John Saxe-Fernández
La 4T no transcurre en un
vacío ético y mucho menos en ausencia de memoria histórica sobre la
geopolítica y la geoeconomía de la imperialización de EU sobre las
naciones de
América del Norte. Además, es en el contexto de la dinámica global de clase en el centro y en la periferia capitalista, un proceso que ocurre en medio de un acelerado deterioro climático y de biodiversidad, totalmente ausente en el T-MEC
trumpiano, en que resulta necesaria la auscultación crítica de los mecanismos financieros de extracción de riqueza de lo público a los privados de dentro y fuera de México, cuya lamentable formalización en el T-MEC, hace que amerite su derogación, como bien perciben líderes de EU en la avanzada electoral 2020.
Se trata de un fenómeno de larga data inscrito en una cambiante
constelación histórica: una transición hegemónica compleja por tratarse
no solo de fenómenos multipolarizantes y multidimensionales sino también
existenciales, por el orden de probabilidad de guerra nuclear, como por el deterioro climático vinculado a los gases de efecto invernadero (GEI): el dióxido de carbono y el metano, entre otros. Ver el Doomsday Clock del Boletín de los Científicos Atómicos (https://thebulletin.org/doomsday-clock/) No sorprende que en el T-MEC no haya nada sobre el clima. La presidencia imperial de EU niega el
cambio climáticoa pesar de que es la nación con mayor acumulación de GEI en la atmósfera desde el siglo XVIII. A tal falla hay que agregar los deplorables mandatos contra intereses vitales a la independencia y soberanía nacional. Su negociación fue un acopio de capitulaciones. Los gobiernos no consultaron a todas las partes. En el cuarto de al lado del peñanietismo sólo empresarios. Nada de sindicatos, gobiernos locales, campesinos, agricultores o miembros de la
sociedad civil.
A esas ausencias se agrega una amnesia histórica acompañada de
notable desinterés por la territorialización en curso de la inversión
extranjera directa, con leyes abundantes en favor de los grandes
consorcios y en detrimento de la población más vulnerable. Peor aún,
analistas críticos del TLCAN y el T-MEC simplemente no tomaron en cuenta
acontecimientos históricos fundamentales que nos ayudan a darle su
justo peso a la larga historia vinculada a grandes episodios de masacres
y saqueo que conllevó la
imperializaciónde las naciones indígenas de la América del Norte, o la sombra de guerras como la desatada por EU contra México o los contratos para disimular el expansionismo vía abundantes
adquisiciones territoriales.
Desde esas
compraso
guerras irregularestipo “guerra al narco”, se percibe la
hermandadentre el Tratado de Guadalupe de 1848 con el TLCAN y años después con el T-MEC. En momentos en que el Congreso de EU discutía el TLCAN (noviembre de 1993) el vicepresidente Al Gore en debate presidencial con Ross Perot desde la CNN reclamó a éste su oposición el tratado, comparando al Nafta (TLCAN), con la
Compra de Luisiana (1803) y la de Alaska(1867) dejando claro el vínculo de esos
instrumentoscon el expansionismo territorial de EU.
En esta dimensión el T-MEC es peor, aunque ambos tratados están en línea de la Mexico Purchase.
Así lo escribo porque en el T-MEC la Casa Blanca impuso tres regímenes
distintos en materia de arbitraje inversor/Estado, tratándose de una
bilateralidad entre tres, que acentúa las asimetrías frente a México y
Canadá aunque entre EU y Canada desaparece el arbitraje de
inversionista-Estadoprivilegiándose los tribunales nacionales o locales, o bien los instrumentos Estado a Estado. En contrate, advierte Manuel Pérez Rocha Loyo,
entre EU y México persisten las disputas de inversores contra Estadosen especial
para contratos gubernamentales cubiertos relacionados con los amplios sectores de petróleo y gas, generación de energía, telecomunicaciones, transporte e infraestructura, los cuales siguen estando sujetos a todas las protecciones originales del capítulo 11 del TLCAN, es claro que, con la puntería del T-MEC puesta en todo rescate o revitalización de Pemex y la CFE.
Es bajo estas lesivas estipulaciones para el interés público nacional
de México, nación que por décadas logró el autoabastecimiento en
gasolinas y diésel, que se perpetró la destrucción sistemática de su
petroquímica, que es necesario, ahora, revisar las la naturaleza,
implicaciones y consecuencias de los mecanismos financieros de
extracción de riqueza pública en favor de monopolios privados. Los
instrumentos financieros en el marco del T-MEC profundizan la inequidad,
inherente a la explotación capitalista y al despliegue de la
desigualdad y la opacidad. Eso se realiza desde las Asociaciones
Público-Privadas (APP) fomentadas por el FMI y el Banco Mundial
(BM)-BID. Máxime que en el T-MEC se diluye, en favor de EU, la capacidad
de sus vecinos de incidir en un encuadre
macroeconómicoy monetario propio.
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