Calderón quiere cerrar toda opción política para enfilar al país hacia su anunciado estado de excepción (declaración de existencia de una afectación a la seguridad interior”, es el término enviado a las cámaras al mismo tiempo que se montaba el mecanismo de atemorización y confusión a cargo de la oportuna influenza). El espectáculo selectivo montado en Michoacán pretende “convencer” a los mexicanos de que todo el entramado político está tocado por la corrupción (lo que es cierto), pero esa otra “guerra” no se da por afanes justicieros y generales sino electorales y facciosos. El golpe militar asestado en tierras tarascas significa el más descarado intento calderónico de cancelar la viabilidad electoral y la representatividad civil, con lo que busca que avance el control castrense del país, se debilita de manera intencional la institucionalidad política y se hace una declaración extraoficial, por la vía de las armas, de que los partidos, las elecciones y la “pluralidad” carecen de sentido. Calderón ha pasado, conforme a calendario, del estado médico de excepción, que fue un ensayo de formas de control social mediante estrategias de choque, al terrorismo de Estado a cuenta y cuento de la guerra contra el narcotráfico, con la vista puesta en la aprobación forzada de las reformas en materia de seguridad pública que encierran la intención de que se faculte a Felipe I a declarar estados de conmoción interior en los que se suspendan derechos y garantías y las fuerzas armadas abiertamente sustituyan a las autoridades civiles y las órdenes arbitrarias de la elite castrense-pinolera a las leyes y sus procesos.
No se trata, ni remotamente, de justificar a personajes como Leonel Godoy que no son capaces ni de defenderse con dignidad a sí mismos (la nueva fase, de la politización expresa de la “guerra” del narcotráfico, ha mostrado la falta de base social auténtica y de tamaños políticos, intelectuales y morales de las camarillas perredistas que dicen gobernar algunos estados del país, sobre todo en los casos de Zacatecas y Michoacán; para otra ocasión habrá que dejar el análisis de lo que realmente significa para la izquierda social “ganar” elecciones). Pero sí es importante señalar la necesidad de poner un freno a la cantada estrategia felipista Dura de Dictar y de evitar que “la justicia” sea utilizada como instrumento de corte romana decadente para abatir civismo y política e instaurar un régimen de miedo.
Los mismos chuchos hasta ahora puntualmente entregados a las redituables negociaciones con el calderonismo se han topado con el trato correspondiente a los sirvientes prescindibles. Ayer mismo trataron de arreglar las cosas con uno de los operadores de la descomposición política nacional, el inaceptable abogado de causas privilegiadas, Fernando Gómez Mont, que luego “convenció” a Jesús Ortega de participar en una especie de “debate” en Bucareli con los dirigentes del PAN y el PRI, con lo que la gerencia del sol azteca aceptó que el felipismo está por encima de los incidentes “partidistas”, cuyos melindres de militarismo e inconstitucionalidad deben ser arreglados por ellos mismos, los dirigentes de partidos y no el así santificado buen gobierno federal. Ayer mismo, para que no quede duda de lo que se viene, José Luis Soberanes (el jurista que pretende canjear el arreglo de la CNDH para otro espécimen clerical, como Mariano Azuela, por un asiento en la Suprema Corta de Vista) habló del riesgo que representan las iniciativas felipistas en materia de seguridad pública, específicamente en cuanto a la instauración del antes mencionado estado de excepción.
No se trata, ni remotamente, de justificar a personajes como Leonel Godoy que no son capaces ni de defenderse con dignidad a sí mismos (la nueva fase, de la politización expresa de la “guerra” del narcotráfico, ha mostrado la falta de base social auténtica y de tamaños políticos, intelectuales y morales de las camarillas perredistas que dicen gobernar algunos estados del país, sobre todo en los casos de Zacatecas y Michoacán; para otra ocasión habrá que dejar el análisis de lo que realmente significa para la izquierda social “ganar” elecciones). Pero sí es importante señalar la necesidad de poner un freno a la cantada estrategia felipista Dura de Dictar y de evitar que “la justicia” sea utilizada como instrumento de corte romana decadente para abatir civismo y política e instaurar un régimen de miedo.
Los mismos chuchos hasta ahora puntualmente entregados a las redituables negociaciones con el calderonismo se han topado con el trato correspondiente a los sirvientes prescindibles. Ayer mismo trataron de arreglar las cosas con uno de los operadores de la descomposición política nacional, el inaceptable abogado de causas privilegiadas, Fernando Gómez Mont, que luego “convenció” a Jesús Ortega de participar en una especie de “debate” en Bucareli con los dirigentes del PAN y el PRI, con lo que la gerencia del sol azteca aceptó que el felipismo está por encima de los incidentes “partidistas”, cuyos melindres de militarismo e inconstitucionalidad deben ser arreglados por ellos mismos, los dirigentes de partidos y no el así santificado buen gobierno federal. Ayer mismo, para que no quede duda de lo que se viene, José Luis Soberanes (el jurista que pretende canjear el arreglo de la CNDH para otro espécimen clerical, como Mariano Azuela, por un asiento en la Suprema Corta de Vista) habló del riesgo que representan las iniciativas felipistas en materia de seguridad pública, específicamente en cuanto a la instauración del antes mencionado estado de excepción.
Seguramente hoy amaneció bien emocionado Il salvatore de la humanidad. Ante los banqueros de Grupo Santander reunidos en Acapulco a principios del año pasado, su generador integrado de inagotable optimismo lo empujaba a un barranco verbal: A mí esto del escenario preocupante del 2008 realmente hasta me emociona un poquito y me asegura que vamos a salir extraordinariamente bien este año”. Ya había estallado la crisis financiera mundial, el precio del petróleo iba a la baja, pero él disfrutaba del éxtasis ante lo desconocido. Anoche –transcurrido un año y medio– tuvo que ordenarle al secretario de Hacienda que corriera varios agujeros al cinturón porque se acabó la lana (y eso que hace apenas unos días habían dicho que la caída ya se había detenido). Tienen un agujero en la recaudación de impuestos, hay que hacer economías. El gobierno federal es el principal empleador del país. Sin embargo, de aquí en adelante “las dependencias y entidades no podrán realizar nuevas contrataciones y no podrán disponer de las plazas vacantes ni de sus recursos”. Además “en el gasto de operación, administrativo y de apoyo se establecen medidas de ahorro y racionalidad en los rubros de materiales, suministros, servicios generales, comisiones oficiales, difusión e información, aportaciones a fideicomisos, asesorías, consultorías, donativos y comunicación social, entre otros”. ¿Quiere decir que el Senado, por ejemplo, abandonará el proyecto de su edificio millonario de Reforma e Insurgentes? ¿O que veremos que se anclan los aviones privados que usan los altos funcionarios para no revolverse con la perrada en las líneas comerciales? ¿O dejará de fluir abundantemente el dinero para alimentar la ilusión del espot? No, claro que no. Como hemos visto en tiempos no peores que éste, pero sí muy semejantes, la austeridad sólo pega abajo, no arriba. El presidente del optimismo tiene motivos para vivir emocionado estos días y no sólo por la final del futbol.
Manos limpias
La última vez que apareció México en un reporte de Transparencia Internacional sobre el pago de sobornos fue en 2006, justo antes del cambio de gobierno. “El Barómetro Global de la Corrupción –dice Transparencia– resalta experiencias cotidianas con el soborno, puntos de vista sobre la corrupción en el sector privado y sobre los niveles de corrupción en seis instituciones (partidos políticos, administración pública, legislaturas, empresas, justicia y la prensa)”. Aquel 2006 México figuró en el pelotón número dos de los más corruptos del mundo, junto a Bolivia, Congo, Kenia, Moldavia, Nigeria, Paraguay, Perú, Filipinas y otros. El próximo miércoles será publicada la Encuesta Global 2008. Incluye a 69 países ¡y México ya no está en lista! Hay dos hipótesis: 1) que “manos limpias” haya reducido la corrupción a niveles mínimos contra lo que piensan muchos millones de mexicanos, o 2) están metidas las manos de los (no tan) Santos Reyes, uno es el que trajo el concepto de Transparencia Internacional –y lo ha vendido muy bien– y el otro es la cabeza de Pemex, una de las instituciones con mayores problemas de malos manejos. Ahí se las dejo.
Manos limpias
La última vez que apareció México en un reporte de Transparencia Internacional sobre el pago de sobornos fue en 2006, justo antes del cambio de gobierno. “El Barómetro Global de la Corrupción –dice Transparencia– resalta experiencias cotidianas con el soborno, puntos de vista sobre la corrupción en el sector privado y sobre los niveles de corrupción en seis instituciones (partidos políticos, administración pública, legislaturas, empresas, justicia y la prensa)”. Aquel 2006 México figuró en el pelotón número dos de los más corruptos del mundo, junto a Bolivia, Congo, Kenia, Moldavia, Nigeria, Paraguay, Perú, Filipinas y otros. El próximo miércoles será publicada la Encuesta Global 2008. Incluye a 69 países ¡y México ya no está en lista! Hay dos hipótesis: 1) que “manos limpias” haya reducido la corrupción a niveles mínimos contra lo que piensan muchos millones de mexicanos, o 2) están metidas las manos de los (no tan) Santos Reyes, uno es el que trajo el concepto de Transparencia Internacional –y lo ha vendido muy bien– y el otro es la cabeza de Pemex, una de las instituciones con mayores problemas de malos manejos. Ahí se las dejo.
