Primer largometraje de Juan Ibañez, con guion original suyo y de Carlos Fuentes, Los caifanes es el alucinado viaje, en horas de la madrugada, que emprenden por zonas de la Ciudad de México una pareja de novios de clase acomodada, Jaime (Enrique Álvarez Félix) y Paloma (Julissa), conducidos, de modo imprevisto, por cuatro pícaros de barriada –mecánicos de oficio, parranderos de vocación–, a visitar algunos círculos de su entrañable infierno urbano. La juerga noctámbula transcurre en relativa calma, en medio de travesuras juveniles de malicia ingenua, más como recorrido melancólico que como un desbordamiento iconoclasta.
Se diría un tributo
muy deliberado al espíritu festivo y a la vez sombrío de Los inútiles ( I Vitelloni, 1953), una de las cintas más emotivas de Federico Fellini. Hay sin duda en esos cuatro caifanes –el capitán Gato (Sergio Jiménez), el Azteca (Ernesto Gómez Cruz), el Mazacote (Eduardo López Rojas) y el Estilos
(Óscar Chávez), un resumen atiborrado de lugares comunes sobre la
supuesta comunión del mexicano con la muerte, su gusto por el albur y la
chispa verbal, su picardía innata, su fatalismo romántico y un largo
etcétera. Pero fuera de ese anacronismo cultural que poco interesará hoy
a públicos juveniles, lo que sí pudiera hacer mella en el ánimo
colectivo es ese asunto de las clases sociales
que de modo melodramático separa al tímido Estilos
de la traviesa Paloma, como alusión a una polarización social, de
invención nada reciente, que en esta película juega un papel
preponderante. Los caifanes, un estupendo cierre de esta Muestra.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 15:45 y 20:45 horas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario