hemos llegado tan bajo en el
trato con los herederos de Lincoln, que ya cualquiera nos quiere tratar
de asustar públicamente con sanciones, con una ley –oigan esto– que
legalmente no nos aplica; el
cuateese al parecer no ha leído o no ha entendido las cláusulas o el sentido de la ley citada que específicamente habla de que su ámbito de aplicación es evitar que se proporcionen recursos a Rusia para la construcción o expansión de tuberías para exportar petróleo,o financiar diferentes productos a Siria.
En consecuencia, creemos que deben buscarse mejores fórmulas para
convivir entre nosotros como vecinos y amigos, aunque sé que para una
potencia es muy difícil ser comprensiva en su trato hacia otros países,
pero la controvertida historia entre México y Estados Unidos, y el
futuro y posibilidades de esa relación merecen una reflexión especial
que cristalice en acciones que unan más a nuestros pueblos, respetando
estrictamente el marco jurídico que nos rige como miembros de la
comunidad internacional.
*Embajador emérito de México, quien escribe a título personal
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