George Soros considera que su teoría de la reflexividad (TR), que introduje en la entrega del 22/05/09, explica mejor la crisis actual que la teoría económica prevaleciente (que sostiene que todos los mercados, incluso los financieros, tienden al equilibrio). También sostiene que la TR no aspira a constituirse en una teoría científica” en el molde de la física, como ha pretendido la teoría económica, porque no puede predecir los acontecimientos, ya que la presencia de la reflexividad (circularidad entre creencias de los actores y la realidad), introduce una incertidumbre que hace imposible predecir el futuro. Por ello sostiene que los eventos de los mercados financieros tienen que interpretarse como una forma de historia. Pero la historia “está tan sobre-cargada que sería incomprensible a menos que los procesos y eventos singulares se puedan reducir a un número manejable” a través de una hipótesis. Ésta es la función que cumple, en su nuevo libro, la hipótesis de la superburbuja. (The Crash of 2008 and what it means, Public Affairs, Nueva York, 2009, p. 106).
En esta larga serie de entregas sobre la crisis, he examinado el pensamiento de diversos autores que ponen atención a la financiarización (papel central de las finanzas y de las burbujas financieras en la economía). Paul Krugman (cuyo pensamiento examiné en las entregas XI a XVI) sostiene que el estallido de la burbuja inmobiliaria llevó a la crisis generalizada actual porque no hubo una nueva burbuja de reemplazo, aceptando implícitamente que el capitalismo actual necesita tales medios artificiales para funcionar bien. Foster y Magdoff cuyo pensamiento analicé en las entregas VIII y IX, coinciden con Krugman, pero van más allá pues conciben la financiarización y las burbujas como factores de contrapeso de la tendencia al estancamiento crónico del capitalismo monopolista.
En contraste, Soros sostiene que la crisis actual se explica porque la ruptura de la burbuja inmobiliaria precipitó que la superburbuja de la expansión del crédito, que viene desde principios de los años 80, también se desinflara anunciando el fin de una era. Para él, las burbujas surgen de la interacción reflexiva entre una tendencia prevaleciente y una concepción errada. En la superburbuja la tendencia son los métodos cada vez más sofisticados de creación de crédito, y la concepción errada es la confianza excesiva en el mecanismo de mercado: el fundamentalismo de mercado” (p.93). Y añade:
“Los mercados financieros no necesariamente tienden al equilibrio; dejados por su cuenta pueden pasar de extremos de euforia a los de desesperación. Por eso mismo no son dejados por su cuenta. Desde la Gran Depresión, las autoridades han sido muy exitosas en evitar una quiebra mayor en el sistema financiero internacional. Irónicamente, es este éxito el que ha revivido el fundamentalismo de mercado... bajo cuya influencia las autoridades financieras perdieron el control de los mercados financieros y se desarrolló la superburbuja” (p.94)
En esta larga serie de entregas sobre la crisis, he examinado el pensamiento de diversos autores que ponen atención a la financiarización (papel central de las finanzas y de las burbujas financieras en la economía). Paul Krugman (cuyo pensamiento examiné en las entregas XI a XVI) sostiene que el estallido de la burbuja inmobiliaria llevó a la crisis generalizada actual porque no hubo una nueva burbuja de reemplazo, aceptando implícitamente que el capitalismo actual necesita tales medios artificiales para funcionar bien. Foster y Magdoff cuyo pensamiento analicé en las entregas VIII y IX, coinciden con Krugman, pero van más allá pues conciben la financiarización y las burbujas como factores de contrapeso de la tendencia al estancamiento crónico del capitalismo monopolista.
