Astillero
Julio Hernández López
Julio Hernández López
■ Un Grito independiente en paz
■ No a las provocaciones
■ Historial sin violencia
Nunca se ha producido un acto violento en el contexto de las manifestaciones públicas de quienes se han opuesto al fraude electoral de 2006 y a la privatización del petróleo en el presente año (el episodio de las protestas en la Catedral Metropolitana, luego de la provocación a campanazos, fue magnificado por varios medios de comunicación e incluso por el cardenal Norberto Rivera, que ofició el milagro de convertir el golpe dado por su vehículo a una de sus impugnadoras en un presunto atentado criminal que le permitió levantar actas judiciales persecutorias y hacerse de un batallón de policías vigilantes que están en vías de canonización por el martirio de no tener casi nada qué hacer en el recinto religioso amenazado solamente de hundimientos). Ni un solo acto de dureza o atropello físicos, a pesar de la violencia discursiva, mediática y política que se ha ejercido contra ese movimiento, en especial contra Andrés Manuel López Obrador.
Esa capacidad de contención –que mucho deberían valorar los mismos que se desgañitan acusando a ese movimiento de albergar ánimos golpistas o de provocar desestabilización– proviene de la convicción clara que tienen los participantes de que les asiste una razón justa y trascendente, que no puede permitirse descontroles o desahogos que sean usados por los adversa- rios para “demostrar” presuntos peligros justificantes de represiones. En realidad, las armas de la resistencia al fraude electoral y a la privatización petrolera han sido inequívocamente pacíficas: plantones –como el de Reforma-Zócalo, que fue una forma de protesta notablemente menor en relación con el despojo recibido–, marchas, manifestaciones y discursos y, en el contexto del necesario tono mayor que se requería para impedir el madruguete legislativo que meses atrás pretendía aprobar el nuevo esquema de saqueo de Pemex, las expresiones de desobediencia civil que los mismos panistas, hoy en el poder, practicaron y justificaron en años anteriores, cuando eran oposición.
No hay, por tanto, nada desde el flanco del movimiento de resistencia, que pueda alentar esta noche, en el Zócalo capitalino, desbordamientos o enfrentamientos. La mejor confirmación de la fuerza moral y organizativa de este movimiento será el cumplimiento de la ceremonia independiente de conmemoración del bicentenario de la Independencia nacional, en un lapso determinado, y el inmediato desalojo pacífico, en orden y sin responder a provocaciones, de esa plaza para que una hora después se desarrolle el esquema de celebración oficial.
La tentación de las provocaciones estará presente, desde luego. Un año atrás, en el Grito de los Libres que dio doña Rosario Ibarra de Piedra, se pudo sentir la presencia amenazante de grupos de militares vestidos de civil, que cual si fueran oleadas naturales de asistentes sin doble intención se rozaban, empujaban o miraban con aires amenazantes a quienes participaban en aquella ceremonia independiente que terminó de manera peligrosamente desorganizada.
Y el famoso duelo de aparatos de sonido que en su violencia acústica parecía presagiar la física. En esta ocasión los tiempos están claros y una intermediación realizada por el gobierno capitalino ofrece la posibilidad de que haya respeto procesal y logístico tanto de las fuerzas calderonistas hacia el Grito ciudadano como del movimiento encabezado por López Obrador hacia el formato de la ceremonia oficial. No faltarán, desde luego, en el ámbito de los genios del derrumbe nacional, quienes crean adecuado el momento para montar alguna provocación que permita distraer la atención mientras tratan de consumar el golpe petrolero. Y ni siquiera es necesario que el ocupante de Los Pinos delinee y autorice una acción de guerra sucia, pues tanta es la pérdida de control político del Grupo de la Bicicleta Resbaladiza que muchos otros factores de poder pueden desatar crisis a su conveniencia. Por todo ello es necesario multiplicar las precauciones y evitar a toda costa caer en provocaciones. Así es que hoy, al Grito con López Obrador, en defensa de la patria en riesgo, en una ceremonia cívica independiente y necesaria, en la que las palabras tendrán distinto significado, a partir de quien las pronuncie: ¡Vivan México y su Independencia!
Astillas
Aun cuando la violencia ejercida por los porros la semana pasada en Ciudad Universitaria pareciera generalizada y al azar, ese nuevo asomo de agresividad tolerada e inducida, que se produjo con el pretexto de la “quema del burro” previa al luego cancelado encuentro de futbol americano entre la UNAM y el Poli, golpeó, como si llevara dedicatoria, a escuelas y grupos estudiantiles con un grado de politización y activismo que les hace molestos a las autoridades federales, capitalinas y universitarias. Mario Aristegui (www.lacoctelera.com/lanadayyo) reportó: “A mí me tocó la trifulca en la Facultad de Filosofía y Letras. Los porros se subieron a la azotea, y de ahí estaban aventando petardos, también saquearon los puestos que hay frente a la facultad y hostigaron y se liaron a golpes con la gente que estaba fuera del auditorio Che Guevara. Todo esto se da con la mascarada del ‘clásico’. Pero en realidad es una represalia del gobierno a la UNAM, que está firmemente criminalizada y considerada ‘casa de guerrilleros’ por los medios masivos de idiotización... (recuerda el caso de Lucía Morett y otros) También fue una represalia porque en el Che se dio asilo a los maestros de Morelos que vinieron a protestar contra el agravio a la nación que es el Acuerdo por la Calidad de la Educación y el cierre de normales”… Los abogados que ayudan a los familiares de los muertos de Pasta de Conchos han sido amenazados y el vehículo de una de ellos, Cristina Auerbach, fue manipulado en los neumáticos con la intención de que sufriera “un accidente”… Y, mientras cada día crece el número de asesinados y la crueldad de las ejecuciones, ¡hasta el próximo miércoles, con los preparativos del 2 de octubre en curso!
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