En contraste, Soros sostiene que la crisis actual se explica porque la ruptura de la burbuja inmobiliaria precipitó que la superburbuja de la expansión del crédito, que viene desde principios de los años 80, también se desinflara anunciando el fin de una era. Para él, las burbujas surgen de la interacción reflexiva entre una tendencia prevaleciente y una concepción errada. En la superburbuja la tendencia son los métodos cada vez más sofisticados de creación de crédito, y la concepción errada es la confianza excesiva en el mecanismo de mercado: el fundamentalismo de mercado” (p.93). Y añade:
“Los mercados financieros no necesariamente tienden al equilibrio; dejados por su cuenta pueden pasar de extremos de euforia a los de desesperación. Por eso mismo no son dejados por su cuenta. Desde la Gran Depresión, las autoridades han sido muy exitosas en evitar una quiebra mayor en el sistema financiero internacional. Irónicamente, es este éxito el que ha revivido el fundamentalismo de mercado... bajo cuya influencia las autoridades financieras perdieron el control de los mercados financieros y se desarrolló la superburbuja” (p.94)
Al ritmo que van las cosas, al concepto inversión extranjera directa estadunidense habrá que borrar esta última palabra y agregar del gobierno de Estados Unidos, porque es tal el número de empresas rescatadas y el dinero de los contribuyentes de aquel país involucrado en su salvamento, que el inquilino de la Casa Blanca deberá aparecer como presidente del consejo de administración en cada una de ellas.
Desde las primeras sacudidas, allá por agosto de 2007 –aún con destructor Bush en la Casa Blanca– hasta ahora, miles y miles de millones de dólares de los contribuyentes de aquel país han sido sacrificados con el pretexto de estimular a la economía estadunidense y lograr su recuperación, algo que, a pesar del espeluznante costo que ha tenido, se mantiene como un sueño guajiro. La diferencia entre la estrategia de Bush y la de Obama es que el primero simplemente canalizaba fondos públicos para rescates privados sin mayor petición, mientras el segundo condiciona la entrega de recursos y se queda con una porción de las acciones respectivas (lo que, dicho sea de paso, tampoco es garantía para la referida recuperación).
Lo más reciente, que no lo último, se conoció ayer: el gobierno de Obama, por medio del Departamento del Tesoro, se quedaría con 72.5 por ciento del moribundo gigante automotriz General Motors (con quiebra o sin ella), para lo cual ofrece a los acreedores de la trasnacional un canje de deuda por el 10 por ciento de las acciones de la nueva compañía (la resultante de esta transacción) y la garantía de que ese monto se elevaría a 15 por ciento. El débito no asegurado por GM se aproxima a 27 mil 200 millones de dólares. El plazo de aceptación vence el próximo domingo, aunque dan por hecho que los acreedores den su aprobación.
Hasta allí, aparentemente, todo bajo control. El gobierno de Obama hace su lucha, la trasnacional se deja querer, los acreedores recuperan de lo perdido lo que aparezca y todo queda en familia y bajo las leyes de Estados Unidos. El problema comienza cuando las decisiones soberanas y legales de una nación afectan o se contraponen con las leyes de terceros países, como en el caso de México.
Desde las primeras sacudidas, allá por agosto de 2007 –aún con destructor Bush en la Casa Blanca– hasta ahora, miles y miles de millones de dólares de los contribuyentes de aquel país han sido sacrificados con el pretexto de estimular a la economía estadunidense y lograr su recuperación, algo que, a pesar del espeluznante costo que ha tenido, se mantiene como un sueño guajiro. La diferencia entre la estrategia de Bush y la de Obama es que el primero simplemente canalizaba fondos públicos para rescates privados sin mayor petición, mientras el segundo condiciona la entrega de recursos y se queda con una porción de las acciones respectivas (lo que, dicho sea de paso, tampoco es garantía para la referida recuperación).
Lo más reciente, que no lo último, se conoció ayer: el gobierno de Obama, por medio del Departamento del Tesoro, se quedaría con 72.5 por ciento del moribundo gigante automotriz General Motors (con quiebra o sin ella), para lo cual ofrece a los acreedores de la trasnacional un canje de deuda por el 10 por ciento de las acciones de la nueva compañía (la resultante de esta transacción) y la garantía de que ese monto se elevaría a 15 por ciento. El débito no asegurado por GM se aproxima a 27 mil 200 millones de dólares. El plazo de aceptación vence el próximo domingo, aunque dan por hecho que los acreedores den su aprobación.
Hasta allí, aparentemente, todo bajo control. El gobierno de Obama hace su lucha, la trasnacional se deja querer, los acreedores recuperan de lo perdido lo que aparezca y todo queda en familia y bajo las leyes de Estados Unidos. El problema comienza cuando las decisiones soberanas y legales de una nación afectan o se contraponen con las leyes de terceros países, como en el caso de México.
Obama: paz en imperativo
Ayer, tras un encuentro en Washington con el titular de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, el presidente estadunidense, Barack Obama, expresó su respaldo a la creación de un Estado palestino y llamó a ambas partes, palestinos e israelíes, a “cumplir con las obligaciones del mapa de ruta”, un documento suscrito en 2003 por los dos bandos principales del conflicto de Medio Oriente y en el que se ordena al régimen de Tel Aviv la suspensión inmediata de los ilegales asentamientos en tierras palestinas ocupadas. Horas antes, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, exigió a las autoridades israelíes “un alto en los asentamientos, no de algunos sino de todos, sin excepciones de puestos de avanzada o ‘crecimiento natural’”, eufemismo con el que los gobernantes israelíes han buscado justificar la constante expansión de esos enclaves ilegales.
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Ayer, tras un encuentro en Washington con el titular de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, el presidente estadunidense, Barack Obama, expresó su respaldo a la creación de un Estado palestino y llamó a ambas partes, palestinos e israelíes, a “cumplir con las obligaciones del mapa de ruta”, un documento suscrito en 2003 por los dos bandos principales del conflicto de Medio Oriente y en el que se ordena al régimen de Tel Aviv la suspensión inmediata de los ilegales asentamientos en tierras palestinas ocupadas. Horas antes, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, exigió a las autoridades israelíes “un alto en los asentamientos, no de algunos sino de todos, sin excepciones de puestos de avanzada o ‘crecimiento natural’”, eufemismo con el que los gobernantes israelíes han buscado justificar la constante expansión de esos enclaves ilegales.
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Los crímenes de Estado de Álvaro Uribe siguen causando víctimas, con la complicidad de quien ocupa ilegítimamente el Poder Ejecutivo en México, Felipe Calderón. Las amenazas de extradición a Ecuador de Lucía Morett Álvarez y la detención ilegal del sociólogo colombiano Miguel Ángel Beltrán Villegas cuando realizaba trámites migratorios, y su expulsión inmediata a Colombia, son dos sucesos más que lamentar de la cadena que se inicia con la acción militar del gobierno colombiano en territorio ecuatoriano el primero de marzo de 2008, en la que fueron asesinados, además de Raúl Reyes y sus compañeros de armas, cuatro estudiantes mexicanos.
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Yo robo, tú robas, él roba… ¡todos roban! Acostumbrados a los escándalos políticos, y eufóricos por haber encontrado un argumento más (¡como si no tuviésemos suficientes!) sobre la calidad moral de Carlos Salinas de Gortari, todos nos enfocamos en los señalamientos de Miguel de la Madrid sobre el propio Salinas y su funesta familia. Quién robó. Quién no. Quién se aprovechó de los millonarios contratos de Pemex, y quién cobró tal o cual comisión. Quién, cuándo y dónde tuvo contactos” (la palabra es demasiado vaga para ser acusación) con el narcotráfico.
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A Calderón le resultó muy fácil declarar la guerra, su guerra, al crimen organizado, pertrechado en Los Pinos, con todo el Estado Mayor Presidencial a su servicio personal. “… Que se venga a vivir siquiera unos días a la Alta Babícora, para que sienta lo que es estar a la merced de los sicarios o de los desmanes del Ejército”. Lo dice así una mujer joven de Colonia Alamillo, municipio de Madera, Chihuahua, al denunciar la detención ilegal de su hermano y de un amigo, por soldados de la guarnición de Nuevo Casas Grandes, del 4 al 9 de mayo pasados.
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Las iniciativas políticas” o “golpes mediáticos” de Felipe Calderón no nada más han generado un clima de violencia y desastre en México sino que siguen dañando a la vida económica y social sin permitirle a los grupos de ultraderecha que lo sostienen monopolizar el poder político como ha sido su objetivo.
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La bella y artística Florencia conoció en 1346 el hambre y la desolación. Ya en alguna ocasión me referí a dicha peste. Viene a cuento en la actualidad después de la epidemia del virus de la influenza que vivimos los mexicanos.
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Porfirio Muñoz Ledo
Estrado sin Estado
A un mes de las elecciones ha estallado una guerra política que exhibe la naturaleza sectaria del gobierno, agudiza las polarizaciones y pone en riesgo la estabilidad del país. En el trasfondo: una economía que se precipita hacia el abismo y una inconformidad social en los linderos de la violencia.
Todo evento infortunado es motivo para una campaña gloriosa. El rey anda desnudo y famélico, pero aparece rozagante y temerario en las pantallas. El aumento imparable en el número de ejecuciones sirve para ilustrar la bravura de la autoridad y el acierto de una política contraproducente. La reacción tardía y tramposa frente a la epidemia se trastoca en heroísmo mundial.
Las críticas a la demagogia sanitaria se disfrazan de “insultos” a México y los efectos colaterales del pánico sobre la producción originan faramallas de reactivación mediática, que no turística. Las declaraciones de Miguel de la Madrid se vuelven armas para golpear al adversario, y sus penosas retractaciones, razón para exaltar la ruinosa política económica seguida hasta el presente.
Los publicistas de la derecha reinventan la “sociedad el espectáculo”, que domesticó las conciencias en el regazo neoliberal. Convierten la “doctrina del shock” —fundada en el alarmismo, la sobre información y la falsificación de los hechos— en “doctrina del show”, destinada a suplantar la realidad por la virtualidad. Una suerte de largometraje montado para durar hasta el 2012, y si pueden, hasta el 2018.
En ausencia de Estado instauran la hegemonía del estrado. En sus dos acepciones: como “tarima cubierta de alfombras, sobre la cual se pone el trono” y “sitio en el que se fijan las notificaciones judiciales”. El proyecto comprende tanto la exaltación inverosímil del gobernante como el uso arbitrario de sus poderes remanentes para desacreditar a los otros en tiempos electorales.
Tras las revelaciones del ex presidente, el gobierno —que ha denunciado los vínculos de sus antecesores con el crimen— estaba obligado a iniciar las investigaciones conducentes. Se abstiene para no denunciar la fuente de su ilegitimidad. En cambio, extrae selectivamente expedientes secundarios para arrinconar a sus contrarios. El empleo de la justicia como último reducto de un régimen, a la vez autoritario y agonizante.
Un sabio afirmó que la conducta de Calderón “mucho tiene de pueril y por tanto de perverso”. Los aprendices de brujo terminan siempre entre los escombros de su acción irresponsable. En este caso, la polarización creciente de la política, la economía y la sociedad. Un gobierno que apuesta a la fragmentación del país con el propósito insensato de condensar sus poderes de facto en ilusiones neofranquistas.
Son páginas inéditas de la antología de la reacción mexicana. Mucho dolor pueden aun causar, pero no prevalecerán. Así como un modelo económico requiere una correlación de fuerzas que lo haga posible, un diseño político necesita una estructura económica que lo sustente. La que tenemos es el puente más seguro hacia el precipicio.
El compulsivo presidente del PAN declara “estar orgullosísimo de Calderón, de su labor de seguridad y su manejo económico”. ¿De qué alimentan su orgullo los tontos? ¿De la ceguera o de la abyección? Su jefe asegura que “vamos por buen camino en materia económica” y se adorna con un galimatías: “Estamos en proceso de transición hacia la recuperación”.
Todas las cifras desmienten esa hipótesis. A no ser que el proceso que lleva a la transición y luego a la recuperación abarque varias décadas. Es irrefutable el desplome del PIB en 8.2% y la pérdida de medio millón de empleos en el primer trimestre del año. El “desastre” sin salida del que habló el director de la OCDE en su locuaz conferencia de Madrid.
Se añaden los 6 mil millones de dólares que han abandonado el país, los 500 mil hogares mexicanos que han dejado de recibir remesas y 63% de caída en las exportaciones petroleras. Sin contar con las pérdidas multimillonarias en turismo y el descenso de las ventas al exterior provocado por el abaratamiento del dólar. Sólo el ingreso por narcotráfico está como quiere.
Con mentira y contumacia nada va a corregirse. Dependemos de variables externas fuera de nuestro control y únicamente un cambio radical de estrategia enderezaría la nave. Nos queda todavía un tramo angustioso para recuperar el Estado por la movilización y por el voto. Lo demás es el caos.
Ex embajador de México ante la Unión Europea
Todo evento infortunado es motivo para una campaña gloriosa. El rey anda desnudo y famélico, pero aparece rozagante y temerario en las pantallas. El aumento imparable en el número de ejecuciones sirve para ilustrar la bravura de la autoridad y el acierto de una política contraproducente. La reacción tardía y tramposa frente a la epidemia se trastoca en heroísmo mundial.
Las críticas a la demagogia sanitaria se disfrazan de “insultos” a México y los efectos colaterales del pánico sobre la producción originan faramallas de reactivación mediática, que no turística. Las declaraciones de Miguel de la Madrid se vuelven armas para golpear al adversario, y sus penosas retractaciones, razón para exaltar la ruinosa política económica seguida hasta el presente.
Los publicistas de la derecha reinventan la “sociedad el espectáculo”, que domesticó las conciencias en el regazo neoliberal. Convierten la “doctrina del shock” —fundada en el alarmismo, la sobre información y la falsificación de los hechos— en “doctrina del show”, destinada a suplantar la realidad por la virtualidad. Una suerte de largometraje montado para durar hasta el 2012, y si pueden, hasta el 2018.
En ausencia de Estado instauran la hegemonía del estrado. En sus dos acepciones: como “tarima cubierta de alfombras, sobre la cual se pone el trono” y “sitio en el que se fijan las notificaciones judiciales”. El proyecto comprende tanto la exaltación inverosímil del gobernante como el uso arbitrario de sus poderes remanentes para desacreditar a los otros en tiempos electorales.
Tras las revelaciones del ex presidente, el gobierno —que ha denunciado los vínculos de sus antecesores con el crimen— estaba obligado a iniciar las investigaciones conducentes. Se abstiene para no denunciar la fuente de su ilegitimidad. En cambio, extrae selectivamente expedientes secundarios para arrinconar a sus contrarios. El empleo de la justicia como último reducto de un régimen, a la vez autoritario y agonizante.
Un sabio afirmó que la conducta de Calderón “mucho tiene de pueril y por tanto de perverso”. Los aprendices de brujo terminan siempre entre los escombros de su acción irresponsable. En este caso, la polarización creciente de la política, la economía y la sociedad. Un gobierno que apuesta a la fragmentación del país con el propósito insensato de condensar sus poderes de facto en ilusiones neofranquistas.
Son páginas inéditas de la antología de la reacción mexicana. Mucho dolor pueden aun causar, pero no prevalecerán. Así como un modelo económico requiere una correlación de fuerzas que lo haga posible, un diseño político necesita una estructura económica que lo sustente. La que tenemos es el puente más seguro hacia el precipicio.
El compulsivo presidente del PAN declara “estar orgullosísimo de Calderón, de su labor de seguridad y su manejo económico”. ¿De qué alimentan su orgullo los tontos? ¿De la ceguera o de la abyección? Su jefe asegura que “vamos por buen camino en materia económica” y se adorna con un galimatías: “Estamos en proceso de transición hacia la recuperación”.
Todas las cifras desmienten esa hipótesis. A no ser que el proceso que lleva a la transición y luego a la recuperación abarque varias décadas. Es irrefutable el desplome del PIB en 8.2% y la pérdida de medio millón de empleos en el primer trimestre del año. El “desastre” sin salida del que habló el director de la OCDE en su locuaz conferencia de Madrid.
Se añaden los 6 mil millones de dólares que han abandonado el país, los 500 mil hogares mexicanos que han dejado de recibir remesas y 63% de caída en las exportaciones petroleras. Sin contar con las pérdidas multimillonarias en turismo y el descenso de las ventas al exterior provocado por el abaratamiento del dólar. Sólo el ingreso por narcotráfico está como quiere.
Con mentira y contumacia nada va a corregirse. Dependemos de variables externas fuera de nuestro control y únicamente un cambio radical de estrategia enderezaría la nave. Nos queda todavía un tramo angustioso para recuperar el Estado por la movilización y por el voto. Lo demás es el caos.
Ex embajador de México ante la Unión Europea
Javier Solórzano
Vitral
¿A quién creerle?
Sería lamentable e imperdonable que el gobierno estuviera utilizando a Michoacán y Morelos como factor para influir en las elecciones. Los operativos de estos días confirman que la narcopolítica está entre nosotros. Bajo la doble moral, muy típica de los políticos, recordemos que hace no mucho tiempo el director del Cisen dijo que no sería extraño que hubiera dinero del narco en las campañas políticas, lo que provocó una reacción desbocada, la cual vista a la distancia sólo puede entenderse como parte de las hipocresías en las que vivimos.
No puede haber contemplaciones en casos como el de Michoacán. La clave está en cómo se hace y en si tienen amarrado el asunto. Si el gobierno supone que los “testigos protegidos” le van a resolver sus problemas, seguirá por la ruta de la incertidumbre que a lo mejor no les disgusta. Hemos visto tantas “certezas” —vendidas como logro, pero que terminan en el hoyo o en el olvido— que es mejor la prudencia. Este día sabremos de qué tamaño es todo cuando se defina la situación legal de los 29.
Sorprende la rudeza en Michoacán y la discrecionalidad en Morelos. Al gobernador panista le avisan o le mandan avisar, en tanto que al perredista no lo reciben en Los Pinos. Aunque la PGR finja demencia —hoy tan de moda, como ejemplificó De la Madrid—, es evidente que se actuó de manera diferenciada. La PGR está convertida en gran juez de casi todos los asuntos antes de que lleguen a tribunales. Tiene una desigual presencia en la sociedad.
Su calidad moral es cuestionada, y más cuando actúa como en los césares para definir quién vive o muere, como en los casos de Ricardo Monreal y del gobernador Godoy. Las versiones que circulan en la prensa sobre Michoacán y las críticas al gobernador se basan en argumentos que la PGR ha filtrado en los medios. Es cuestión de revisar la prensa para formarse una idea de lo que quieren que atendamos.
Si va tan en serio como dicen, el urgente siguiente paso es seguir la ruta del dinero; de otra forma no se sabe si van contra el narco o andan de cacería de gobernadores. Es evidente el daño del narco, lo que se cuestiona es al diagnóstico, a quienes toman las decisiones y a aquellos que las instrumentan; dicho de otra manera: al sistema en su conjunto.
¡OUUUCH! “Se van a quebrar las empresas, mucha chicas, medianas y grandes, van a cerrar los comercios, va a ver locales cerrados por todos lados, los inmuebles va a haber vacíos… No quiero ser catastrofista, pero hay que prepararse para prever y no estar viendo las consecuencias y estar llorando”. Esto dijo Carlos Slim el 9 de febrero. Provocó que le mandaran uno que otro gallo de Calderón para desmentirlo, en el mejor de los casos; en lugar de vociferar le hubieran hecho caso.
Sería lamentable e imperdonable que el gobierno estuviera utilizando a Michoacán y Morelos como factor para influir en las elecciones. Los operativos de estos días confirman que la narcopolítica está entre nosotros. Bajo la doble moral, muy típica de los políticos, recordemos que hace no mucho tiempo el director del Cisen dijo que no sería extraño que hubiera dinero del narco en las campañas políticas, lo que provocó una reacción desbocada, la cual vista a la distancia sólo puede entenderse como parte de las hipocresías en las que vivimos.
No puede haber contemplaciones en casos como el de Michoacán. La clave está en cómo se hace y en si tienen amarrado el asunto. Si el gobierno supone que los “testigos protegidos” le van a resolver sus problemas, seguirá por la ruta de la incertidumbre que a lo mejor no les disgusta. Hemos visto tantas “certezas” —vendidas como logro, pero que terminan en el hoyo o en el olvido— que es mejor la prudencia. Este día sabremos de qué tamaño es todo cuando se defina la situación legal de los 29.
Sorprende la rudeza en Michoacán y la discrecionalidad en Morelos. Al gobernador panista le avisan o le mandan avisar, en tanto que al perredista no lo reciben en Los Pinos. Aunque la PGR finja demencia —hoy tan de moda, como ejemplificó De la Madrid—, es evidente que se actuó de manera diferenciada. La PGR está convertida en gran juez de casi todos los asuntos antes de que lleguen a tribunales. Tiene una desigual presencia en la sociedad.
Su calidad moral es cuestionada, y más cuando actúa como en los césares para definir quién vive o muere, como en los casos de Ricardo Monreal y del gobernador Godoy. Las versiones que circulan en la prensa sobre Michoacán y las críticas al gobernador se basan en argumentos que la PGR ha filtrado en los medios. Es cuestión de revisar la prensa para formarse una idea de lo que quieren que atendamos.
Si va tan en serio como dicen, el urgente siguiente paso es seguir la ruta del dinero; de otra forma no se sabe si van contra el narco o andan de cacería de gobernadores. Es evidente el daño del narco, lo que se cuestiona es al diagnóstico, a quienes toman las decisiones y a aquellos que las instrumentan; dicho de otra manera: al sistema en su conjunto.
¡OUUUCH! “Se van a quebrar las empresas, mucha chicas, medianas y grandes, van a cerrar los comercios, va a ver locales cerrados por todos lados, los inmuebles va a haber vacíos… No quiero ser catastrofista, pero hay que prepararse para prever y no estar viendo las consecuencias y estar llorando”. Esto dijo Carlos Slim el 9 de febrero. Provocó que le mandaran uno que otro gallo de Calderón para desmentirlo, en el mejor de los casos; en lugar de vociferar le hubieran hecho caso.
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